Vladimir Vladimirovich Putin es un prestidigitador. Es capaz de argumentar que los "cerditos" europeos querían despedazar Rusia y sostener que fue la agresión de la OTAN la que motivó la reacción del Kremlin en Ucrania en febrero de 2022. Amenaza con tomar con la fuerza militar los "territorios históricos" rusos si fracasan las negociaciones. Es lo que lleva intentando desde hace casi cuatro años. Y presume del misil hipersónico Oreshnik (avellano, en ruso), con el que contarán las Fuerzas Armadas antes de que acabe 2025. Desplegará algunos en Bielorrusia, en legítima defensa se supone.

Ante la plana mayor del Ejército y del Ministerio de Defensa de Rusia, Putin desplegó el miércoles sus dotes oratorias y propagandísticas. El Oreshnik ya lo ha elogió cuando anunció su producción el verano pasado, y ahora se trata de que los europeos sepan que la prioridad de Rusia es perfeccionar sus fuerzas nucleares estratégicas. "Como antes, desempeñarán un papel importante a la hora de disuadir al agresor y mantener el equilibrio de poder en el mundo", dijo contundente. Este miércoles Rusia celebraba el Día de las Fuerzas de Misiles Estratégicos, una conmemoración decretada en 2006 por Putin.

Una velocidad de 12.348 km por hora

La propaganda rusa ha ensalzado el Oreshnik, que solo tardaría 11 minutos en alcanzar una base aérea en Polonia y 17 minutos en llegar al cuartel general de la OTAN en Bruselas. Putin también elogió, al iniciarse su producción, las capacidades del Oreshnik, debido a que sus ojivas múltiples que se precipitan hacia un objetivo a velocidades de hasta Mach 10 (12.348 km/h). De hecho, la velocidad es su gran baza.

Son inmunes a ser interceptados y son tan potentes que el uso de varias de ellos en un ataque convencional podría ser tan devastador como un ataque nuclear, según informaba Deutsche Welle. Es una evolución del RS-26 Rubezh y del Bulava, dos proyectos emblemáticos de la ingeniería militar rusa, y se puede lanzar desde plataformas móviles. El problema es que para fabricarlos necesitan componentes difíciles de conseguir por las sanciones.

Ya el verano pasado Putin advirtió a Occidente de que Moscú podría utilizarlo contra los aliados ucranianos de la OTAN si permitían a Kiev utilizar sus misiles de mayor alcance para atacar dentro de Rusia. El jefe de las fuerzas de misiles rusas aseguró que el Oreshnik, que puede llevar cabezas convencionales o nucleares, tiene un alcance que le permite llegar a toda Europa.

Los misiles de alcance intermedio pueden desplazarse entre 500 y 5.500 kilómetros. El Oreshnik tiene entre 1.000 y 5.550 km de alcance. Estas armas estaban prohibidas en virtud de un tratado de la era soviética que Washington y Moscú abandonaron en 2019. El otoño pasado, Putin y Lukashenko firmaron un tratado que daba lo que Moscú dijo que eran "garantías de seguridad" a Bielorrusia, incluido el posible uso de armas nucleares rusas.

El despliegue de armas nucleares tácticas en Bielorrusia, que tiene una frontera de más de mil kilómetros con Ucrania, permitiría a los aviones y misiles rusos alcanzar objetivos potenciales allí más fácil y rápidamente si Moscú decide emplearlas. También tiene unos 400 km de frontera con Polonia.

Putin siempre a la defensiva

En su intervención ante los militares, Putin sacó pecho. "Las fuerzas de la OTAN comenzaron los preparativos a marchas forzadas para un enfrentamiento con Rusia en la década de 2030. Esta política genera condiciones reales para continuar las acciones bélicas en el año venidero, el 2026". Para ello, señaló, "es necesario continuar imponiendo nuestra voluntad al enemigo, actuar por adelantado, perfeccionar constantemente los métodos de guerra". En esa línea, se refirió al Oreshnik.

Las diatribas contra los europeos se entienden en el contexto de las conversaciones que han tenido lugar en Berlín y la cumbre de jueves y viernes en Bruselas. En Berlín los líderes europeos, encabezados por el canciller alemán, Friedrich Merz, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el premier británico, Keir Starmer, han respaldado al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, frente a los enviados de Trump, Jared Kushner y Steve Witkoff. Juntos han avanzado en un plan realista de paz, algo de lo que no quiere hablar Putin.

Los líderes europeos han logrado arrancar un compromiso de garantías de seguridad a Estados Unidos, similar al artículo 5 de la OTAN. Además, se comprometen a formar una fuerza internacional para seguir entrenando al Ejército ucraniano, que se mantendrá en 800.000 efectivos tras el alto el fuego. Sobre los territorios aún Ucrania no ha tomado una decisión. Rusia pretende que renuncie a todo el Donbás, y una tercera parte de esta zona, que comprende Donetsk y Lugansk, sigue bajo control ucraniano.

Putin ha amenazado con tomar por la fuerza militar los "territorios históricos", también Zaporiya y Jersón, en caso de que fracasen las negociaciones. En realidad, es lo que siempre ha pretendido desde que ordenó la invasión de Ucrania. Su objetivo es someter a Ucrania al control del Kremlin, como lo está Bielorrusia. Sin embargo, con la agresión al país vecino lo que ha conseguido es reforzar la identidad ucraniana. Después de casi cuatro años de guerra, los ucranianos rechazan ceder su soberanía. Miles se han dejado la vida para defender su nación.

A Putin le enrabieta que los "cerditos" europeos se unan y respalden a Zelenski. Y por eso, responde acusándolos de ser ellos los que querían la guerra antes y ahora. Por eso Rusia siempre vuelve a hablar de "las raíces del conflicto". Su meta es que cambie la seguridad europea y para ello busca romper el vínculo transatlántico, dividir a los europeos y recuperar zonas de influencia. El principio es Ucrania.

Cumbre clave de la UE para el futuro de Ucrania

Este jueves y viernes la Unión Europa tiene la ocasión de demostrar que realmente es un actor geopolítico de primera magnitud. Los Veintisiete han de decidir sobre los activos rusos congelados. Al menos sobre unos 135.000 millones de euros. Ucrania necesita estos fondos para sobrevivir los próximos dos años. Pero algunos países de la UE temen que en la posguerra Rusia reclame los fondos y sean ellos, sobre todo Bélgica, donde están depositados, quienes hayan de hacer frente a los pagos. El resto de la UE busca fórmulas para que los belgas tengan garantías de que todos afrontan las consecuencias juntos. El canciller federal alemán, Friedrich Merz, apuesta fuerte por esta vía frente a las reticencias de la italiana Giorgia Meloni.

Desde Moscú es un movimiento que temen desde hace semanas. Por eso movieron ficha con los enviados estadounidenses, a quienes hicieron creer que estaban dispuestos a negociar la paz, y por eso Putin atiza el miedo a un ataque a los aliados cada vez que puede. El mayor hooligan del Kremlin, el ex presidente Dmtri Medvedev, ya dijo que si se descongelan los activos lo considerarían una declaración de guerra.