Sylvan Adams luce sonrisa en las fotografías que distribuye el club de su propiedad. En sus apariciones públicas habla de sus dos pasiones: el ciclismo e Israel, el país al que se mudó en 2015.  Adams es el rostro que se esconde tras Israel-Premier Tech, el club ciclista cuya presencia en La Vuelta a España lleva días provocando protestas pro palestinas y ha llevado a la dirección de la competición a sugerir su salida voluntaria para, dicen, garantizar la seguridad de una prueba que esta semana quedó sin ganador ni final en su onceava etapa tras invadir la multitud la meta en la Gran Vía de Bilbao.

Adams, judío canadiense, tiene el sueño de convertir Tel Aviv en el “Ámsterdam de Oriente Próximo” después de sufragar la construcción de su primer velódromo. Se autoproclama “embajador en misión especial de Israel” y no oculta que su misión vital es promover a su país de adopción, tanto en el extranjero como en el interior, “de formas creativas e innovadoras, acordes con la energía y el espíritu de Israel, la nación start-up”. Desde hace unos meses, también preside la oficina nacional del Congreso Judío Mundial, un notable lobby sionista.

La plataforma Gernika-Palestina protesta contra la presencia del equipo Israel-Premier Tech en la Vuelta y contra la situación que vive la población de Gaza a la salida de la duodécima etapa de este jueves en Laredo (Cantabria). | Efe

Sportswashing como estrategia

Desde su mansión frente al Mediterráneo, el filántropo canadiense-israelí insiste en que sus millones se invierten para “construir puentes”. Pero, a su paso, las protestas crecen, los campus se vuelven escenarios de manifestaciones y las calles europeas se llenan de pancartas que denuncian un mismo término: “sportswashing”, el uso del deporte para lavar la imagen y el crédito de un país, una estrategia que llevan años usando Bahréin o Emiratos Árabes Unidos en el ciclismo o Qatar y Arabia Saudí en el fútbol.

En la guerra de la comunicación estamos fracasando estrepitosamente

Hace apenas una semana, Adams mostraba en público su “angustia” por el creciente aislamiento internacional de Israel, en mitad de una operación militar que ha asesinado a más de 63.000 gazatíes -en su mayoría, civiles- y desvastado la Franja, con el Tribunal Internacional de Justicia considerando “plausible” la tesis del genocidio. “En la guerra física, hemos hecho milagros con cosas que parecen ciencia ficción, pero en la guerra de la comunicación estamos fracasando estrepitosamente”, declaró Adams en su casa de Tel Aviv, durante un evento benéfico. “La situación está empeorando cada vez más para nosotros, y esto se pone de manifiesto a través del terrible antisemitismo que se vive en todo el mundo”, deslizó en el enésimo intento de usar la acusación de antisemitismo para erradicar cualquier crítica a las acciones del Gobierno israelí. “Tenemos que tomarnos esto mucho más en serio. Contamos con personas inteligentes y debemos aprovecharlas para contrarrestar la campaña de un billón de dólares que Qatar ha lanzado contra nosotros”.

Como un soldado leal, Adams aporta su fortuna a la causa ultranacionalista que defiende. Cada vez que el equipo Israel-Premier Tech rueda en alguna gran vuelta ciclista, el pelotón arrastra mucho más que bicicletas: lleva detrás la guerra de Gaza, la ocupación de Cisjordania, las acusaciones de apartheid y un país que, en sus propias palabras, “está perdiendo la batalla mediática contra Hamas”.

Sylvan Adams, propietario de Israel Premier Tech

El “embajador” que corre contrarreloj

Adams, de 66 años, habla con verbo afilado y metas claras. Su vida parece sacada de un guion improbable: heredero del imperio inmobiliario Iberville Developments en Canadá, millonario, atleta tardío —empezó a competir en ciclismo a los 40— y dos veces campeón mundial máster. Pero su verdadera carrera no está en las carreteras: es la construcción del relato.

Desde que se instaló en Tel Aviv hace una década, decidió que su misión personal sería “mostrar al mundo la verdadera cara de Israel”. Y ofreció su dinero al propósito. Desde entonces ha financiado velódromos, rutas ciclistas, conciertos internacionales, becas de élite, e institutos científicos. Llevó a Madonna para cantar en Eurovisión, pagó el fichaje de la selección argentina para jugar un amistoso en Jerusalén y logró que el Giro de Italia arrancara desde Jerusalén en 2018, la primera vez que una gran vuelta comenzaba fuera de Europa. Pero sus proyectos vienen con una agenda. Adams no lo oculta: “Soy el embajador global de Israel”, repite. Ahora, con su nuevo cargo en el Congreso Judío Mundial, esa ambición adquiere rango institucional.

La iniciativa Gernika Palestina ha invadido este miércoles un tramo de la Gran Vía de Bilbao al paso de la Vuelta ciclista por la capital vizcaína en protesta por la participación del equipo Israel Premier Tech y en apoyo a Palestina por lo que ha tenido que intervenir la Ertzaintza. | EFE

El ciclismo bajo fuego

Hace justo un año, mientras el equipo Israel-Premier Tech disputaba el Tour de Gran Bretaña, un grupo de activistas pro-Palestina bloqueó la salida en Kelso. Banderas palestinas, pancartas que acusaban al equipo de blanquear crímenes de guerra y una consigna repetida: “Taking genocide on tour” (“Llevando el genocidio de gira”).

Los organizadores de las protestas —entre ellos Scottish Sport for Palestine y el Gaza Genocide Emergency Committee— advirtieron que “no era un ataque al ciclismo”. “Es un rechazo a que se use el deporte para lavar la reputación de un Estado acusado de apartheid y genocidio”, denunció una de sus portavoces. En 2024, Israel-Premier Tech retiró discretamente la palabra “Israel” de sus vehículos de apoyo “por precaución”. El uniforme sigue promocionando “Israel”.

Los incidentes en territorio británico se han vuelto a repetir desde hace una semana en La Vuelta. En julio, en el Tour de Francia, también un manifestante irrumpió en la meta al grito de “Israel fuera del tour”.

Campus en guerra

Si las carreteras españolas se han llenado de banderas palestinas, los campus canadienses se han convertido en trincheras. En 2024, McGill University, la alma mater de Adams, se convirtió en epicentro de las protestas estudiantiles contra la guerra de Gaza. Adams había donado 29 millones de dólares para crear el Sylvan Adams Sports Science Institute, y en respuesta los estudiantes votaron mayoritariamente —casi el 80%— a favor de boicotear a cualquier institución o persona vinculada con el “apartheid israelí”.

La reacción de Adams fue explosiva. En una entrevista con The Canadian Jewish News, calificó a los activistas de “fashionistas antisemitas”, los acusó de recibir financiación de Irán, Qatar y China y presionó a la universidad para que expulsara a los líderes de las protestas.

“Adams quiere destruir las perspectivas de estos estudiantes, arruinarlos”, denunció entonces el músico Roger Waters, fundador de Pink Floyd y uno de los críticos más feroces de Israel. Waters acusó al multimillonario de intentar usar la cultura para legitimar un Estado que “arrasó hospitales, escuelas y universidades” en la Franja de Gaza. En octubre de 2024, manifestantes irrumpieron en el campus y vandalizaron el instituto que lleva el nombre de Adams. Desde entonces, McGill vive bajo órdenes judiciales que limitan las protestas, mientras Adams multiplica su influencia entre los donantes.

La plataforma Gernika-Palestina protesta contra la presencia del equipo Israel-Premier Tech en la Vuelta y contra la situación que vive la población de Gaza a la salida de la duodécima etapa de este jueves en Laredo (Cantabria). | Efe

Del velódromo al Congreso Judío Mundial

En marzo de 2025, Adams dio otro paso en su proyecto personal: fue nombrado presidente del capítulo israelí del Congreso Judío Mundial. Su agenda es clara: fortalecer la conexión entre Israel y la diáspora, blindar la narrativa internacional y convertir la cultura y el deporte en herramientas diplomáticas.

Adams se presenta como un constructor de puentes, pero los hechos lo rodean de trincheras. Su equipo ciclista se ha convertido en símbolo de polarización global. Sus donaciones generan tanto gratitud como rechazo. La estrategia de Adams parece clara: invertir millones para que el mundo asocie a Israel con deportes, cultura y ciencia. Pero la narrativa se le escapa. Cada etapa ciclista, cada donación, cada gran evento internacional abre un nuevo frente de batalla.

“Para Sylvan Adams, propietario de Israel-Premier Tech, es demasiado tarde para 'mantener la política fuera del deporte'. Su equipo es política en el deporte. Adams, que es vehementemente anti-palestino, lo patrocina en su autoproclamado papel no oficial de embajador israelí”, desliza el historiador británico Alan Lester. “Israel está cometiendo un genocidio. Si alguna vez ha habido un momento para la contra política en el deporte, es este. Me encanta el ciclismo y ver correr a los profesionales. Por mucho que me compadezca de sus corredores, el equipo que representa a un Estado genocida debería retirarse de la Vuelta”, concluye.