Estados Unidos está listo para lanzar una nueva fase de operaciones relacionadas con Venezuela en los próximos días, aunque se desconoce qué alcance tendrán y cuándo se realizarán exactamente. Es probable que el primer paso sean operaciones encubiertas, pero desde la Administración Trump reconocen que sus opciones pasan por derrocar a Nicolás Maduro.

La designación del Cartel de los Soles, supuestamente liderado por Maduro, como organización terrorista extranjera por su presunto papel en la importación de drogas a EEUU allanaría el camino para actuar a Trump. El presidente de EEUU podría ordenar a partir de ahora operaciones encubiertas, aplicar sanciones que supongan la congelación de activos, confiscar bienes o activos del cartel y perseguir a cualquiera que colabore con el grupo designado como terrorista.

A su vez, la presencia del jefe del Estado Mayor de EEUU, Dan Caine, en Puerto Rico ha levantado la sospecha de una acción inminente. Hay unos 5.000 efectivos estadounidenses en bases en Puerto Rico. A ellos se suma más de 10.000 soldados en la zona del Caribe, en lo que se califica como el mayor despliegue militar en la región desde las crisis de los misiles en 1962. Desde el 16 de noviembre forma parte de esta operación, llamada Lanza del Sur, el mayor portaaviones de EEUU, el USS Gerald Ford.

Todo con el objetivo teórico de la lucha contra las drogas pero con esa misma finalidad Trump puede decidir actuar contra Maduro. Recordemos que la cabeza de Maduro tiene un precio: 50 millones de dólares, igual que Osama bin Laden, el autor intelectual del 11S. Para Trump es el líder de un cartel de la droga, de modo que podría intervenir contra sus activos o infraestructuras en esta lógica. Maduro ha calificado de "ridícula patraña" la designación como organización terrorista extranjera del Cartel de los Soles.

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos advirtió el viernes a las principales aerolíneas de una situación "potencialmente peligrosa" al sobrevolar Venezuela y les pidió precaución. Varias aerolíneas internacionales, entre ellas Iberia, cancelaron el sábado vuelos con salida de Venezuela. Desde Europa, Alemania alertó a sus ciudadanos del riesgo de viajar a Venezuela. "La situación es muy tensa", dice el Comunicado del Ministerio de Exteriores alemán.

Presión con buques de guerra

La Marina estadounidense ha estado posicionando rutinariamente buques de guerra cerca de la costa de Venezuela, en lugares alejados de las principales rutas de narcotráfico del Caribe, lo que sugiere que el despliegue se enfoca más en una campaña de presión contra Venezuela que en la operación antidroga que el gobierno de Donald Trump dice estar llevando a cabo, según una investigación de The New York Times.

Cruceros y destructores militares han estado navegando constantemente en una zona situada a entre 80 y 160 kilómetros de las costas venezolanas, según un análisis de imágenes satelitales. Es decir, estarían a cientos de kilómetros de las zonas más transitadas por los traficantes de drogas. Aún así, han atacado 21 barcos que supuestamente transportaban drogas y han matado a más de 80 personas.

Algunos buques de guerra están equipados con potentes radares de vigilancia para identificar objetivos aéreos y terrestres, y están cargados con misiles de largo alcance capaces de atacar en el interior profundo de Venezuela. "La presencia naval que vemos aquí está dirigida hacia Venezuela, y ellos pueden verla", explicó Mark Cancian, coronel retirado del Cuerpo de Marines y experto militar del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, a The New York Times

"Este despliegue parte de la guerra psicológica: presencia militar, bombardeos, portaaviones. La presencia militar tan cerca de Caracas es para intimidar a Maduro y provocar un cambio. Creo que Trump espera que el círculo íntimo de Maduro se vea intimidado por la presencia de EEUU y le obligue a renunciar o removerlo con la fuerza", señalaba John Polga-Hecimovich, profesor de Ciencia Política en la US Naval Academy, a El Independiente.

Maduro se atrinchera

Trump combina medidas de fuerza como la presencia militar en el Caribe, encaminada también a dejar claro quién domina la región, con la opción de mantener conversaciones. En su estilo habitual, unos días asegura que está dispuesto a intervenir en Venezuela y otros asegura que hay negociaciones con el régimen en curso. Sin embargo, ha quedado claro en otras ocasiones que Maduro rechaza cualquier conversación sobre su salida inminente, si bien aceptaría negociar el acceso a recursos naturales o acuerdos económicos. "Maduro está dispuesto a correr riesgos enormes para permanecer en el poder", afirmaba Geoff Ramsey, investigador sobre Venezuela en el Atlantic Council, en Efecto Cocuyo.

Es su secretario de Estado, Marco Rubio, quien tiene más claro que habría que forzar la salida de Maduro como sea. De origen cubano, conoce bien la infiltración cubana en Venezuela y apoya a la opositora María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz de este año. El 10 de diciembre será la entrega en Oslo y tiene intención de asistir.

Pero en EEUU saben que si falla la opción de la intimidación y el acoso, tendría que correr riesgos para remover a Maduro, atrincherado tras su guardia pretoriana formada por cubanos. En el primer mandato de Trump ya se llevó a cabo una simulación militar en la que se evaluó qué pasaría si se desencadenara la caída de Maduro.

Entonces vieron que era probable que estallara el caos y la violencia en Venezuela, ya que unidades militares, facciones políticas rivales e incluso grupos guerrilleros se disputarían el poder. Ese riesgo sigue vigente. Y Trump no quiere que los estadounidenses le relacionen con operaciones militares que ocasionen pérdidas de vidas. En caso de que la presión no funcionara, o una traición controlada de forma remota, podrían optar por una intervención quirúrgica contra objetivos muy concretos.

Maduro, cuanto más se eleva la tensión, más templado se muestra en público. En vísperas de su 63 aniversario bailaba ante los universitarios este fin de semana y les pedía que escribieran a sus colegas en EEUU en favor de la paz. "Rumba, rumba, me voy de rumba. A mí no me para nadie", cantaba al ritmo del son caribeño el dirigente chavista. "No a la guerra, sí a la paz", gritó unos jóvenes leales al régimen.

Para muchos otros la continuidad de Maduro y de su régimen es una condena cotidiana. Sufren porque ven cada día cómo su patria está esquilmada por unos sátrapas que se creen eternos.