La Global Sumud Flotilla se encuentra ya a 175 millas náuticas de Gaza —unos 324 kilómetros— y se prepara para entrar durante la noche en la zona considerada de “alto riesgo”. Allí, según adelantó la radio pública israelí Kan, la Marina israelí se dispone a interceptar a los barcos en las próximas 24 horas, con planes que incluyen el hundimiento de algunas embarcaciones debido a su elevado número, además de la detención, interrogatorio y posterior deportación de los activistas. La misión, compuesta por más de 500 personas a bordo de más de cuarenta barcos, ha reclamado un “paso seguro” hacia la franja y advierte de que “cualquier ataque contra la flotilla es un ataque a Palestina”.
La travesía no ha estado exenta de obstáculos. Desde su salida, con barcos procedentes de España, Túnez, Italia y Grecia, la flotilla denunció ataques con drones durante su escala en puertos tunecinos, además de explosiones e interferencias en las comunicaciones en alta mar. Pese a ello, sus organizadores mantienen firme la decisión de continuar. “Tenemos pleno conocimiento de los riesgos”, subrayaron, insistiendo en que “la marina italiana no descarrilará esta misión”.
La posición de Italia ha generado malestar entre los activistas. El Gobierno de Roma envió la fragata Alpino para prestar asistencia en caso de necesidad, pero ya ha anunciado que no la acompañará más allá de las 150 millas de la costa de Gaza. Además, emitirá una última llamada en la noche del 1 de octubre para ofrecer a los participantes la opción de abandonar la misión. “Nos van a dejar solos en el momento más difícil, cuando estemos más amenazados”, lamentó por teléfono a EFE la excaldesa de Barcelona, Ada Colau, una de las integrantes de la flotilla. La organización fue más allá, calificando la decisión italiana de “sabotaje” y de intento de “desmoralizar y fracturar una misión humanitaria pacífica que los gobiernos no han asumido, pese a que es su silencio y complicidad lo que nos ha llevado hasta aquí”.
España, por su parte, ha secundado la posición de Italia. El Gobierno envió el pasado viernes desde Cartagena el buque de acción marítima Furor, aunque, según los activistas, aún no ha alcanzado a la flotilla. En paralelo, fuentes de Moncloa confirmaron que un buque de Salvamento Marítimo ya se encuentra en un radio operativo para responder a emergencias, pero advirtieron que no entrará en la zona de exclusión decretada por Israel. “Hacerlo pondría en riesgo la integridad física de su tripulación y de la propia flotilla”, señalaron. El Ejecutivo español pidió encarecidamente a los activistas que no crucen ese límite, insistiendo en que “la misión de la flotilla es encomiable y legítima, pero las vidas de sus integrantes tienen que estar por encima”.
La decisión sitúa a España en la misma línea que Italia: ambas naciones ofrecen respaldo humanitario y apoyo de emergencia, pero rechazan acompañar a los barcos hasta aguas próximas a Gaza. Esta postura, que los organizadores interpretan como una forma de presión y desmoralización, deja a la flotilla prácticamente sola ante la amenaza de una inminente interceptación israelí.
Mientras tanto, refuerzos llegan por mar: el barco Conscience, atacado con drones el pasado mayo en aguas de Malta, zarpó este martes desde el puerto italiano de Otranto rumbo a Gaza, con la intención de unirse a la expedición. Se integra así en la Flotilla de la Libertad, que desde 2008 ha impulsado más de una decena de misiones marítimas hacia el enclave palestino bajo bloqueo.
Te puede interesar