Montenegro, que aspira a ser el Estado miembro número 28 de la Unión Europea, intenta transformar su geografía en energía limpia. El pequeño país balcánico, tradicionalmente dependiente del carbón y del turismo estacional, se ha propuesto convertirse en un nudo regional de energías renovables. Y, en ese empeño, España es un espejo en el que mirarse.
“España es un socio valioso en este proceso”, reconocen a El Independiente fuentes del ministerio de Energía montenegrino. Luštica, a orillas del Adriático, acoge hasta hoy miércoles la conferencia “Smart Growth, Green Future – Accelerating Investments in Montenegro”, inaugurada ayer por el primer ministro Milojko Spajić y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Concebido como escaparate internacional de la nueva estrategia energética, pretende situar al país en la senda de la adhesión a la Unión Europea. “Montenegro está preparado para ser parte de la Europa verde”, proclamó Von der Leyen ante un auditorio repleto de inversores europeos.
Fuentes gubernamentales montenegrinos reconocen a este diario que hasta 15 empresas españolas fueron contactadas para participar en el encuentro. Al menos dos han acudido a la cita: una dedicada al desarrollo de proyectos de energías renovables y otra proveedora de tecnologías avanzadas de adquisición de datos industriales. “Confiamos en que España desempeñe un papel relevante en nuestra transición energética”, deslizan.
El Ejecutivo de Spajić aspira a aprovechar el conocimiento acumulado por España en energía solar y eólica para impulsar la independencia energética del país, que hasta hace poco importaba buena parte de su electricidad.
El salto solar
Montenegro lanzó este verano su primera subasta para 250 megavatios de capacidad solar, el mayor proceso inversor en la historia energética del país. “Hemos recibido más de sesenta propuestas del sector privado”, detalla Šahmanović. “Esperamos atraer inversiones por unos 400 millones de euros. Nuestro objetivo es claro: acelerar la transición verde y situar a Montenegro en el mapa europeo de la energía limpia”.
El país tiene un potencial solar y eólico inmenso
La iniciativa llega tras la aprobación de una Ley de Energías Renovables alineada con la normativa europea, que introduce un sistema de subastas competitivas y simplifica los trámites para nuevos proyectos. A la par, una nueva Ley de Energía permite la integración en el mercado único de la UE, refuerza la protección al consumidor y establece mecanismos para combatir la pobreza energética.
“Estamos construyendo un marco transparente, predecible y atractivo para los inversores”, añade Šahmanović. “El país tiene un potencial solar y eólico inmenso, y queremos aprovecharlo sin repetir los errores del pasado”. Los inversores pueden confiar en un entorno estable y transparente, unas normas claras y una firme voluntad política para impulsar la transición energética. Montenegro está en camino de alcanzar la independencia energética, la innovación y la plena integración en el futuro verde europeo", subrayan desde el ministerio.
Del carbón al sol
La ambición choca, sin embargo, con su herencia más inmediata. La central térmica de Pljevlja, responsable de casi la mitad de la electricidad nacional, sigue funcionando a base de lignito. El Gobierno ha fijado 2041 como fecha oficial de cierre, aunque Bruselas presiona para adelantarla. “Sabemos que tendremos que hacerlo antes”, admite el ministro. “Pero el reto no es solo técnico, sino social: la ciudad entera depende de esa planta”.
La estrategia oficial incluye la construcción de nuevas plantas hidroeléctricas y, posiblemente, una central de gas, como solución temporal mientras avanzan los proyectos de energías renovables. El ministro, que también encabeza el consejo de “transición justa”, asegura que el objetivo es “reconvertir una economía basada en el carbón y el turismo en otra sustentada en la energía y la innovación”.
Italia, la puerta de Europa
El segundo gran eje del plan pasa por la interconexión con Italia, que en la práctica convierte a Montenegro en un puente energético entre los Balcanes y el mercado europeo. El país firmará este mes con Italia un memorando de entendimiento que allanará la construcción de un segundo cable submarino de 445 kilómetros entre Kotor y Pescara.
El proyecto, valorado en 500 millones de euros, duplicará la actual capacidad de transporte de 600 MW del cable inaugurado en 2019 y gestionado por la italiana Terna. “Esto nos permitirá vender electricidad a precios más competitivos y reforzar nuestra integración con la UE”, explica el primer ministro.
La lección del apagón
La urgencia de modernizar la red se hizo evidente en junio de 2024, cuando un gran apagón dejó sin luz a Montenegro, Bosnia, Albania y parte de Croacia en plena ola de calor, en lo que algunos vieron como un antecedente al corte eléctrico general que sufrieron España y Portugal el pasado abril. El colapso reveló las fragilidades de una infraestructura envejecida, incapaz de absorber los picos de demanda y la creciente inyección de energía solar.
“Lo ocurrido demuestra que necesitamos invertir tanto en generación como en red”, reflexiona Šahmanović tras la crisis. “Si tuviéramos un sistema más robusto, no se habría producido. La estabilidad depende de una mezcla equilibrada de fuentes: solar, eólica y térmica”.
España, modelo y socio
Montenegro espera cerrar el capítulo energético de las negociaciones de adhesión antes de que termine el año. “Todo va en la dirección correcta”, asegura el ministro. En Bruselas, el país balcánico se percibe como el alumno más avanzado del grupo de candidatos. La presidenta Von der Leyen lo reafirmó este martes en Podgorica: “Montenegro demuestra que la transición verde puede ser motor de prosperidad y de integración europea”.
El paralelismo con España no pasa desapercibido. Desde el ministerio montenegrino reconocen que el modelo español inspira su estrategia nacional. “Queremos aprender de su experiencia y atraer a sus empresas”, señalan. De momento, este pequeño país -con una extensión a la región de Murcia y una población que excede por poco los 600.000 habitantes- ha encontrado dificultades para seducir a las empresas españolas y convencerlas de las bondades de invertir en su geografía. A pesar de los desafíos, Šahmanović está confiado en el futuro de la apuesta: “La energía será nuestro nuevo turismo”.
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