Persiguen la paz de cara a la galería. En el fondo, Putin ansiaba que el presidente de Estados Unidos le tratara como un igual y lo ha conseguido. Trump quiere figurar como mediador para lograr el Nobel, pero la paz tiene un precio y no está dispuesto a pagarlo. Tendría que tratar al invasor con mano de hierro y se ha mostrado incapaz. La cita de Alaska entre Donald Trump y Vladimir Putin ha acabado con unos "grandes avances" sobre Ucrania de los que ninguno de los dos ha dado cuenta, pero sin compromiso de alto el fuego por parte del líder ruso. "No hay acuerdo hasta que hay acuerdo", ha puntualizado Trump. Los dos han valorado el encuentro como "muy productivo" pero han preferido no exponerse a las preguntas de los medios en la rueda de prensa.
La expectación sobre Alaska era máxima, incluso excesiva para quienes saben que una cumbre de calado no se prepara en una semana. Ya hubo un par de señales que anticipaban que Rusia partía con ventaja: Putin llamó al dictador bielorruso, afín al Kremlin, y le dedicó elogios; y el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, se dejó ver con una sudadera de la CCCP (URSS en ruso). Esto es lo que defendemos era el mensaje. Para Putin el desmantelamiento de la URSS en 1991 es el peor acontecimiento del siglo XX, según ha reiterado en varias ocasiones.
El resultado ha sido decepcionante aunque confirma lo ya sabido. Putin es un hueso duro de roer, un tipo duro, en palabras de Trump, y no se apea de su argumentario. No se comprometió a un alto el fuego pero tampoco Trump le amonestó por ello. Al contrario, le agasajó como a un amigo. Putin logró un tratamiento con todos los honores, una salida del ostracismo internacional por la puerta grande, de la mano del líder de la primera potencia mundial. Y sin hacer concesiones.
Doce minutos y nada concreto
Después del encuentro, en el que Trump estuvo acompañado por el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial, Steve Witkoff, y Putin por el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, y el ex embajador en EEUU, Yuri Ushakov, los dos realizaron sendas declaraciones y no dieron opción a solventar las dudas. Doce minutos de palabrería sin sustancia en lo referido al asunto principal: Ucrania. El almuerzo de las delegaciones se suspendió. No hubo filet mignon.
A Putin hasta le dio tiempo a dejar unas flores en las tumbas de soldados soviéticos en el cementerio Fort Richardson y encontrarse con el arzobispo Alexei, de la iglesia ortodoxa de Alaska.
En su comparecencia, Putin volvió a citar que había que volver a "las causas históricas del conflicto" sobre Ucrania, en relación a su tesis de la hermandad del pueblo ruso y el ucraniano. También aludió a la arquitectura de seguridad de Europa: no le gusta cómo quedó después de desmantelarse la URSS y quiere poner el reloj en 1997, antes del ingreso en la OTAN del antiguo bloque soviético. Dijo que también habría que garantizar la seguridad de Ucrania. Sin más. A Trump le debió de hacer una exposición detallada en las tres horas de reunión a tres.
Putin se refirió a que alcanzaron "un entendimiento" que confiaba que allane el camino a la paz en Ucrania. "Esperamos que Kiev y las capitales europeas lo perciban de manera constructiva y no pongan trabas. Espero que no aludan a acuerdos secretos para llevar a cabo provocaciones que torpedeen los incipientes avances", dijo Putin, que ha logrado consolidar la división de Occidente. Trump ve con más resquemor a los europeos que a Putin.
Trump reconocía que había acuerdo "en algunas cuestiones pero no en otras". Pero sin más concreción. "Tuvimos una reunión muy productiva y se acordaron muchos puntos. Solo quedan unos pocos. Algunos no son tan importantes. Uno es probablemente el más importante, pero tenemos muchas posibilidades de conseguirlo. No lo hemos conseguido, pero tenemos muchas posibilidades de conseguirlo", declaró Trump.
Un encuentro "de diez sobre diez"
No hubo más detalles. Ni siquiera fue más claro el presidente estadounidense en una entrevista en su cadena amiga, la Fox. "Puedo decirles que la reunión fue muy cordial", declaró el presidente Trump al presentador de Fox News Sean Hannity. "Ya saben, él es un tipo fuerte, muy duro en todo eso, pero la reunión fue muy cordial entre dos países muy importantes, y es muy bueno que se lleven bien. Creo que estamos muy cerca de llegar a un acuerdo. Ahora bien, Ucrania tiene que aceptarlo". Y calificó "de diez sobre diez" el encuentro "porque nos llevamos muy bien". Trump aseguró que iba a informar a los líderes de la OTAN y al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, sobre la cita de Alaska.
Los dos se dedicaron muestras de cercanía. Putin habló de cómo los dos pueblos son vecinos y tienen una historia común. Lamentó los años de distanciamiento y regaló a Trump los oídos al asegurar que efectivamente con él en la Casa Blanca no habrían "estallado las hostilidades" en Ucrania. Es uno de los mantras favoritos de Trump: "Esta guerra nunca habría empezado conmigo". Y así aprovecha para arremeter contra su antecesor. También invitó a Trump a que el próximo encuentro sea en Moscú, y el presidente estadounidense, que llamó al líder ruso por su nombre de pila, Vladimir, en alguna ocasión no lo descartó.
David Smith, jefe de la delegació de The Guardian en Washington, ironiza con que ese fue el momento en que se vio que entre Trump y Putin hay "amor verdadero". Para Smith, la cita fue peor aún que Yalta o Múnich.
Según John Bolton, ex embajador de EEUU ante la ONU,"Trump no consiguió nada, salvo más reuniones. Putin, en mi opinión, ha avanzado mucho en el restablecimiento de la relación, lo que siempre he creído que era su objetivo principal. Ha escapado a las sanciones, no se enfrenta a un alto el fuego, la próxima reunión no está fijada y Zelenski no fue informado de nada de esto antes de la rueda de prensa".
De paria a 'primus inter pares'
Putin vuelve a Moscú con una colección de fotos para el recuerdo. De paria, por la orden de busca y captura internacional del Tribunal Penal de La Haya, a primus inter pares con el líder de Estados Unidos. Donald Trump le recibió con las manos abiertas y le rindió todos los honores. Las imágenes en la alfombra roja de los dos dándose la mano fraternalmente son un regalo para la propaganda rusa. Incluso Trump tuvo la deferencia de llevarle en su limusina, la Bestia la llaman.
Aunque había confesado a la Fox que se sentiría decepcionado si no había un anuncio de alto el fuego al final del encuentro, trató de mostrarse confiado en que se había dado un primer paso. Trump no sería Trump si finalmente reconoce que se ha equivocado con Putin y con eso ha jugado siempre el líder ruso, que vuelve a ganar tiempo. Es obvio que no quiere que acabe la guerra mientras no sea en sus términos, con una Ucrania sometida.
El temor era que Trump pactara con Putin la rendición de Ucrania sin Ucrania. Habría sido imposible de facto porque los ucranianos no lo iban a aceptar. Pero no. El objetivo de Putin era que fuera Trump el sometido y lo ha conseguido.
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