El pasado 7 de junio el PSOE se alineó con los partidos de la derecha en el Congreso para rechazar la toma en consideración de una propuesta de ley de Unidas Podemos para imponer un nuevo impuesto a las grandes fortunas. Los socialistas justificaron su negativa por el "contexto de inflación por la guerra de Ucrania". Primero, argumentaron en Moncloa, hay que lograr una "recuperación justa", luego ya se llegará la reforma fiscal que, por cierto, no se vislumbraba entonces durante esta legislatura.

¿Qué ha cambiado en estos tres meses para que el Gobierno cambie de idea? ¿Ha desaparecido del horizonte la amenaza inflacionista? ¿Acaso se ve ya el final a la guerra? No.

El anuncio hecho por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se produce como respuesta a la desaparición del impuesto del patrimonio en Andalucía. Las autonomías gobernadas por el PP han iniciado una ofensiva política con la vista puesta en los comicios del próximo mes de mayo. A Andalucía le siguió Murcia, que deflactará el IRPF, y después Galicia, que recortará en un 50% el Impuesto de Patrimonio.

Tanto el Gobierno como el principal partido de la oposición son conscientes de la importancia de las elecciones municipales y autonómicas a celebrar en la primavera de 2023. Se da por hecho, incluso en la izquierda, que el PP mantendrá su feudo de Madrid. Pero, se teme que la derecha podría recuperar la Comunidad Valenciana, La Rioja, Aragón e incluso Castilla La Mancha. Si el PSOE sufre un descalabro en mayo, recuperarse para las generales es tarea casi imposible. Por eso los esfuerzos de los dos grandes partidos se van a centrar en esa batalla.

Feijóo ve en la bajada de impuestos su mejor baza para obtener un triunfo indiscutible en autonomías y ayuntamientos. Es una ofensiva coherente con el ideario liberal del PP. Y, al mismo tiempo, un debate que vive toda Europa. Esta misma semana, Reino Unido ha anunciado una importante bajada de impuestos para impulsar la recuperación económica.

La respuesta del Gobierno, que tiene como objetivo compensar con el nuevo impuesto la bajada del patrimonio que se llevará a cabo en las comunidades del PP, contiene una carga ideológica que necesariamente aleja al PSOE del centro. Cargar contra los ricos es más propio de partidos radicales, como el Partido Comunista o Podemos, que de las políticas socialdemócratas. Se dice que los ricos deben pagar más, lo afirma así hasta Pedro Sánchez, como si el sistema fiscal vigente no fuera ya bastante progresivo. Las rentas más altas ya pagan más. Se puede sostener que deberían pagar aún más, pero lo que no se puede decir es que los que más ganan no tienen ahora unos tipos impositivos más altos.

En estos días, sobre todo en algunas tertulias, se repite la cantinela de que España tiene una presión fiscal por debajo de la media europea. Lo que mide la presión fiscal es el porcentaje que empresas y particulares aportan al Estado en relación al PIB. Para que se entienda: podríamos tener unos tipos altísimos y, sin embargo, una presión fiscal muy baja si muchos ciudadanos y empresas que no pagasen sus impuestos.

Se trata de una batalla política en la que Sánchez asume el ideario de Podemos. La eficacia recaudatoria del nuevo impuesto es mínima: apenas el 0,5% de los ingresos fiscales

Esto es algo que no gusta. Pero uno de los problemas que tiene España es que la economía sumergida representa más del 20% del PIB, según el Banco de España. Aquí, la diferencia entre comunidades autónomas es muy relevante: en Madrid representa casi la mitad de lo que supone en la Comunidad de Valencia.

En lugar de exprimir más a los que ya pagan casi el 50% de sus ingresos lo mejor sería que todos, o al menos el mayor número posible de ciudadanos y empresas, pagasen lo que deben. A Ximo Puig esto no le entra en la cabeza.

Pero, volvamos al debate político. Al asumir los principios demagógicos de Podemos, el PSOE corre un gran riesgo. Es evidente que quiere cazar con ello a los votantes de la coalición de izquierdas, cada vez más desencantados, pero, a cambio, puede perder el voto de la clase media que, como decimos, ya paga bastantes impuestos.

En todo caso, el resultado de la batalla entre bajar y subir impuestos, la dicotomía ricos/pobres, lo veremos dentro de unos meses. ¿Qué prefieren los ciudadanos? ¿Un Gobierno de subsidios o un Gobierno que reduzca la carga impositiva?

Es un debate interesante en el que no debemos olvidar la efectividad recaudatoria de una medida como la de implantar un impuesto a los ricos. Los técnicos de Hacienda apuntan que el nuevo impuesto podría recaudar en torno a 1.000 millones de euros. Dando por buena esa cifra, estaríamos hablando del 0,5% de los ingresos fiscales del Estado (que en 2021 se situaron en 223.382 millones de euros). Eso demuestra que en esta propuesta hay más ruido que nueces. Por no hablar de la capacidad de los ricos, siempre bien asesorados, para eludir la nueva carga fiscal. Lo tienen fácil: Portugal -gobernados por la izquierda- se frota las manos cada vez que oye hablar de subida de impuestos en España.

Cada vez que el PSOE ha asumido los postulados de los partidos a su izquierda, ha salido perdiendo. ¿Acaso hemos olvidado lo que ocurrió en Madrid cuando Gabilondo se plegó a los postulados de Iglesias?

Me temo que esta deriva populista puede llevar al PSOE a sufrir una de las peores derrotas de su historia.