El 2016 terminó siendo un año convulso en lo político, aunque muy positivo en lo económico. Las principales economías muestran sólidas tasas de crecimiento, aunque bien es cierto que tienen problemas heredados del pasado. Si bien, desde el punto de vista del crecimiento se puede decir que la recesión queda lejos, la profundidad y duración de la crisis de 2008-2009 han dejado huellas que aún hoy notamos de forma muy notable.

Ejemplo de las citadas huellas son una elevadísima deuda pública, unos tipos cero o negativos que pueden llegar a distorsionar la eficiente asignación de recursos por parte de ahorradores e inversores, y en el caso de España, una elevada tasa de desempleo.

Bien es cierto que algunos de los problemas heredados están en visos de solución, otros, en cambio, como la deuda pública, constituirán una pesada mochila en los próximos lustros.

Un problema que comienza a solucionarse es el nivel de crecimiento de los precios o, dicho de otro modo, la inflación. Hace tan sólo unos meses temíamos que el mundo y, especialmente la Eurozona, pudiese entrar en deflación, lo cual hubiese sido realmente muy negativo. La deflación no sólo hace que el consumo se posponga, ya que los precios tienden a la baja, sino que hace mucho más difícil el desapalancamiento de las economías (recordemos que esta crisis es en buena parte una crisis de deuda y que los estados tienen unos niveles de endeudamiento muy altos). Sin embargo, desde el verano, la inflación en Estados Unidos y Europa está mostrando cifras modestas pero positivas.

Para que la deuda sea sostenible son imprescindibles tres cosas: generar inflación, generar crecimiento económico y controlar el déficit para evitar emitir nueva deuda en grandes cantidades. La Eurozona va por este camino.

La política es lo que más ruido puede crear en los mercados financieros, aunque tal vez no en la economía

Adicionalmente, y fuera de los aspectos políticos, en el mundo no parece haber nuevos problemas (sólo los heredados). China ha ralentizado su crecimiento, pero está lejos de tener una temida recesión. El petróleo ha repuntado, lo que ha permitido aliviar la situación de algunos sectores económicos y algunas economías exportadoras.

Efectivamente, la política es lo que más ruido puede crear en los mercados financieros, aunque tal vez no en la economía. El Brexit, las posibles políticas proteccionistas de Trump o elecciones en países de nuestro entorno pueden crear cierta volatilidad, aunque es difícil pensar en un entorno donde el crecimiento económico se interrumpa.

En este panorama económico positivo, a pesar de problemas generados hace tiempo y que hemos heredado, es muy probable que los mercados de renta variable sigan su senda alcista. La bolsa americana es verdad que está en máximos históricos (aunque el PIB americano y los beneficios de las empresas también lo están) y su valoración es algo ajustada, pero en el entorno de bajos tipos de interés, beneficios empresariales al alza y ausencia de grandes riesgos económicos, es muy probable que este año veamos nuevos máximos en el S&P 500.

El potencial de las bolsas de la Eurozona es mayor que el de Estados Unidos por la baja valoración de la banca

En la Eurozona también somos positivos con la renta variable. En los índices europeos, incluidos el Ibex 35, el peso de los bancos es mucho mayor, de ahí la mayor volatilidad de nuestros mercados. A pesar de ellos, el potencial de revalorización de las bolsas de la Eurozona es mayor que el de Estados Unidos, ya que precisamente las bajas valoraciones del sector financiero pueden suponer una gran oportunidad.

Respecto a la renta fija, encontramos pocas oportunidades. Los bajos tipos actuales, unidos a una perspectiva de subida de tipos en Estados Unidos que puede contagiarse a los tipos a largo de la Eurozona,nos animan a extremar la prudencia. Hoy en día, comprar un bono con un vencimiento elevado y esperar no creemos que sea una opción adecuada.

Pensamos que la bolsa es el activo que mayor potencial presenta en la actualidad. En cualquier caso, e independientemente del perfil de riesgo del cliente, la cartera de un inversor debe ser diversificada, tanto en activos como geográficamente, además de tener cierto dinamismo.


Rafael Hurtado es director de Allianz Popular, profesor de de Finanzas de Cunef y coordinador de la Especialidad de Bolsa y Gestión de Inversiones del Máster en Instituciones y Mercados Financieros de Cunef.

El 2016 terminó siendo un año convulso en lo político, aunque muy positivo en lo económico. Las principales economías muestran sólidas tasas de crecimiento, aunque bien es cierto que tienen problemas heredados del pasado. Si bien, desde el punto de vista del crecimiento se puede decir que la recesión queda lejos, la profundidad y duración de la crisis de 2008-2009 han dejado huellas que aún hoy notamos de forma muy notable.

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