Parece que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene ya prácticamente amarrada la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado una vez que ERC ha resuelto, por su parte, en Cataluña la aprobación de los suyos gracias a un pacto de última hora con los comunes de Ada Colau. A cambio, eso sí, de que ERC se desdiga en el Ayuntamiento de Barcelona y pase a aprobar las cuentas de los comunes en contra de lo que la semana pasada había anunciado Ernest Maragall en nombre de su partido.

Los socialistas están tranquilos porque cuentan no sólo con los votos casi seguros de Esquerra Republicana sino del PNV, de EH Bildu y también los de los partidos pequeños, léase Más Madrid Teruel Existe y otros del mismo o parecido mínimo tamaño.

Las cuestiones todavía pendientes con los de Rufián tienen que ver con la pretensión de éstos de imponer a las grandes plataformas una cuota de catalán a través de la ley del Audiovisual y con la modificación de la ley de Memoria Democrática sobre el alcance de la interpretación de la Ley de Amnistía de 1977. Por lo que se refiere a la cuota, los socialistas intentan que acepten una política de incentivos fiscales en lugar de una de imposición y no parece que ése vaya a constituir ningun obstáculo insuperable.

En lo reltivo a la ley de Amnistía, ERC pretendía el sinsentido de abolir una ley que ya cumplió su función y produjo sus efectos cuando se aprobó, efectos que por mucho que los independentistas catalanes se empeñen, no se van a revertir. Habrá que estar atentos al resultado final de esa enmienda presentada por el PSOE y Unidas Podemos con la que, en principio, los de Esquerra no se conformaban. Puede que ahora ya sí.

Las fuerzas con las que el PSOE se hace acompañar dan una idea de la clase de Gobierno que tenemos y hacia dónde se dirige su gestión"

Con este movimiento en el Congreso y con la decisión del presidente de la Generalitat Pere  Aragonés, de ignorar las exigencias de la CUP y pactar con En Comú Podem los presupuestos catalanes, ERC da un paso más en la dirección de alejarse de JxCat, el partido de Carles Puigdemont y de romper, siquiera sea levemente, la alianza independentista a la que se siente atado, algo que el propio Aragonés negaba ayer con rotundidad pero que es un hecho. Otra cosa es que desde el Gobierno se celebre como si tal ruptura se hubiera consumado, cosa que está a años luz de la realidad.

En cualquier caso, las fuerzas políticas con las que el Partido Socialista se hace acompañar dan una idea de la clase de Gobierno que tenemos y hacia dónde se dirige su gestión. No sólo son unas cuentas con el mayor gasto social de la Historia como suelen repetir sus defensores. Son también los presupuestos en los que cada fuerza política que se ha comprometido a apoyarlos ha sacado compromisos que ya veremos hacia dónde nos conducen, no sólo en materia de gasto desmedido sino en lo relativo a cesiones de índole política de todo punto indeseables.

Con estos Presupuestos aprobados, Pedro Sánchez tiene abierta y practicable la senda de la segunda parte de la legislatura. Ahora se trata para él y para su partido de decidir el momento en que su pacto de gobierno con Unidas Podemos deje de serle útil y pase a convertirse en un inconveniente. Y eso dependerá de hasta qué punto crece la popularidad de su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y de su decisión de encabezar, o no, la candidatura del partido morado en las próximas elecciones generales.

Al PSOE le conviene que UP no desaparezca de la tabla porque siempre puede ser un candidato con el que pactar una repetición de coalición como la que les salvó los muebles a ambos en enero de 2020, pero sin que su crecimiento llegue hasta el punto de que se convierta en una amenaza para la bolsa de votos que el PSOE considera suya.

Un difícil equilibrio que se irá midiendo al milímetro en cuanto la ley de Presupuestos Generales del Estado haya quedado aprobada por el Congreso y sancionada por el Senado.

Parece que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene ya prácticamente amarrada la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado una vez que ERC ha resuelto, por su parte, en Cataluña la aprobación de los suyos gracias a un pacto de última hora con los comunes de Ada Colau. A cambio, eso sí, de que ERC se desdiga en el Ayuntamiento de Barcelona y pase a aprobar las cuentas de los comunes en contra de lo que la semana pasada había anunciado Ernest Maragall en nombre de su partido.

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