Esperando a María Corina Machado. La entrega del Nobel de la Paz este año en Oslo está rodeada de una gran expectación. La galardonada, la disidente venezolana María Corina Machado, lleva en la clandestinidad desde agosto pasado. Su presencia en Oslo, que el sábado confirmaba una fuente del Comité Nobel, seguía siendo una incógnita la víspera de la ceremonia. Su salida de Venezuela podría llevarle al exilio, algo que ella niega tajantemente. Ha prometido que en todo caso volverá a Venezuela.

Con la ida de arropar a María Corina Machado y celebrar su Nobel, como símbolo de la libertad por llegar a Venezuela, se han desplazado a la capital noruega el presidente de Panamá, José Raúl Molino; de Ecuador, Daniel Noboa: el paraguayo Santiago Peña y el argentino Javier Milei.

También ha llegado este martes a Oslo el presidente legítimo de Venezuela, Eduardo González Urrutia, quien desde agosto de 2024 vive exiliado en Madrid. Su vida corría peligro tras demostrar el movimiento que lideró María Corina Machado que había vencido en las presidenciales del 28 de mayo de 2024 a Nicolás Maduro. Los chavistas nunca divulgaron la actas electorales y se atribuyeron la victoria como si fuera un acto de fe. El régimen chavista, como no pudo dar caza a Edmundo González, arrestó a su yerno Rafael Tudares, a quien ha condenado a 30 años de prisión.

Desde España también ha viajado gran parte de la diáspora venezolana, entr ellos, el ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma y el director de El Nacional, Miguel H. Otero, así como la diputada del Partido Popular Cayetana Álvarez de Toledo y la ex eurodiputada y cofundadora de España Mejor Beatriz Becerra.

La familia de María Corina, en Oslo

También asisten este miércoles al acto sus hijos, Ricardo, Henrique y Ana Corina Sosa. Y la madre de María Corina Machado, Corina Parisco, de 85 años, que ha viajado a Oslo acompañada de su hija Clara, una de las tres hermanas menores de la líder venezolana. "Su deseo es estar acá y recoger el premio. No sé más nada", comentaba Clara Machado a la agencia Efe.

Cuando nos veamos habrá lágrimas y sonrisas, y abrazos. Nunca habíamos estado separadas tanto tiempo"

CORINA PARISCO, MADRE DE LA NOBEL DE LA PAZ

Corina Parisco lleva un año sin ver a su primogénita, ya que tuvo que salir del país para librarse del acoso y persecución del régimen. En el hall del Grand Hotel hablaba con unos y otros sin ocultar su emoción por el momento que está viviendo la familia y todos los que secundan la causa de una Venezuela libre.

"Todos los días rezo el Rosario, pido a Dios y a la Virgen para que podamos tener a María Corina aquí. Pero si no llega, es por la voluntad de Dios", decía la madre de la galardonada. "Cuando nos veamos habrá lágrimas y sonrisas, y abrazos. Echo de menos sus abrazos, su olor y su presencia. Nunca habíamos estado separadas tanto tiempo", añadía.

Enemiga número uno de Maduro

María Corina Machado es la bestia negra del régimen de Maduro. Tanto Maduro como Cabello detestan hasta pronunciar su nombre. Es quien les ha destapado ante el mundo. Arrasó en las primarias de la oposición pero la maquinaria chavista impidió que se pudiera presentar a las presidenciales.

Impidió otras opciones hasta que presentaron al diplomático Edmundo González Urrutia, un desconocido para la mayoría de los venezolanos en ese momento así que parecía imposible que fuera a acaparar más allá de un voto marginal, el imprescindible para dar un barniz de veracidad a la elección. Pero María Corina y su equipo lograron una movilización sin precedentes. La candidatura de González Urrutia se impuso a la de Maduro. Y lo mejor es que organizaron un sistema para confirmar los datos con las actas electorales que el régimen quiso ocultar.

Más de un año en la clandestinidad

Después de lograr estos hitos, el chavismo enfureció y acometió una represión desmedida para sembrar el pánico. Las detenciones fueron más arbitrarias aún. Y por supuesto el entorno de María Corina Machado fue víctima de la persecución política. Edmundo González Urrutia, de salud frágil, se vio forzado a salir del país con destino a España. Pero María Corina Machado se quedó y prometió seguir en la brecha aunque fuera en la clandestinidad.

Así lo ha hecho hasta ahora con enormes dificultades. Su paradero ha sido un misterio durante todo este tiempo. Ha podido estar protegida, aunque aislada de todo su entorno. Gracias a su buen uso de las redes se ha mantenido en contacto con los venezolanos. Si ha salido tampoco se sabrá cómo lo ha hecho aunque hay muchas especulaciones. Lo que sembraría más dudas es que tiene que haber sido con el visto bueno del régimen, que ya ha dicho que sería una fugitiva. Es probable que EEUU haya participado en la operación. Sin embargo, a última hora del martes, no se descartaba que finalmente se haya quedado dentro.

Un Nobel por sorpresa y con gran efecto

El anuncio del Nobel de la Paz, el pasado 10 de octubre, fue una sorpresa. Donald Trump había dejado claro su interés en ganar el galardón, pero se lo tomó bien, debido a que María Corina Machado le envió un mensaje en el que le decía que realmente lo merecía él. La disidente venezolana sabía que si quería tener cartas suficientes tenía que contar con el presidente de Estados Unidos. No figuraba entre las favoritas, y el régimen chavista arremetió contra el Comité Nobel y contra todos los que felicitaron a la líder venezolana.

El Comité Nobel elogió a María Corina Machado por ser "una valiente y comprometida defensora de la paz, una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una oscuridad cada vez mayor". Y añadía: "Es uno de los ejemplos más extraordinarios de valentía civil en América Latina en los últimos tiempos".

Esas palabras resonaron como truenos en las cabezas de los líderes chavistas. Y lo peor aún estaba por llegar. El Nobel de la Paz a María Corina Machado actuó como un estímulo para los defensores de la línea dura con Maduro en la Administración Trump, encabezados por el secretario de Estado, Marco Rubio, buen conocedor de la trayectoria de la disidente venezolana.

Entonces se aceleró la operación para dejar claro que EEUU considera que su dominio sobre América no puede ser puesto en duda. La presión sobre Maduro comenzó a subir enteros con el mayor despliegue de soldados desde la invasión de Panamá a las costas venezolanas. Incluso está allí el mayor portaaviones de la flota de EEUU, el USS Gerald Ford.

Washington estudia sus opciones, y no descarta nada, ni siquiera una invasión terrestre. En una entrevista con Politico este martes, ha vuelto a insistir en que "los días de Maduro están contados". Es el mismo mensaje que lanza María Corina Machado y que probablemente vuelva a repetir en la ceremonia de este miércoles, ya sea en persona o en remoto. Pero también hablará de esperanza y de un nuevo tiempo para los venezolanos, necesitados de poner fin a la incertidumbre y a la condena de un régimen que les asfixia desde hace más de dos décadas.