Llevaba varias semanas sin aparecer, aunque había amenazado con seguir revelando los secretos mejor escondidos del régimen alauí. Y ahora, al calor de la nueva oleada de protestas convocada para este sábado por la Generación Z de Marruecos, el hacker Jabaroot que desde hace meses desnuda al poder ha vuelto a irrumpir en escena: su última revelación golpea de lleno al Palacio Real y la astronómica factura de los empleados de la corte de Mohamed VI.

Los ficheros difundidos por el hacker, días después de que en un discurso Mohamed VI defendiera la “justicia social” y la polémica apuesta por las inversiones millonarias en estadios, revelan los sueldos de las 3.400 empleados de la Casa Real marroquí, distribuidos en varias decenas de palacios, viviendas y propiedades de la familia gobernante a lo largo y ancho de Marruecos. Según las tablas filtradas -que incluyen el nombre, fecha de inicio del contrato, nacionalidad e incluso sus direcciones personales-, el gasto en personal supera los 50 millones de euros. La media salarial entre la corte de Mohamed VI es superior a los 15.000 euros anuales, el triple de la media nacional (situada en torno a los 4.500 euros).

Sin parangón entre las monarquías europeas

Un dispendio que está lejos del apartado salarial de la Casa Real española, que ronda los 4 millones de euros. El presupuesto global de la monarquía alauí excede los 200 millones de euros, muy lejos de los 8 millones de Zarzuela. En la partida española solo se incluyen los gastos gestionados directamente desde la Casa Real, pero no los otros costes que asumen otros ministerios estatales, como la seguridad, a cargo del Ministerio del Interior); la Guardia Real y otros servicios militares, dependientes del Ministerio de Defensa; los vehículos y conductores (Ministerio de Hacienda), los viajes oficiales por Exteriores así como el mantenimiento de palacios por Patrimonio Nacional.

Si se compara con el gasto de las familias reales europeas, ninguna llega al gasto anual de la Casa Real alauí. A la cabeza se sitúa el Reino Unido, cuya Casa Real recibió en 2024 una dotación de 86,3 millones de libras esterlinas, equivalentes a entre 100 y 110 millones de euros. El coste real es bastante mayor, pues no incluye partidas asumidas por otros departamentos del Estado, como la seguridad, el transporte o el mantenimiento de residencias reales. En segundo lugar se encuentra Mónaco, con unos 48 millones de euros anuales, seguido muy de cerca por las monarquías de Noruega y los Países Bajos, cuyos presupuestos rondan los 43 y 44 millones de euros. En el caso noruego, la cantidad cubre tanto los gastos personales del rey como los del personal y mantenimiento de las residencias oficiales.

Unas cifras que pueden alimentar la contestación en las calles de Marruecos, donde desde hace tres semanas colectivos juveniles organizados desde internet piden mejores servicios públicos de educación y sanidad; medidas para paliar el desempleo juvenil y reducir los abismos sociales, mientras el establishment marroquí invierte millones en la construcción y renovación de estadios con la vista puesta en el Mundial de fútbol de 2030, que Marruecos organiza junto a España y Portugal.

Mohamed VI en un acto reciente.

"Todo vuestro sistema está bajo control"

El regreso a escena de Jabaroot está acompañado de sus amenazas al poder alauí, en línea con sus ya habituales mensajes a ministros y capos de la seguridad y la inteligencia. "Todos vuestros sistemas están bajo control", amenaza en la publicación que desnuda el gasto de palacio, en un claro desafío a Mohamed VI, una figura que hasta ahora ha quedado fuera de las protestas a pesar de que los jóvenes le reclaman la caída del Gobierno y medidas contra la corrupción de la élite política y económica.

"Esta publicación es la réplica al desprecio del rey con relación a las reivindicaciones de la juventud marroquí para que disuelva al Gobierno", explica Jabaroot ahondando en la crisis que vive el país vecino. "Es también un aviso para quienes creían estar a salvo del peligro", agrega.

Jabaroot es el nombre de un misterioso hacker que ha sacudido los cimientos del poder en Marruecos. Fuentes con conocimiento de los pasillos del poder en Marruecos, en conversación con El Independiente, lo identifican como un antiguo miembro del aparato de inteligencia del país decidido a vengarse de quienes, según él, manejan con impunidad los secretos del Estado. Su actividad, descrita como una forma de presión psicológica excepcional contra la poderosa Dirección General de la Seguridad del Territorio, ha dejado al descubierto el nervio más sensible del régimen: su propio sistema de espionaje.

Desde su canal de Telegram, Jabaroot ha lanzado acusaciones y documentos que comprometen a figuras clave del Estado marroquí. En su narrativa, denuncia la corrupción, el abuso de poder y el uso de la vigilancia como herramienta política. Sus filtraciones, cada vez más precisas y explosivas, lo han convertido en una figura incómoda, comparada con Julian Assange por su audacia y su capacidad para desafiar a las estructuras más herméticas del país.

Entre sus revelaciones más sonadas está el caso de Abderrahim Hamidine, jefe de la inteligencia en Casablanca, al que atribuye la compra de una lujosa mansión con piscina pese a su salario de funcionario. También ha apuntado contra Mohamed Raji, conocido como “Monsieur Écoute”, a quien señala como cerebro del espionaje electrónico y responsable del uso del programa Pegasus dentro del país.

Otra filtración relevante afectó al ministro de Justicia, Abdellatif Ouahbi. Jabaroot difundió documentos que, según él, muestran que el ministro adquirió una vivienda en Rabat con un crédito millonario pagado en un plazo inusualmente corto, y que más tarde donó la propiedad a su esposa con un valor inferior al real. La acusación, acompañada de copias de contratos y escrituras, provocó un revuelo político en Rabat.

Las filtraciones no se detienen en casos individuales. Jabaroot ha publicado listas con los nombres y datos personales de altos mandos de la DGST, revelando supuestos movimientos de dinero y conexiones opacas entre responsables de inteligencia y círculos empresariales. Su objetivo declarado es mostrar cómo el poder en Marruecos se sostiene sobre un sistema de control y vigilancia que, en sus palabras, “espía a todos para proteger a unos pocos”.

El impacto de sus acciones ha abierto un debate interno sobre la seguridad del Estado y las tensiones dentro del aparato de inteligencia. Diversas interpretaciones sugieren que Jabaroot podría ser la cara visible de una guerra interna entre facciones del poder, o incluso una operación encubierta para desacreditar al todopoderoso director de seguridad, Abdellatif Hammouchi. Sea quien sea, el hacker ha logrado algo inédito: que los secretos del régimen marroquí circulen a plena luz y sin control, en un país acostumbrado al silencio y la opacidad.