Es bien sabido que en torno a cada problema social se suele concitar un grupo de administradores con la pretensión de liderar su solución. Si hablamos, por ejemplo, de la pobreza, a nadie se le escapa que existen organizaciones diversas de carácter caritativo o humanitario que -muy meritoriamente- tienen como objetivo solucionar o, al menos, paliar las carencias que sufren “los pobres”. Estos administradores propenden a suministrar a los medios de comunicación datos que tienden a exagerar el problema, pero lo malo no está ahí, sino en la forma acrítica con la cual los medios de comunicación trasladan estos datos al público.

Pero no son sólo esas organizaciones quienes pregonan esta catástrofe. Periódicamente el INE hace públicos los datos de una encuesta (la Encuesta de Condiciones de Vida, ECV) y según esa encuesta en torno al 30% de los hogares españoles vive hoy “en riesgo” pobreza.

Pues bien, conviene preguntarse cuál es ese umbral por debajo del cual se está en “riesgo de pobreza”. Ese umbral -siempre según el INE y Eurostat- coincide con el 60% de la renta mediana, siendo la mediana aquella renta familiar por debajo y por encima de la cual está la mitad de los hogares. De la propia definición se deduce (y así lo dice el INE, pero en una nota a pie de página) que ese umbral no es en realidad un indicador de la pobreza, sino de la buena o mala distribución de la renta. Pero ningún medio de comunicación parece haberse leído la nota del INE y así los titulares de los periódicos suelen ser del siguiente tenor: “Más del 30% de los hogares españoles vive por debajo del umbral de la pobreza”, o aún más melodramáticos: “La crisis hunde en la pobreza a uno de cada tres hogares”.

Es bien sabido que en torno a cada problema social se suele concitar un grupo de administradores con la pretensión de liderar su solución

Ilustraré la afirmación de la mala calidad de este indicador con un ejemplo. Sean dos países: A y B. En A la renta familiar es de 2.000 euros anuales y en B de 25.000. Sin recurrir a más cálculos, cualquier persona diría que A es un país pobre y B uno rico, sin embargo en A todos los hogares ingresan la misma cantidad y en B la distribución no es uniforme sino que tiene una mediana de 24.500 euros y por lo tanto su “umbral de la pobreza” se coloca en 14.700, por debajo del cual vive el 40% de sus hogares. Pues bien, según los criterios del INE -que son los de Eurostat- en A no hay un solo pobre mientras que en B el 40% de sus hogares está sumido en la pobreza.

A mi juicio, es un error y un error grave introducir el término “riesgo” (contingencia o proximidad de un daño”, según el DRAE) en una estadística oficial, pues “riesgo” se refiere a lo que va a ocurrir en el futuro, y más cuando se habla de “riesgo de pobreza”. Porque ¿hay algún ser humano que esté libre de correr el riesgo de caer en la pobreza? Desde un huracán a un seísmo, desde una quiebra a un despido nos pueden empujar a la pobreza y ese “riesgo” no es cosa que se pueda medir o detectar a través de una estadística oficial.

Una buena estadística ha de huir como de la peste de las opiniones de los encuestados

Pero no terminan ahí los achaques que sufre la ECV. La encuesta obtiene las rentas preguntando a los encuestados y éstos tienen la mala costumbre de mentir como bellacos cuando se les pregunta lo que ganan.

Estas sospechas se multiplican si acudimos, por ejemplo, a otra pregunta de la ECV: ¿Tiene usted problemas para llegar a fin de mes? En 2004, es decir durante la fase alcista del ciclo, el 64,4% de los encuestados dijo tener esos problemas, y cuando la situación económica era mucho peor, en 2010, declaró tener problemas para llegar a fin de mes tan solo el 58,6% ¡5,8 puntos menos! Lo cual resulta, simplemente, increíble.

De todo ello podemos sacar dos conclusiones: una buena estadística ha de huir como de la peste de las opiniones de los encuestados y, dos, España no es Burkina Fasso, aunque se empeñe en ello la alcaldesa de Madrid (y sus huestes), quien, nada más llegar al cargo quiso ayudar a “los muchos miles de niños pobres”, preparó comida para ellos… y acudieron seis.