Semana de pasión en Radio Televisión Española. Elena Sánchez, presidenta de RTVE, comenzó la reunión del consejo celebrado el pasado martes proponiendo la destitución del máximo ejecutivo de la casa, Juan Pablo López, director de contenidos, y logró los votos suficientes para ello. Pero, minutos después, un consejero propuso la destitución de la propia presidenta y ... ¡¡¡la votación salió adelante!!!

La gota que ha colmado el vaso en la guerra, no tan soterrada, que se venía sosteniendo en la cúpula del ente público durante las últimas semanas ha sido la contratación por una cifra multimillonaria (42 millones en tres años) del programa La Resistencia, de David Broncano.

Juan Pablo López, animado por Moncloa, había cerrado ya el fichaje de Broncano con El Terrat (productora fundada por Andreu Buenafuente y ahora en la órbita de Mediapro, en la que Jaume Roures hizo su fortuna hasta que fue destituido en diciembre del año pasado), pero Elena Sánchez no había dado luz verde a ese fichaje, que se hizo a sus espaldas.

A Pedro Sánchez no le gusta El Hormiguero, programa de máxima audiencia de Atresmedia que se emite después de un informativo que, por cierto, también es líder. Y no le gusta porque Pablo Motos no es de los que le bailan el agua, como tampoco Vicente Vallés.

El presidente le ha cortado la cabeza a Elena Sánchez porque no se ha plegado a hacer una programación a su gusto

¿Cómo se explica que teniendo un aparato tan potente y con tanta capacidad económica, RTVE no haya sido capaz de crear un espacio que le haga sombra al programa que pone de los nervios al presidente? Esa fue la reflexión que Moncloa le trasladó a Juan Pablo López. La solución fue Broncano, que sería, en opinión de los gurús de Moncloa, el mejor antídoto contra Motos.

Broncano no me cae mal. Es un tipo simpático, que le habla a sus entrevistados como lo haría el colega que se toma una caña en el bar de la esquina. Sea así de simple o se lo haga (como se preguntaba Ángeles Caballero en un artículo en El País), el caso es que el humorista ha conseguido una audiencia importante y joven durante sus seis años en Movistar Plus.

Ahora bien, pagar 14 millones por temporada, durante tres años, a Elena Sánchez le parecía un poco excesivo. Esa discrepancia desató la guerra con el director de contenidos de la casa. Ella se veía venir el pitote que se iba a montar entre el personal del ente (donde los sindicatos tienen mucha fuerza), pero él sólo pensaba en el tirón de audiencia. Son, en definitiva, dos modelos diferentes de gestión del ente: uno más clásico, basado en la relevancia de los informativos; otro, más propio de las televisiones privadas, que tiene la audiencia como máxima prioridad.

Lo peor del contrato de Broncano –que seguramente será rectificado cuando finalmente se rubrique– era que la productora de La Resistencia seguiría cobrando lo mismo durante tres años aunque no tuviera mucho éxito y hubiera que trasladar el programa a una franja fuera del prime time. Cláusulas leoninas para RTVE.

Elena Sánchez, que ya sabía que Moncloa quería cortarle la cabeza, se llevó por delante a la persona que la ha llevado al borde del abismo, Juan Pablo López. Jugó con habilidad con los votos del consejo, los tres del PP y un díscolo de Podemos (José Manuel Martín Medem), que sumados al suyo dieron la mayoría necesaria para echar al alfil de Moncloa. Pero luego, la mayoría cambió de bando y ella tuvo que aceptar su derrota.

Sin embargo, la pugna no se circunscribió a las votaciones del consejo. La presión sobre Elena Sánchez ha sido insoportable en las últimas semanas. Moncloa, según cuentan hoy Rubén Arranz y Carlos R. Cózar, no ha dudado en echar mano de las amenazas, dossier incluido, para defenestrar a Elena Sánchez.

Pedro Sánchez no tiene motivos para estar contento. Ha ganado su particular batalla: se ha cargado a la respondona Elena Sánchez y ha logrado que La Resistencia figure en un próximo futuro en la parrilla de La 1. Pero, ¿a qué precio? ¿Era necesario dar este bochornoso espectáculo con tal de derrotar a los fachas de Atresmedia?

Aunque Broncano no parece que vote al PP, a mí me parece un tipo independiente. Veremos si sus ocurrencias le resultan lo suficientemente graciosas al presidente del Gobierno, que ya tiene a El Intermedio como programa de referencia de lo que debe ser un show progre de verdad. ¿Será Broncano un Gran Wyoming bis?

Que el presidente del Gobierno tenga esa capacidad de enredo en la programación de la televisión pública y que el pulso con la presidenta de RTVE (propuesta por el PSOE, no lo olvidemos) se haya llevado a cabo de forma tan descarnada y falta de escrúpulos evidencia su particular forma de entender el ejercicio del poder. Todo lo que dependa del Estado debe estar obligatoriamente a su servicio.