¿Quién no ha oído hablar alguna vez de las ciudades inteligentes o Smart Cities? La tecnología, su piedra angular, será fundamental para gestionar esas urbes cada vez más pobladas. La tendencia es que la población siga acumulándose en las grandes ciudades y, como es lógico, las necesidades de movilidad serán mucho mayores. 

Con esta perspectiva, la innovación se ha convertido en una línea de trabajo fundamental tanto para el desarrollo de las tecnologías existentes como de la creación de otras nuevas que permiten introducir alternativas para moverse. La conducción autónoma se posiciona como un concepto determinante si miramos hacia el futuro.

La movilidad del futuro requiere el desarrollo de soluciones que deben integrarse en la propia infraestructura de la ciudad

A través del proyecto C.U.B.E., Continental sigue avanzando para encontrar nuevas soluciones, como los robo-taxis, que ya son una realidad en zonas cerradas, como por ejemplo dentro de las instalaciones de una empresa. Sin embargo, todavía queda un largo recorrido para que esos robo-taxis sean algo cotidiano. Para que se conviertan en una realidad, es necesario primero apostar por la seguridad. Para poder garantizarla, es necesario trascender al propio vehículo y trabajar en su conexión e interlocución con el entorno por el que circula.

Así las cosas, la movilidad del futuro requiere el desarrollo de soluciones que deberán integrarse en la propia infraestructura de la ciudad. Un ejemplo serían los cruces y los semáforos inteligentes. Adquirir experiencia en diferentes regiones mediante situaciones reales es crucial para obtener resultados fiables, por lo que próximamente se implementarán estas tecnologías en ciudades de Estados Unidos y China para probar su eficacia.

Los cruces inteligentes son una pieza fundamental para lograr una ciudad inteligente y conectada. Se trata de un concepto integral para aumentar la eficiencia y seguridad de las intersecciones a través de la detección y fusión de objetos mediante el uso de sensores que incluyen cámaras y radares. La tecnología de Comunicación Aplicada de Corto Alcance (conocida por sus siglas en inglés DSRC) o Celluar-V2X (C-V2X) detectan peatones y vehículos en un perímetro de 360º y comparte la información con los vehículos que se acercan a la intersección para prevenir choques y accidentes, beneficiando tanto a los conductores como a los peatones. 

La conducción autónoma nos aportará muchos beneficios como sociedad y reducir la siniestralidad al volante

Esto significa que el número de accidentes puede reducirse significativamente, lo que nos ayuda a acercarnos un paso más a nuestra visión de un mundo sin ellos. Esta tecnología debe instalarse en un gran número de vehículos e intersecciones para obtener un beneficio real. Dado que estos sistemas han sido discutidos durante años, su implementación requiere un gran compromiso tanto por parte del sector de la automoción como de las instituciones.

Asimismo, las farolas inteligentes son una valiosa fuente de datos para gestionar el espacio de aparcamiento y analizar el flujo de tráfico, así como regular de forma automática la intensidad de la iluminación para ahorrar energía y reducir costes. Adicionalmente, la información que recogen es útil también para controlar los cambios de señal en los semáforos y reducir así las emisiones de los vehículos y los tiempos de parada en las intersecciones.

La conducción autónoma nos aportará muchos beneficios como sociedad: ahorro de tiempo, eliminación de los atascos en las ciudades, mayor comodidad para los conductores, pero también nos permitirá reducir a la mínima expresión la siniestralidad al volante. Solo por esto, merecerá la pena tanto esfuerzo.


Andree Hohm es director de Driveless Mobility en Continental