El terremoto que ha supuesto la elección del hasta ahora ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato del PCS a la Presidencia de la Generalitat para las próximas elecciones catalanas del 14 de febrero ha destapado un aluvión de críticas y elogios, prácticamente, a partes iguales. Muchos sostienen que el hecho de cambiar al responsable de la lucha contra la pandemia es una irresponsabilidad desde el punto de vista de la gestión de una crisis sanitaria cuyo final aún parece lejano. Otros, no pocos, prefieren enfocar la cuestión en términos puramente políticos y subrayan como un éxito su elección como cabeza de cartel del PSC de cara a abrochar un éxito electoral que los socialistas necesitan en Cataluña de manera imperiosa para reforzar su gestión gubernamental.

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