En los últimos años, y especialmente en momentos críticos con oleadas de incendios simultáneos como la que vivimos actualmente en nuestro país, han proliferado en los medios de comunicación discursos erróneos que atribuyen el aumento del riesgo de incendios forestales a la existencia de espacios naturales protegidos, cuestionando el trabajo de las organizaciones ecologistas y conservacionistas. Sin embargo, la evidencia científica y el análisis riguroso del territorio demuestran que este argumento no es cierto y que desvía la atención de las causas reales del problema.
Desde WWF, llevamos más de veinte años estudiando y explicando las causas y las posibles soluciones a través de nuestros informes anuales y podemos asegurar que la verdadera cuestión es la emergencia climática, el abandono rural masivo, la escasa gestión forestal y la falta de prevención en el territorio tanto técnica como social que investigue las causas de la tan elevada intencionalidad.
Los incendios forestales en España no son simplemente un reflejo de una supuesta “falta de desbroce” o de un “exceso de proteccionismo ecológico”. WWF España ha documentado que menos del 1 % de la superficie forestal cuenta con protección estricta, es decir, el 99 % restante está abierto a actividades tradicionales y usos productivos. Sin embargo, muchos de estos espacios (tanto fuera como dentro de los Espacios Naturales Protegidos) han sido abandonados en términos de gestión activa y aprovechamiento, lo que ha incrementado la continuidad y el volumen de biomasa acumulada, factor clave para la propagación de incendios extremos.
Las áreas protegidas no son las zonas donde más arden los bosques. En realidad, tan solo el 14 % de los incendios entre 2005 y 2017 ocurrieron en espacios naturales protegidos, y muchos menos se originan en el interior de estas zonas.
El abandono rural es la raíz profunda de estos cambios en el paisaje. En las últimas décadas, millones de hectáreas agrarias y forestales han dejado de ser gestionadas: no se trabaja la tierra, no se pastorea de forma extensiva, no se persiguen políticas activas de ordenación forestal, actualmente no llegamos al 30 % de montes ordenados en España. Este fenómeno es el que ha provocado el aumento de combustible y la creación de paisajes homogéneos, continuos y con alta densidad de biomasa que alimentan incendios cada vez más grandes, rápidos y peligrosos alimentados por la crisis climática.
Sin embargo, no hay que olvidar que la mayoría de los incendios, hasta un 95 %, tienen causa humana, y más de la mitad son intencionados, lo que indica la necesidad de invertir en políticas que trabajen la prevención, la concienciación social y la reactivación económica del medio rural; además de integrar una gestión territorial participada y coordinada.
Para afrontar este desafío, demandamos un cambio profundo en el modelo territorial y, con nuestras acciones en el territorio, demostramos que el abandono del medio rural puede revertirse mediante políticas integrales que promuevan el empleo en la agricultura, ganadería extensiva, el manejo sostenible de los bosques y la planificación territorial estratégica orientada a la prevención integral de incendios forestales.
Un ejemplo que ilustra bien este escenario es el proyecto Rural Labscape desarrollado por nuestra organización junto a otros muchos actores en el Vall de Almonacid, donde se están desarrollando iniciativas pioneras que integran la recuperación de la actividad agraria y ganadera con la mejora de la gestión forestal. En esta zona se promueve el pastoreo extensivo y técnicas tradicionales adaptadas al contexto actual para reducir la carga de combustible y crear paisajes menos inflamables, promoviendo un modelo de territorio vivo y multifuncional que protege la biodiversidad y reduce el riesgo de incendio. Parte de estas actuaciones se están desarrollando en el ENP de la Serra d’Espadá.
Otro ejemplo sería la Restauración Forestal en Yátova, tras el gran incendio forestal de Cortes de Pallás en 2012, cuyo objetivo es contribuir a la creación y mantenimiento de un mosaico agroforestal que minimice la extensión y severidad de los incendios forestales que se puedan producir en un futuro dotando a las zonas tratadas de mayor resiliencia y biodiversidad. En este caso, prácticamente la totalidad del proyecto se encuentra integrado en zonas ZEPA y LIC de la red natura 2000.
Una sociedad desconectada del medio natural, con una creciente población urbana alejada de la realidad rural, no puede esperar que solo las políticas y los bomberos salven el problema. La concienciación social y la corresponsabilidad activa en la gestión del territorio son fundamentales para alcanzar un paisaje menos vulnerable y más resiliente ante la crisis climática.
En definitiva, la problemática de los incendios forestales en España no se soluciona echando la culpa a la protección ambiental, Proyectos como los ya mencionados muestran que es posible avanzar hacia un futuro donde el paisaje, la biodiversidad y la sociedad convivan y enfrenten juntos este desafío.
Jorge Aguado, técnico del programa de Bosques de WWF España.
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