El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha revertido este sábado su llamamiento inicial a un alto el fuego en Ucrania y ha sostenido que la “mejor manera” de poner fin a la guerra pasa por “llegar directamente” a un acuerdo de paz duradero. El giro se ha producido a su regreso de la reunión de más de tres horas que ha mantenido el viernes con Vladímir Putin en una base militar de Anchorage (Alaska) y tras una conversación con Volodímir Zelenski en la que también han participado dirigentes europeos y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

“Todos han coincidido en que la mejor manera de poner fin a la horrenda guerra entre Rusia y Ucrania es llegar directamente a un acuerdo de paz, y no a un simple acuerdo de alto el Fuego, que muchas veces no se respeta”, ha escrito Trump en su red Truth Social. El presidente ha calificado la jornada en Alaska de “grande y muy exitosa” y ha confirmado que se reunirá con Zelenski en la Casa Blanca el lunes 18 de agosto; si el encuentro “resulta bien”, ha dicho que programará una cumbre a tres con Putin porque “potencialmente, se salvarán las vidas de millones de personas”.

La cumbre entre Trump y Putin se ha cerrado sin un acuerdo para un alto el fuego inmediato, aunque ambos han subrayado la sintonía y el estadounidense ha descrito las conversaciones como “extremadamente productivas”. El cambio de enfoque de Washington –de un cese inicial de las hostilidades a un pacto de paz de mayor alcance– reconfigura el tablero a las puertas de la visita de Zelenski a la capital estadounidense.

Recelos en Kiev

En Ucrania, el giro ha sido recibido con preocupación. Oleksandr Merezhko, presidente de la comisión de Exteriores de la Rada, ha afirmado que Trump “ha puesto fin de facto al aislamiento político de Putin” y que la propaganda rusa “va a sacarle partido”. Analistas militares como Oleksandr Kovalenko han considerado la cumbre una “clara victoria” para el líder ruso y han advertido de que la “normalización” de relaciones complicará la adopción de sanciones más severas. La ONG Razom We Stand ha alertado igualmente de ese riesgo.

El politólogo Vitali Portnikov ha sostenido que no se han producido avances en las condiciones de fondo: Moscú sigue exigiendo garantías de que Ucrania no ingresará en la OTAN y retornará a su esfera de influencia, mientras que Europa se mantiene comprometida con el apoyo a Kiev. Portnikov ha dudado de que un “acuerdo rápido” sea posible con los combates en curso y ha sugerido que la Casa Blanca podría intentar cargar sobre Kiev la responsabilidad de un eventual bloqueo.

Merezhko ha expresado inquietud por el hecho de que Trump se haya desdicho de su demanda previa de un alto el fuego como paso previo a negociar y por que se pongan sobre la mesa eventuales cesiones territoriales. Ha advertido de que Putin y Trump podrían presionar a Zelenski para aceptar un acuerdo “inaceptable” en términos constitucionales, de opinión pública y de derecho internacional. Según las encuestas citadas por fuentes ucranianas, más de tres cuartas partes de la población rechazan ceder territorios adicionales, incluido el 30 por ciento de la región de Donetsk todavía bajo control de Kiev.

La posición europea: unidad, garantías y sin imposiciones

Desde la Unión Europea se ha subrayado la necesidad de mantener la unidad occidental. El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha escrito en X que “Rusia solo respeta a los fuertes” y que Putin “ha demostrado una vez más que es un jugador astuto e implacable”. Tusk ha defendido que el futuro de Europa y de Ucrania ha entrado en una “fase decisiva”.

Además, varios líderes europeos han difundido una declaración conjunta en la que han fijado principios para cualquier negociación: garantías de seguridad para Ucrania, ausencia de límites impuestos a su Ejército, reconocimiento de su libertad para ingresar en la UE y en la OTAN y rechazo a cesiones territoriales sin el consentimiento de Kiev. El texto lo han respaldado los jefes de Estado y de Gobierno de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Finlandia, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, junto a Tusk.

Próximos pasos: reunión Trump–Zelenski y opción de cumbre a tres

Zelenski ha respaldado la propuesta de una reunión trilateral con Putin y ha confirmado su viaje a Washington el lunes 18 de agosto, con el objetivo de abordar “todos los detalles” de un eventual proceso de paz. Fuentes ucranianas han sugerido que la presencia de líderes europeos –como Friedrich Merz, Keir Starmer o Emmanuel Macron– reforzaría la posición de Kiev ante la Casa Blanca y haría “más difícil” una presión para aceptar condiciones que considere inasumibles.

Pese al clima de desconfianza, algunas voces en Ucrania han señalado que el impulso de Trump hacia un arreglo duradero y el reconocimiento de la necesidad de garantías de seguridad pueden abrir una ventana de oportunidad si van acompañados de sanciones adicionales y de un compromiso firme de apoyo europeo. Aun así, en Kiev persiste la convicción de que, para Moscú, “un acuerdo de paz” equivale a la rendición ucraniana, por lo que el margen de transacción se antoja estrecho.

A la espera de la reunión del lunes en Washington y de la posibilidad de una cumbre a tres, la guerra en el terreno ha continuado y se han registrado nuevos ataques con drones y asaltos en el frente. El choque entre el nuevo enfoque de la Casa Blanca y las líneas rojas de Kiev y de los socios europeos perfila una negociación compleja en la que el resultado –alto el fuego con garantías o acuerdo de paz de mayor alcance– dependerá de la capacidad de mantener la unidad occidental y de contener la presión militar sobre Ucrania.