El aparato propagandístico de El Régimen se ha puesto en marcha para intentar quitar hierro a esta nadería del apagón, al que algunos han rebautizado como blackout para darle un toque cinematográfico. Los anglicismos siempre ayudan a despistar y, a la vez, a vender la vuelta a la normalidad como un acto heroico. Como una historia de videoclub. Sería extraño que la propaganda no produjera en un tiempo prudencial un documental en el que analizar en tono épico el día en que el país se quedó sin luz, a poder ser, centrándolo en la resiliencia de la gente para evitar señalar que la circunstancia se produjo bajo un Gobierno del PSOE, con una socialista al frente de Red Eléctrica.
Podrían encargar la producción a José Miguel Contreras y vendérsela a Jorge Pezzi, con quien fundó en 2018 LACOproductora y quien ahora, por arte de magia, se ha convertido en directivo de Movistar Plus en sustitución de Domingo Corral, conocido en el sector por su buen hacer. Hay actividades que funcionan con un grupo electrógeno inagotable. Entre otras, la de colocar a los recomendados donde toca o donde pueden ayudar.
Se empeñan estos días en trasladar desde la operadora de telecomunicaciones que su futuro no está ligado a los vientos políticos, pero tienen bastante complicado el justificar designaciones como la de Pezzi o la que avanzaba El Debate este martes, como es la contratación del hijo pequeño de Cándido Conde-Pumpido (no el otro, claro) para su departamento de lobby. Ya se sabe que quien tiene el poder crea dependencias y actúa con varita mágica e inercia impepinable.
En un país que conservara la cordura y no se hubiera entregado a los flashmob ni a la idiotez, estas cosas serían difíciles de plantear. Lo que ocurre es que el relato parece cada vez más fácil de imponer en estos lares. Así que nos venderán que el socio de Contreras es la persona más preparada para dirigir la ficción de Movistar. O, en lo último que nos ocupa, que el blackout fue algo imposible de prever y concebir -y un bulo porque lo decía Javier Ruiz- ante el cual se actuó pronto, de forma épica y con la colaboración de la sociedad española, que dio un ejemplo de civismo. Espero que haya tomado nota Carlos del Amor para su resumen de fin de año del concierto de Manu Chao en pleno apagón, en la calle. En acústico, sin luz. Que la caída del sistema no apague nuestra fiesta interior ni la alegría de este pueblo.
Cae la red, pero yo no he sido
Entraría dentro de lo normal que si cae la red y genera, al menos, 1.000 millones de euros de pérdidas, la responsable de su gestión, como es Beatriz Corredor, ni siquiera se atreviera a volver a entrar en las dependencias de su empresa y dimitiera, pidiendo público perdón por el incidente. Lejos de demostrar cierta dignidad, este miércoles, dos días después de que el país se paralizara, la expresidenta de la Fundación Pablo Iglesias ha aparecido en público para someterse a una entrevista blanda, blandita, en la Cadena SER en la que ha confirmado que no tiene pensado marcharse.
¿Cómo es posible que Corredor ni siquiera ponga su cargo a disposición de su Consejo de Administración cuando la red se cayó durante varias horas y su propia empresa había advertido unas semanas atrás de que la inestabilidad que generaba la prevalencia de las renovables en el mix energético podía provocar esos sucesos? ¿Y por qué se refugia en la SER, en lugar de comparecer ante todos los periodistas para someterse a sus preguntas? Ella defiende que Red Eléctrica Española obró de forma intachable. ¿Qué teme entonces? ¿Que le pregunten por el contenido de su propio informe?
Su actitud es tan desconcertante como la del presidente del Gobierno, quien, por un lado, transmite que no está nada claro el origen del apagón -perdón, del blackout-, pero a la vez descarta que la situación hubiese sido diferente si las nucleares disponibles hubieran operado a pleno rendimiento, mientras anuncia que depurará responsabilidades de lo sucedido entre las empresas privadas. Corredor abunda en esos argumentos. Asegura que en Red Eléctrica Española se analiza “milisegundo a milisegundo” lo sucedido y que tienen la incidencia “más o menos localizada”. Eso sí, pese a que considera que es pronto para extraer cualquier conclusión, ya avisa: aquí no dimite nadie porque las cosas se han hecho bien.
Con todo fuera del pantalón
¿Dejará Corredor su puesto? Pues todo depende de cómo evolucionen los acontecimientos. Sánchez despotricó el martes contra los operadores privados y pareció que esa frase estaría seguida por la marcha de la presidenta de Red Eléctrica. Este miércoles, el Gobierno ha matizado esas palabras y ha hecho una defensa tímida de la exministra de Zapatero.
A lo mejor, el PSOE no quiere que nadie interprete su dimisión como el reconocimiento de que el Gobierno -que es quien pone a la presidenta de Red Eléctrica- tiene algo de culpa en el apagón. Desconectar del enchufe a su enchufada podría malinterpretarse e incluso podría hacer que alguien piense que el mero hecho de que se caiga la red entera, de golpe, es motivo suficiente para que su máxima responsable dimita.
La verdad es que la propaganda lo tiene fácil para cerrar cualquier debate al respecto. Basta con que su contingente de expertos -¿de dónde sacan siempre tantos?- traslade día y noche, en 10 medios de comunicación, en 100 o en 1.000, que tenemos la mejor red eléctrica del mundo mientras Patxi López cita el ejemplo de Carlos Mazón, que tampoco dimitió, pese a su absoluta torpeza e inutilidad durante la DANA. Mientras tanto, Pedro Sánchez podrá decir aquello de: vamos viendo, a sabiendas de que el control que ejerce el Gobierno sobre el sector público y el público-empresarial le hace tener la sartén por el mango. Según el pulgar apunte hacia arriba o hacia abajo, Corredor seguirá en su puesto o se irá, al igual que sucede con el resto de los colocados, sin importar si su gestión es buena o mala. He aquí un auténtico drama nacional. Una situación patética.
Sobra decir que en casos similares al del blackout tampoco pasaría nada -si el Gobierno no quiere- con Marc Mutra (Telefónica), con Maurici Lucena (AENA), con Pedro Saura (Correos), con Miguel Ángel Oliver (EFE) y con tantos y tantos coroneles, afines y adeptos al partido o Moncloa que han sido repartidos en empresas públicas -con cuotas para oposición y minorías, claro-, tanto en su directiva como en su Consejo de Administración. El problema de priorizar las cuestiones políticas sobre la lógica de la gestión es que tus decisiones acaban siempre sometidas a los intereses del que te pone. Lo hagas bien o mal, tu permanencia en el cargo dependerá de la relación que tengas con el Ejecutivo. ¿Y qué sucede en caso de que un partido presione para contratar a un afín? Eso está a la orden del día. Llámese Jésica o el ganador de una licitación teledirigida.
El problema es tan profundo y generalizado que observarlo requiere proteger la vista con gafas de sol, la nariz con una pinza y la boca con mascarilla. Se ha manifestado en todas las etapas y Administraciones. Lo que sucede es que el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha demostrado una particular valentía para enchufar y para gastar cientos de millones de dinero público para controlar empresas que someter a sus intereses. Atención a lo que viene en Telefónica... y atención a lo de Indra y los Escribano. Van con todo por fuera. No se han reservado ni un centímetro dentro del pantalón.
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