Durante los últimos dieciocho meses, el mundo ha sido testigo de noticias desgarradoras sobre guerra, violencia y derramamiento de sangre provenientes de Oriente Medio. Cientos de millones de personas dignas en todo el planeta —incluyendo Europa y España— han salido a las calles para protestar contra esta violencia que ha segado la vida de miles de mujeres y niños. ¿Por qué se ha despertado esta conciencia colectiva humana? La respuesta simple es que las personas con principios rechazan la violencia y la masacre de inocentes. Pero, como diplomático, deseo ofrecer una respuesta más profunda al lector: porque la paz —como valor humano fundamental y compartido— ha sido vulnerada, herida y se encuentra bajo una amenaza sin precedentes. Es bajo la luz de la paz que se protege la vida humana; es en la paz donde pueden florecer el bienestar y el desarrollo. Sin embargo, junto con la paz, también se han violado otros valores fundamentales que detallaré a continuación.
Desde la madrugada del viernes, mi país ha sido objeto de una agresión descarada por parte del régimen israelí, caracterizado por su política de genocidio y apartheid. Esta agresión, que ya ha afectado a cerca de 800 compatriotas inocentes, entre muertos y heridos, y el desplazamiento forzado de miles más, ha perseguido tres objetivos principales:
- Atacar distintas ciudades y algunas infraestructuras clave de mi país, provocando muertes de civiles inocentes y una destrucción generalizada;
- Atacar instalaciones nucleares que operan bajo supervisión constante del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), lo que ha supuesto un riesgo real de dispersión de materiales radiactivos y de una catástrofe a nivel regional;
- Asesinar a varios altos mandos militares y científicos iraníes.
Los principios fundamentales del derecho internacional constituyen valores comunes que la humanidad ha logrado con gran sacrificio en la era moderna. El derecho internacional humanitario, una de sus ramas, establece normas para reducir el sufrimiento humano en tiempos de guerra. Entre ellas se encuentra la prohibición de atacar objetivos civiles, personas inocentes o incluso militares que no se hallen en combate. Sin embargo, el régimen israelí ha violado flagrantemente estos principios durante su guerra de dieciocho meses, que ahora ha alcanzado el territorio de mi país, y continúa perpetrando crímenes contra personas que deberían estar protegidas por el derecho internacional.
Mi país ha sido objeto de una agresión descarada por parte del régimen israelí, caracterizado por su política de genocidio y apartheid
Las instituciones internacionales también reflejan estos valores compartidos. Organismos como el OIEA existen para servir a la humanidad y preservar la paz. Estas entidades —y en particular el OIEA— cuentan con normativas fundamentales, entre ellas la prohibición de atacar instalaciones nucleares con fines pacíficos debido al peligro que representan para la humanidad. Este principio también está recogido en el derecho internacional humanitario (artículo 56 del Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra). No obstante, el régimen israelí ha violado de forma manifiesta estas normas jurídicas y ha atacado instalaciones nucleares bajo supervisión del OIEA, y continúa haciéndolo.
Los científicos —como personas civiles— deben estar protegidos. Incluso según el derecho internacional humanitario, un soldado que no esté en combate no debe ser blanco de ataques. A pesar de ello, el régimen israelí ha asesinado a nuestros comandantes militares en sus propias viviendas, violando nuevamente el derecho internacional humanitario y persistiendo en esta práctica criminal.
La magnitud de los crímenes de este régimen, en el marco de su agresión a mi país, pone en evidencia que la supuesta "amenaza nuclear" no es más que una gran mentira repetida durante más de dos décadas. Reiteradamente han afirmado que Irán está a semanas o meses de obtener una bomba atómica, pero jamás han explicado por qué esa predicción nunca se ha cumplido.
La supuesta "amenaza nuclear" no es más que una gran mentira repetida durante más de dos décadas
Permítanme explicar brevemente: el programa nuclear iraní se inició en los años sesenta por iniciativa de Estados Unidos y se desarrolló con inversiones, incluso en países como Francia. Pero tras el cambio de régimen en Irán, que puso fin al gobierno proestadounidense, la postura de Washington se invirtió completamente, sosteniendo que Irán no tenía derecho a desarrollar tecnología nuclear. Esto, a pesar de que el Tratado de No Proliferación Nuclear reconoce ese derecho a todos sus miembros, siempre que actúen bajo supervisión del OIEA.
No solo se canceló el contrato de construcción de la central nuclear de Bushehr —iniciado bajo el régimen anterior con Alemania—, sino que incluso el suministro de radiofármacos para 800.000 pacientes iraníes fue condicionado a que Irán renunciara a su programa nuclear, y ni siquiera garantizaban la venta, solo se comprometían a "estudiarla". Afirmaban que existían dudas sobre el desarrollo del programa. Para despejar esas inquietudes, cooperamos plenamente con el OIEA, el órgano legítimo en esta materia. También aceptamos la propuesta del presidente Obama para entablar negociaciones de generar de confianza, lo que culminó con el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA).
Tras ese acuerdo, el OIEA confirmó en quince informes consecutivos que el programa nuclear iraní tenía fines pacíficos. Sin embargo, con la retirada de Estados Unidos del acuerdo en 2018, todo se encaminó de nuevo hacia una crisis artificial e innecesaria. El gobierno de Biden, pese a sus promesas, no mostró disposición para un acuerdo. Cuando Trump expresó su voluntad de negociar, aceptamos de inmediato, celebrándose cinco rondas de diálogo. La sexta estaba prevista para el domingo 14 de junio en Mascate, pero la agresión israelí la frustró, porque Netanyahu —desde 2015 hasta hoy— siempre se ha opuesto a cualquier acuerdo. Esta vez, su objetivo mínimo era matar el proceso de diálogo, justo cuando Irán iba a presentar, el domingo 15 de junio, su contrapropuesta a la iniciativa estadounidense. Se esperaba que esta propuesta abriera una vía real hacia el entendimiento.
Lo ocurrido en estos 18 meses, y especialmente desde la madrugada del viernes en mi país, no es una guerra convencional fruto de disputas ordinarias. El número espeluznante de víctimas inocentes, la motivación ilegítima, la violación sistemática de normas jurídicas esenciales, la comisión masiva de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y, sobre todo, de genocidio —por lo cual Netanyahu y otros dirigentes del régimen son buscados por dos tribunales internacionales— han convertido esta guerra en una agresión contra los valores de la civilización humana. No solo se ha asesinado a miles de mujeres y niños inocentes, sino que se han vulnerado los valores esenciales del mundo civilizado, incluido Occidente. Si hasta el viernes se atacaban sobre todo los principios del derecho internacional humanitario, desde ese día el blanco ha sido el principio más básico del derecho internacional: la prohibición del uso de la fuerza, consagrada en el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, que ha sido violada de forma flagrante y sin justificación.
El pueblo iraní —como uno de los pilares de la civilización humana— es poderoso. Puede resultar herido por una agresión, pero al final castigará al enemigo
No es la primera vez que el pueblo iraní enfrenta una agresión semejante en su historia reciente. El 22 de septiembre de 1980, Irán fue objeto de una invasión similar por parte del régimen de Saddam Hussein. Esa guerra comenzó de forma brutal, y muchos auguraban que Irán sería derrotado. Pero un periodista italiano, versado en historia, escribió entonces que Irán era demasiado arraigado y fuerte como para ser vencido. Los iraníes, fieles a su herencia histórica, resistieron y esperaron el momento oportuno para castigar con firmeza al agresor. Y eso fue exactamente lo que sucedió con Saddam.
Sí, el pueblo iraní —como uno de los pilares de la civilización humana— es poderoso. Puede resultar herido por una agresión, pero al final castigará al enemigo. Sin embargo, la defensa de valores compartidos como la paz y el derecho es una responsabilidad común. Por eso, invito a todos —independientemente de cualquier crítica que puedan tener hacia ciertos aspectos internos de Irán— a condenar con firmeza esta agresión, en nombre de la paz, los valores fundamentales y la humanidad. También deseo agradecer al gobierno de España, que se unió con claridad al coro de condenas contra esta agresión. Es precisamente esta actitud distintiva la que me lleva a hablar de una auténtica "escuela diplomática española", que ha contribuido a avanzar los intereses del pueblo español en el mundo.
Reza Zabib es embajador de la República Islámica de Irán en España
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1 Comentarios
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hace 2 horas
Qué gracioso. Pura propaganda.
Exige la democracia en tu país y que sus líderes no financien el terrorismo internacional.
Recordemos que Iglesias cobraba del gobierno iraní.