Yo creo que Iván Espinosa de los Monteros no sabe cómo estar ni cómo no estar en política, así que saca un libro, o se pasea vestido de domingo ante los problemas del país, como ante una colegiata, o se pasea con bonete ante el currelaje de los partidos, o saca ahora esta plataforma ciudadana como una plataforma del tranvía, abierta a todos pero que parece un palquito. Cualquiera diría que hacen política, que quieren hacer política, con él ahí en medio, como un político de glorieta, con barba isabelona, todos hablando de los males de España, de los problemas de España, de arreglar España, asintiendo todos como con cabezadas de presbítero, y hasta con razón, con bastante razón. Lo que pasa es que esa política con toda la política pero sin partido político aquí se ha llamado siempre bar, o casino comercial, o comida de familia. Quizá lo más español que hay en España es la política sin partidos, como la religión sin curas. Espinosa yo creo que sólo le ha querido dar una arquitectura anglosajona o ciencióloga a esto que siempre hemos hecho entre chatos y plumas de gallo.
En el Colegio de Arquitectos de Madrid, que tiene algo de excavación arqueológica a medias, como unas obras municipales, Iván Espinosa de los Monteros presentaba su plataforma, o think tank, o lo que sea, o sea ese hacer política sin llamarse partido y ese llamar a los partidos sin sentir que uno llama a nadie. A mí me parece que Espinosa viene desconectado de la realidad ya desde el nombre de la plataforma. A los clásicos siempre les pierde su clasicismo, como una miopía que produce el mármol. La plataforma se llama Atenea, pero aquí nadie piensa en la diosa, ni en Atenas, ni en los ateneos. Atenea sólo suena a sauna, a club, a amiguita de Ábalos. Espinosa ha llegado con lanza y lechuza donde sólo hay zascas y porrones. Aquí no se entiende qué es un think tank, no se entiende qué es la sociedad civil (de momento, la sociedad civil de Espinosa resulta algo así como un recital de piano), y yo creo que la primera misión de Espinosa va a ser de traducción o de alfabetización. Quizá lo suyo hay que entenderlo así, como una especie de misión pedagógica que prepare el camino al nuevo gobierno, o que le prepare el camino a él.
Atenea, como plataforma civil, think tank, misión pedagógica o tapadera de algo con biombos, se presentaba, en fin, en un ambiente entre el aeropuerto y la opa, un lugar a medio camino entre la ida, la vuelta y el envite de los del PP y los de Vox
Estaba Cayetana Álvarez de Toledo, ya con el otoño sobre los hombros y luz como de chimenea, y parece que Miguel Tellado llegó pero se fue pronto, como si el ambiente aún le pareciera explosivo. Ortega Smith se mostró dispuesto a apoyar “cualquier iniciativa que beneficie a los españoles”; Marcos de Quinto también se paseaba por allí con esa mirada suya de estar en los sitios para comprar el solar, las almas o los escombros, como Fran Hervías, que no se pierde una, con su cosa de santo mendicante de la política, aun tan joven, y Mayor Oreja, que parece un poco abducido desde que se ha vuelto creacionista o algo así de absurdo. El ambiente era una cosa pijoecléctica, y además te ponían unos vídeos como de diputación provincial o de enrolamiento en la marina que despertaban optimismo y patriotismo como de romería de la Virgen. Se puede arreglar España, somos un gran país, nos decían, y yo pensaba que, por lo visto, eso no se puede hacer desde la política, sino desde un club o desde un palquito, y eso da bastante pena.
Antes de que hablar Espinosa de los Monteros, “nuestro capitán”, hubo una breve charla sobre Estado de derecho y salud democrática, que fue lo más interesante. Fue un ejemplo de lo que yo llamo el enfoque metaideológico, o sea, de lo que está más allá o antes de las ideologías, que es el sistema que las sustenta, la organización de nuestra democracia. La ocupación de todos los espacios públicos por los partidos, el intento de control del Poder Judicial, la inseguridad jurídica y la desigualdad que se generan en un sistema en que la ley empieza a ser arbitraria (amnistía, por ejemplo)… Y es que, de nuevo, el diagnóstico de esta España ya lo tenemos. Yo creo que ni siquiera hace falta mucho think tank para estas obviedades, y supongo que Atenea (que dicho así parece una IA, como Siri) irá trabajando más en infraestructuras, reindustrialización y vivienda que en unos males democráticos que cualquiera ve apenas sale Sánchez con su pinta de mantis, o sus ministros con pinta de minions, o sus socios con pinta de apandadores.
Atenea es “sabiduría”, decía Espinosa, que de vez en cuando tiene momentos como de profesor Shorofsky de Fama o de David el gnomo. Lo que fastidia es que, por lo visto, no hay sabiduría en nuestros partidos políticos, así que Espinosa tiene que llevarnos como a una sala de conciertos a ponernos vídeos de exposición universal o de apertura de juegos olímpicos, y a decirnos que ellos, con los ciudadanos que se apunten, con magistrados de galería, con profesionales aplicados con el cartabón en el maletín como un violín de plexiglás, van a ir trazando el futuro, los viaductos, la economía y los parterres de una España mejor. Una cosa son los tecnócratas, o sea que al frente de un ministerio o un proyecto haya alguien que sepa del tema, aunque no tenga que llevar la regla de cálculo ni la tiza en el bolsillo, y otra cosa es esta rendición que supone aceptar que la política ya no la pueden hacer los políticos. Lo mismo, dentro de poco, la hace sólo Atenea, que imagino como una IA con voz de Ana de Armas.
Yo veo más intención en la pedagogía que en la ingeniería de Atenea
Quizá no vendría mal ir explicando qué es el Estado de derecho a los que todavía (políticos, periodistas e intelectuales de mano blanda incluidos) no saben qué es. Eso, y otra misión de la que habló Espinosa: el cese de hostilidades y el acercamiento de los dos partidos que están llamados a gobernar, o sea Vox y PP. Empezar por lo metaideológico (calidad democrática, independencia de los poderes, imperio de la ley, igualdad efectiva) y ya se verá que pueden poner además en común las sectas del cilicio de Abascal o la secta de fareros contemplativos de Feijóo. Claro que para eso Abascal debería buscar el bien del país, no sólo esperar que Trump le regale una ínsula con calita cuando nos conquiste. Yo creo que ésa es la idea, ir trazando el programa ideológico y metaideológico que pueda usar el próximo gobierno, o la próxima generación. O sea, demostrando que eso se puede hacer (el acuerdo metaideológico) y que además puede quedar, para la próxima vez que venga un tiranuelo salsón o militroncho.
En España parece que hay que estar fuera de la política para poder hacer política, y eso es triste y peligroso, porque nos dice que los partidos, como estructuras morrocotudas, piramidales, eclesiales, ya no sirven, o sólo se sirven a ellos. Una plataforma, aunque tenga nombre de sauna, que pueda ir enseñándonos cómo lo común siempre tiene más fuerza que el enfrentamiento, sobre todo si vemos proyectos reales y con sentido para mejorar nuestra vida, puede ser una buena idea. Claro que así empezó Yolanda, recuerden, que lo suyo también era una plataforma para oír a la ciudadanía, así como si fueran murmullos del bosque, hasta que los murmullos, los pajaritos y los chorritos le dijeron justo lo que ella quería oír y, sobre todo, que tenía que presentarse a las elecciones para salvarnos. Justo lo que nos suponíamos desde el principio, claro.
Espinosa es pedagógico y hasta doctoral, pero también tiene algo de gurú con todas las recetas de la felicidad, y eso siempre llama a la prevención. No estar en política puede ser la mejor manera de meterse como nunca en política, ya digo, arrastrado o llamado por el gorjeo de la sociedad civil, que poco a poco te reclama. Espinosa quiere refundar Vox, quiere refundir el PP, quiere aristocratizar Ciudadanos, (que tenía mucha chusquería de comerciales, despachitos y agencias de viajes), quiere un ministerio sin cartera, quiere una prelatura personal, quiere que le pidamos un hijo como a Julio Iglesias, o qué es lo que quiere. Volverá a la política, se dedicará al coaching, venderá alfileres de corbata o qué. Será un capitán civil, como un comodoro de puerto deportivo, o será, acaso, Yolanda flotando en champú de barba. Porque, al final, la política hay que hacerla desde los partidos. Cualquier otra cosa es diletantismo, tapadera o estafa. No se puede estar en política de paseo.
Te puede interesar