Dejar el coche estacionado con las ruedas giradas es un gesto más común de lo que parece y se convierte en una situación que puede provocar averías importantes a medio y largo plazo; puede parecer un acto sin consecuencias, pero la presión que se genera mediante el mismo acaba debilitando las piezas de los elementos importantes del sistema de dirección y de la suspensión. No hacerlo es un consejo básico de mantenimiento y de uso que contribuye a prolongar la vida del coche y evita visitas innecesarias al taller.
Los daños de aparcar con las ruedas giradas
Tensión en la suspensión
Un coche aparcado con el volante girado hace trabajar a la suspensión de forma desigual. Este sobreesfuerzo llega a rótulas, silentblocks y amortiguadores y se traduce en el desgaste del conjunto de las piezas. Con el tiempo provocará vibraciones y pequeñas perdidas de tensión del volante que derivarán en un efecto de inestabilidad.
Riesgo de deformación en los neumáticos
Mantener las ruedas giradas va a provocar que un neumático tenga que aguantar más presión de lo debido. Esta carga favorece a la deformación de la goma, al desgaste irregular e incluso provoca daños en el interior que provocan la disminución de la seguridad del vehículo a la hora de circular. Cuánto más tiempo permanezca el coche en esa posición, más aumentará la probabilidad de que surja algún problema que podría suponer un peligro para la seguridad.
Cómo afecta en pendiente y en superficies irregulares
Sobrecarga de los componentes en inclinación
Aparcar en una pendiente con las ruedas giradas produce una intensificación de las tensiones sobre los elementos de la dirección; el ángulo forzado multiplica la inclinación y concentra los pesos en lugares concretos de la suspensión. En vez de reposar de modo uniforme, los soportes van desequilibrándose, lo que acelera el desgaste en los amortiguadores y acortando su vida útil.
Cómo impacta en coches con dirección avanzada
Determinados vehículos de alta gama, diseñados con sistemas de dirección que basculan ligeramente la rueda en el momento de girar, se resienten más de lo habitual aparcando con las ruedas giradas. Al estacionar de esta forma se castigan componentes que no están preparados para soportar tanta presión. En este tipo de coches, el daño aparecerá antes y además reportará un coste de reparación mucho más elevado.
¿Cómo debemos aparcar el coche?
La medida más eficaz para prevenir problemas y averías en el coche es muy sencilla, y siempre debemos aparcar con el volante recto; así el coche reparte su peso de manera equilibrada sobre la suspensión y sobre los neumáticos y además, evitaremos tensiones innecesarias sobre la dirección, así como la aparición de deformaciones, vibraciones y desgastes anómalos.
Si se trata de un aparcamiento prolongado hay que extremar más las precauciones. Además de aparcar dejando el volante recto, es preferible estacionar sobre una superficie plana, lo cual evita presiones adicionales y aplastamientos. Aun así, si se para el coche durante un largo periodo de tiempo los neumáticos pueden presentar aplanamientos en la zona de contacto con el suelo. Hacer rodar ligeramente el coche cada cierto tiempo o incrementar la presión de los neumáticos ayuda a minimizar este riesgo.
Por lo tanto dejar el coche estacionado con las ruedas giradas no es un gesto sin consecuencias. La costumbre de dejarlo así castiga la suspensión, castiga la dirección y acelera el desgaste de los neumáticos; es tan sencillo como acostumbrarse a rectificar el volante antes de aparcar y ponerlo recto, un acto que marca la diferencia entre realizar un mantenimiento preventivo eficaz o encontrarse con averías que nos obliguen a pasar por el taller antes de lo esperado.
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