A pie de escalerilla Donald Trump ha recibido a Vladimir Putin en la base conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska. Palmaditas en el brazo, como si fuera un amigo al que no ve hace tiempo. Y apretón de manos. Alfombra roja para quien está en busca y captura por la Corte Penal Internacional. Es la primera vez que un presidente de Estados Unidos se ve cara a cara con el líder ruso desde que ordenó la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. De Ucrania van a hablar pero sin que Ucrania esté en la mesa. Y los dos se han marchado juntos en el vehículo oficial de Trump, la Bestia lo llaman.
Durante los últimos días se dijo que Trump y Putin se verían a solas, con intérpretes, en una primera fase. Sin embargo, justo antes de que los dos mandatarios aterrizaran la Casa Blanca informó de que en el primer encuentro estarían el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado de la Casa Blanca, Steve Witkoff, junto a Donald Trump. Por parte rusa estarían junto a Putin el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, el más experimentado del mundo, y el enviado del Kremlin a la Casa Blanca, Kirill Dmitriev, experto en relaciones con EEUU. La ventaja a favor de los rusos es inquietante.
Trump ha asegurado que confía en que haya algún tipo de alto el fuego al término del encuentro. "No sé si va a ser hoy pero voy a estar decepcionado si no es hoy", ha declarado a la cadena Fox desde el Air Force One. Hasta ahora Putin se ha negado a aceptar un armisticio pero quizá haga algún malabarismo y venda como un gran paso una tregua de ataques aéreos cuando eso no detendría sus avances terrestres en el Donbás.
Los europeos y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, insisten en que debe de ser un alto el fuego total, y a partir de esa base empezar a negociar en futuras reuniones con presencia de Zelenski. Trump incluso ha dicho que podría ser en Alaska, como si pudiera darse el encuentro en breve plazo. Sin embargo, es poco verosímil que así suceda.
El enviado del Kremlin a la Casa Blanca, Kirill Dmtriev, ha reconocido que la delegación rusa llega a Anchorage con espíritu combativo. La mejor prueba la ha dado Lavrov, quien se ha dejado ver en el hotel donde se aloja con una sudadera con las letras CCCP (las siglas de la Unión Soviética en ruso). El ministro de Exteriores, que lleva en el cargo más de 20 años, lanzaba un mensaje claro: Ucrania es Rusia. Las aspiraciones imperialistas de los rusos no dejan lugar a dudas.
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