Jarek recuerda como cuando cumplió 18 años su madre le prometió algo especial. Fueron juntos a comprar una cazadora vaquera en una Pewex (Compañía de Exportación Interna) en el centro de Varsovia. Ninguno de los dos se imaginaba que tres años más tarde caería el comunismo, y que la capital de Polonia acabaría convirtiéndose en el centro financiero de Europa Central y Oriental. Frente al Palacio de la Cultura acaba de abrir su puertas una gran tienda de Uniqlo, a pocos metros de otras marcas internacionales como Zara o H&M. Las colas en el comunismo se hacían en Varsovia para comprar productos básicos, ahora para entrar en coquetos restaurantes o subir a la Varso Tower, el rascacielos más alto de la Unión Europea. 

Polonia ha experimentado una transformación económica excepcional porque lo ha hecho en una sola generación. En 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, era el país más pobre de Europa, con excepción de Albania. Su economía equivalía al 21% de la española. Según los analistas de VeloBank, ahora supera la mitad y llegará al 80% a mitad del siglo. 

Treinta y seis años más tarde Polonia, con 37,4 millones de habitantes, es la quinta economía europea según su Producto Interior Bruto en términos de Paridad de Poder Adquisitivo per cápita. Así se tiene en cuenta los bienes y servicios finales en relación a su número de habitantes en un año determinado. Con 55.340 dólares recientemente ha rebasado a Japón (54.815) y pisa los talones a España (56.888). 

Los datos dan vértigo. Hace veinte años, el PIB per cápita de Polonia era el 48% de la media de la UE (en paridad de poder adquisitivo). Hoy se sitúa por encima del 82%. Se ha triplicado su PIB en términos de Paridad de Poder Adquisitivo. 

En el club de los 20 billonarios

Este verano se regodeaba el primer ministro polaco, Donald Tusk, por los buenos datos en términos de PIB. "¿Cuál es la economía que se desarrolla más rápidamente en Europa? La economía de Polonia", escribía Tusk en su cuenta de X. Compartía un gráfico en el que se veía cómo lleva la delantera en la Unión Europea con un crecimiento del 0,8% en el segundo trimestre de 2025 en relación al precedente.

En 2024 el PIB se incrementó un 3,4%; en España, una décima más. Este año se espera que Polonia crezca un 3,5% y España un 3%. En septiembre Tusk presumía de que "Polonia había entrado en el club de los países billonarios… Son 20 países de los 195 del mundo. Y no hemos dicho la última palabra", añadía el primer ministro. En el próximo G20 en Miami estará presente y aspira a un puesto de invitado permanente, como España.  

Dos hitos

"Polonia lleva creciendo de forma sostenida desde hace más de tres décadas. La media ha sido del 4% por año, y eso no suena muy alto, pero son más de 30 años. Solo hubo un año de recesión, el del Covid. Fue la única caída del PIB. No es un milagro de la noche a la mañana sino un milagro que se ha ido construyendo durante años", señala el economista Witold Orłowski, director de la Escuela de Negocios de la Universidad Tecnológica de Varsovia.

Hay dos hitos en este proceso: 1990 cuando Polonia era un país empobrecido por una gestión nefasta de los comunistas; y 2004, cuando ingresó en la Unión Europea. "En los 90 Polonia aplicó un plan muy radical para reconstruir las instituciones políticas y liberalizar la economía. Fue un big bang que empezó a dar frutos a finales de los 90. Al principio fue muy duro pero luego logró el crecimiento más rápido y sostenido en las últimas décadas, con Irlanda", sostiene Witold Orłowski. 

El plan al que se refiere Witold Orłowski lleva el nombre del ministro y economista polaco Leszek Balcerowicz y consistió en una inmersión acelerada en el capitalismo. Las reformas se basaban en la desregulación, libertad de flujos de capitales, reducción de la deuda y el déficit, es decir, un giro drástico desde la economía planificada a la economía de mercado. Sin red. Primero cayó la producción pero a partir del tercer año la economía empezó a repuntar. Los costes fueron elevados: mucha gente perdió el empleo. 

En aquel momento hasta 2,5 millones de polacos emigraron, principalmente a Reino Unido, Alemania e Irlanda. También a España. Desde 2018, este flujo se ha invertido. Muchos hijos de los que se fueron sueñan con volver a Polonia, como Marek, un policía francés de origen polaco que dejaría Marsella mañana mismo si tuviera un empleo similar. A España van los polacos ahora de vacaciones y a adquirir viviendas en la costa. En 2024 hubo 4.200 compras inmobiliarias, según los Registradores de España. Supone un 35% más que en 2023. 

El mercado común europeo, una oportunidad

En tiempo récord Polonia se transformó y se fue convirtiendo en una economía diversificada con una fuerte demanda interna y un sector de exportaciones dinámico. A diferencia de España, no depende de los servicios (turismo y construcción) sino que su sector industrial llega al 22% del PIB (entre el 15 y el 17% del PIB en nuestro país). La cercanía a Alemania ha ayudado a impulsar las exportaciones a este país: es su cuarto socio comercial, por encima de Francia. 

Atrajo las inversiones extranjeras gracias al Acuerdo de Asociación con la Unión Europea de 1991 en el que a cambio de que se tomara en cuenta su interés en ingresar en el club comunitario abría su mercado. Entraron las grandes empresas europeas sin restricciones y las polacas se tuvieron que poner las pilas para poder competir. No es extraño que el Banco Mundial haya admitido que "el éxito económico de Polonia desde 1989 no tiene precedentes”.

Marcin Piatkowski, economista senior del Banco Mundial y profesor asociado de la Universidad Kozminski de Varsovia, subrayaba en un artículo reciente que hay muchas razones que explican el éxito de Polonia pero que nada habría sido posible sin estar en la Unión Europea. Es el caso de España también. Pero el punto de partida de Polonia estaba muy por debajo. España sufrió una dictadura pero era un país capitalista. Franco se dio cuenta de tenía que favorecer el desarrollo y la formación de una clase media para sobrevivir. El comunismo hizo de Polonia un país pobre y dependiente. 

El milagro polaco

Los fondos europeos, que Polonia sigue recibiendo, han sido importantes para impulsar su desarrollo. En febrero de 2024, la UE descongeló 137.000 millones de euros del plan de recuperación, bloqueados a finales de 2022 por la Comisión Europea debido a las agresiones al Estado de derecho del Gobierno de Morawiecki. Ahora se están empleando a toda velocidad. 

No hay más que ver el estado de las carreteras polacas en comparación a las francesas, incluso las alemanas. Ya hay 5.300 kilómetros de autopistas. Por cierto, carreteras donde la mayoría de los campeones que se ven son polacos, lo que indica de dónde viene la producción y a dónde se dirige. O el megahub de transportes, incluido aeropuerto, que se está edificando en las inmediaciones de Varsovia. Será un centro de comunicaciones de Europa Central que contribuirá a impulsar aún más el comercio. 

Sin embargo, Witold Orłowski destaca que no son los fondos europeos la razón fundamental, y la prueba es que otros países vecinos reciben también fondos y no han crecido de la misma forma. "Los fondos han influido en el desarrollo del país, en la construcción de carreteras, pero lo más determinante ha sido la participación en el mercado común europeo porque Polonia ha demostrado ser muy competitiva. La inversión ha aumentado y la exportación ha crecido. Las exportaciones polacas han aumentado un 9% al año, en euros un 12%. Es normal en Corea no en Europa. El total de exportaciones eran 50.000 millones de euros hace 20 años y ahora llega a los 500.000 millones". 

Además, Polonia ha cuidado especialmente su sector financiero, al que ha dado garantías al desarrollar instituciones sólidas. De hecho, Polonia evitó la crisis de 2008. 

Witold Orłowski, como otros economistas, subraya cómo son varios factores los que explican el milagro polaco. Hay que destacar el nivel educativo, que sí que se cuidó en el comunismo y luego ha seguido avanzando, lo que facilita que la población esté bien cualificada. El carácter polaco también ayuda: históricamente los polacos están acostumbrados a no confiar en el Estado y son individualistas. "Lo mejor que puede hacer el Estado es no molestar", suelen decir. 

Más fácil contratar y despedir

Las condiciones laborales favorecen la creación de empleo: Polonia es uno de los tres países con tasa más baja de desempleo (3,2%) de la UE. España tiene la mayor tasa (10,4%). La flexibilidad laboral es clave en este caso. Por un lado, los costes de despedir a un empleado son mucho menores que en España. La indemnización por despido no supera los tres meses y un máximo de 15 salarios mínimos. El paro se cobra entre 180 días y un año. Como máximo unos 2.000 zlotys (menos de 500 euros).

Pero a la vez el salario medio cada vez se acerca más al español: unos 2.000 euros brutos mientras que en España sería 2.250. También se facilita la creación de negocios: un ejemplo llamativo sería el coste de la licencia para tener un taxi apenas es de 500 zlotis (120 euros), mientras que en España supera los 150.000 euros. 

"Los costes sociales están aumentando en Polonia. Pero es cierto que no hay sindicatos fuertes de modo no hay tanta presión para aumentar la indemnización por despido o el tiempo de desempleo. Es más fácil contratar y más fácil despedir. Lo que empieza a faltar es gente por el drama demográfico, la tasa de natalidad es muy baja. Lo resolvemos con la inmigración. Hay unos dos millones de ucranianos y bielorrusos. Es una población que se integra fácilmente y está educada", explica Witold Orłowski.  

Euro, no gracias

Sobre la introducción del euro no hay debate. La población polaca lo rechaza por temor a que suban los precios. Es lo que ven que ha ocurrido en la vecina Lituania, por ejemplo. Según Orłowski, "no es un factor importante que explique el mayor nivel de renta. La política monetaria es muy razonable y el Banco Central controla bien. Ha ayudado en los periodos de crisis, sobre todo en la crisis financiera. Pero no es un factor crucial. Si tuviéramos el euro no tendríamos datos muy diferentes. Hungría y Chequia no tienen euro y su evolución económica no es igual”. 

A pesar de esta evolución tan esperanzadora en el horizonte se vislumbran algunos nubarrones. El déficit público ha aumentado hasta el 6,6%, el mayor después de Rumanía, con un 9,3%, debido al incremento del gasto en defensa. Polonia va a cumplir con el 5% en defensa antes que ningún otro aliado, a más tardar en 2026. También se ha incrementado el gasto en sanidad tras el Covid, y el gasto energético es alto y por ello quiere apostar por la energía nuclear. Comparte con otros países europeos el problema de la baja tasa de natalidad y va a tener que fomentar la producción con robots y el recurso a la Inteligencia Artificial. 

A pesar de todos sus logros, los polacos no terminan de creérselo y ven a España como un país de gran patrimonio cultural e histórico, y una forma de vida gracias en parte al buen tiempo que admiran. Siempre inconformistas y con la experiencia de un maltrato secular por la historia están ahora empezando a reconocerse como una pais al que los vecinos ven con admiración.