Siria inicia 2026 con una de las decisiones más simbólicas y delicadas de su etapa posrégimen: la retirada de la vieja lira siria y la entrada en circulación de una nueva moneda que elimina ceros, borra los rostros de la familia Al Asad y pretende marcar el inicio de una “nueva era” política y económica. El cambio, presentado oficialmente este lunes en Damasco, despierta alivio psicológico entre una población exhausta tras más de una década de guerra, pero también temores sobre su impacto real en una economía profundamente dañada.

El presidente sirio, Ahmed al Sharaa, escenificó el anuncio en el Palacio de Conferencias junto al gobernador del Banco Central, Abdelkader Husrieh, subrayando que la nueva divisa “marca el final de una era pasada y no lamentada” y se aleja de la “veneración individual” asociada al régimen depuesto de Bachar al Asad y su padre, Hafez al Asad.

Billetes actuales con los rostros de Bashar Asad y su padre Hafez

Billetes actuales con los rostros de Bashar Asad y su padre Hafez

Presentación de la lira siria el pasado lunes

Los nuevos billetes de lira que comienzan a circular este 1 de enero

Nuevo billete de 500

Nuevo billete de 200

Nuevo billete de 100

Nuevo billete de 50

El fin de los símbolos del régimen

Durante décadas, los billetes sirios mostraron los rostros de Hafez y Bachar al Asad, una presencia cotidiana que recordaba a muchos ciudadanos los años de represión, guerra y colapso económico. “Quitar esos símbolos será un alivio mental”, resume a Efe Diana Isaa, una trabajadora de desminado de 31 años, reflejando un sentimiento ampliamente compartido.

Los nuevos billetes, que comenzarán a circular oficialmente el 1 de enero, incorporan colores más vivos y referencias a elementos tradicionales del país —trigo, aceitunas, cítricos— como parte de un intento explícito de redefinir la identidad nacional. Según Al Sharaa, el diseño busca “revivir la memoria histórica de los bienes que originalmente estaban disponibles en Siria”, en un gesto de ruptura simbólica con el pasado autoritario.

Menos ceros, más comodidad… y cautela

Más allá del simbolismo, el cambio introduce una reforma técnica clave: la eliminación de dos ceros. La nueva lira se emitirá en denominaciones de 10, 25, 50, 100, 200 y 500, lo que reducirá drásticamente la cantidad de efectivo necesaria para las transacciones cotidianas.

“Antes, para ir al mercado necesitabas millones de liras en el bolsillo”, explica Abed Zakour, directivo de una empresa de transferencias y cambio de divisas en Damasco. “Ahora, un billete de 50 equivaldrá a 5.000 antiguas. Es mucho más manejable”. Para muchos sirios, acostumbrados a fajos voluminosos de billetes devaluados, la medida supone una mejora práctica inmediata.

Sin embargo, la comodidad no disipa las dudas de fondo. “No sabemos si esta moneda logrará un valor real en los mercados internacionales”, advierte Diana, consciente de que un cambio nominal no equivale automáticamente a una recuperación económica.

Confianza, el factor decisivo

Las autoridades insisten en que la reforma monetaria no es una solución milagro. El propio Al Sharaa reconoció que sustituir la moneda “no significa necesariamente mejorar la economía”, algo que —dijo— dependerá de aumentar la producción y reducir el desempleo tras 14 años de conflicto.

El Banco Central ha establecido un período de coexistencia de 90 días, prorrogable, durante el cual la vieja y la nueva lira circularán simultáneamente. El cambio será gratuito y se ha prohibido cualquier comisión para evitar abusos y pánico financiero. “Si la gente se precipita, puede provocar el desplome de la moneda”, alerta Hadi Tatin, comunicador sirio de 34 años, subrayando que la confianza social será determinante para el éxito del proceso.

Un gesto político en un contexto frágil

El relevo monetario se produce un año después de la caída del régimen de Al Asad, un colapso que dejó al descubierto la magnitud de la crisis económica siria. Infraestructuras destruidas, tejido productivo debilitado y una población empobrecida configuran el escenario al que se enfrentan las nuevas autoridades de Damasco.

En paralelo, el levantamiento gradual de sanciones internacionales —incluidas algunas estadounidenses— abre expectativas de reconstrucción y reintegración regional, aunque los analistas advierten de que la estabilidad monetaria dependerá más de reformas estructurales y de inversión que del diseño de los billetes.

La nueva lira siria, en definitiva, es tanto un instrumento práctico como un mensaje político: un intento de normalización y ruptura con el pasado que busca restaurar la confianza interna. Pero en un país marcado por años de guerra y devaluación, el verdadero valor de la moneda no se medirá solo en los mercados, sino en la capacidad del Estado para sostenerla con crecimiento, empleo y estabilidad.