Cientos de jóvenes marroquíes están protestando en 11 ciudades desde el 27 de septiembre bajo la bandera «GenZ 212», exigiendo medidas contra las fallas de los sistemas sanitario y educativo. Aunque en su mayoría pacíficas, las protestas en varias ciudades han degenerado en disturbios y destrucción de propiedad pública y privada, mientras que la muerte de tres alborotadores, los vídeos virales de palizas policiales y más de 400 detenciones están galvanizando aún más a los manifestantes. Pero más allá del ciclo de disturbios y la dura represión policial, el principal detonante de las manifestaciones ha sido la profunda frustración popular por la persistente incapacidad de Marruecos para cumplir sus planes y promesas de desarrollo. Este tipo de descontento generalizado será difícil de abordar de forma rápida y creíble para el Gobierno.
Dificultades estructurales
No es de extrañar que la sanidad y la educación sean el centro de atención de los jóvenes manifestantes. El sistema sanitario marroquí se enfrenta a una grave escasez de personal, médicos mal pagados, infraestructuras inadecuadas y equipamiento insuficiente. En 2024, miles de estudiantes de medicina y recién graduados protestaron durante meses, poniendo de relieve un problema que refleja décadas de inversión insuficiente y que requerirá años de gasto y reformas del sistema para mejorar la forma en que se financia y se presta la asistencia sanitaria.
La reforma educativa cuenta una historia similar. Las zonas rurales carecen de infraestructura escolar suficiente, lo que obliga a los jóvenes estudiantes a recorrer largas distancias. Los profesores protestan habitualmente por la remuneración inadecuada y un sistema contractual que amenaza sus prestaciones. En los últimos dos años, el 30 % del personal docente estuvo en huelga, lo que afectó a las escuelas durante semanas o meses. La construcción de escuelas en las zonas rurales, la contratación y retención de profesores cualificados y la mejora de los resultados educativos son retos que requieren varios años. Las huelgas de profesores reflejan quejas genuinas sobre la remuneración y las condiciones de trabajo, pero abordarlas requiere recursos fiscales que Marruecos tiene dificultades para reunir. Además, estas necesidades no existen en el vacío, y el Gobierno debe equilibrarlas con otras prioridades contrapuestas: la reconstrucción tras el terremoto, la seguridad alimentaria, los planes de industrialización, las obligaciones de deuda y el aumento de los costes energéticos.
La creación de puestos de trabajo de calidad para los jóvenes marroquíes no es solo una cuestión de voluntad política. Requiere un sector privado mucho más sólido que el actual
La creación de empleo depende de un crecimiento económico sostenido, algo que Marruecos también ha tenido dificultades para lograr. Los planes de industrialización del país están bien concebidos, pero su aplicación se enfrenta a limitaciones reales: recursos limitados, dificultades económicas mundiales y la paciencia necesaria para crear industrias competitivas. La creación de puestos de trabajo de calidad para los jóvenes marroquíes no es solo una cuestión de voluntad política. Requiere un sector privado mucho más sólido que el actual. Otro requisito previo para el crecimiento futuro del empleo es la integración en las cadenas de suministro mundiales, algo en lo que Marruecos ha trabajado durante la última década para poner en marcha. Y exige cambios económicos estructurales, pasando de un modelo económico basado en el sector rural a otro basado en la industria y el conocimiento, algo que Marruecos ha intentado lograr, pero incluso en el mejor de los casos, este tipo de reforma lleva años o incluso décadas.
Esto crea un auténtico dilema para cualquier gobierno. Las demandas de los manifestantes requerirán una inversión sostenida a largo plazo antes de que los resultados sean visibles. Pero la presión política exige avances visibles ahora mismo, o al menos un plan gubernamental que los manifestantes que salen a la calle consideren creíble.
¿Por qué ahora?
Estos problemas no son nuevos, entonces, ¿por qué se están intensificando las protestas ahora? En primer lugar, cabe señalar que las protestas populares en Marruecos no son inusuales. Las manifestaciones en apoyo a los palestinos se han producido en todo el país desde el inicio de la guerra de Israel en Gaza en 2023. Sin embargo, los acontecimientos anteriores, como las manifestaciones de los estudiantes de medicina de 2024, solían estar organizados por sectores, lo que hacía más factible la intervención del Gobierno para corregir el problema (como aumentar los salarios de un determinado grupo sindicalizado). Las manifestaciones que se están produciendo actualmente están más descentralizadas. Además, tras gestionar relativamente bien la crisis de la COVID-19, la población parece haber perdido la paciencia que le quedaba tras la pandemia.
Mohamed VI ha estado preparando al príncipe heredero Moulay Hasan para ser el próximo rey, pero se sabe poco sobre sus prioridades políticas
Hasta ahora, el Gobierno ha argumentado con éxito que Marruecos ha superado el brote de coronavirus de 2019-2020 mejor que muchos países y que necesitaba tiempo para recuperarse económicamente. Ese periodo de gracia podría estar llegando a su fin. Sin embargo, para ser justos, Marruecos se ha enfrentado a contratiempos adicionales, como la inflación mundial, los altos costes energéticos y el devastador terremoto de septiembre de 2023 cerca de Marrakech. Es probable que los planes de desarrollo económico no cumplidos se hayan perdido en favor de necesidades más urgentes y a corto plazo. Además, la inflación ha agudizado la frustración. El aumento de los costes de los alimentos, en particular, así como de la vivienda y el transporte, convierte las preocupaciones abstractas sobre la sanidad y la educación en una aprensión crónica sobre la asequibilidad de los bienes esenciales. Todo ello justifica en parte la ira de los manifestantes, pero también demuestra el alcance de las continuas dificultades del propio Gobierno.
Por último, la inminente sucesión real genera una ansiedad e incertidumbre adicionales. El rey Mohamed VI ha estado preparando al príncipe heredero Moulay Hassan para ser el próximo rey, pero se sabe poco sobre las prioridades políticas del príncipe. Dado que las promesas de desarrollo humano del actual soberano no se han cumplido, para los manifestantes, esperar pasivamente un futuro desconocido parece menos racional que exigir un cambio ahora.
Industrialización sin desarrollo humano
La paradoja del desarrollo de Marruecos es tal que los esfuerzos de industrialización han sido el centro de atención del Gobierno, mientras que el desarrollo humano se ha quedado rezagado. Marruecos ha logrado atraer inversiones en fabricación de automóviles, aeroespacial, energías renovables e infraestructuras nacionales. Tanger Med se ha convertido en un importante centro portuario del Mediterráneo. El país ha construido la primera línea ferroviaria de alta velocidad de África. Las exportaciones industriales han crecido. Según los parámetros convencionales, el progreso de Marruecos es impresionante.
Pero este crecimiento aún no ha proporcionado lo que piden los jóvenes marroquíes: asistencia sanitaria accesible, educación de calidad y puestos de trabajo asequibles. El sector automovilístico exporta sus productos a Europa, pero crea relativamente pocos puestos de trabajo, dada su intensidad de capital y su alto nivel de automatización. La fabricación aeroespacial también requiere una especialización que el sistema educativo no proporciona fácilmente. Los proyectos de infraestructura son logros visibles, pero no mejoran directamente el acceso oportuno a los médicos ni equipan adecuadamente las escuelas.
Como país que se ha incorporado tarde a la industrialización, Marruecos está llevando a cabo un desarrollo moderno, intensivo en capital y limitado, que no ofrece la rápida industrialización con una elevada proliferación de puestos de trabajo que transformó a otros países hace décadas. La nueva fabricación está automatizada y requiere habilidades especializadas. Marruecos ha invertido en formación técnica y profesional para satisfacer esas necesidades, pero esas industrias requieren relativamente menos puestos de trabajo. Mientras tanto, el sistema educativo en general tiene dificultades para proporcionar una enseñanza general de calidad que permita la adaptabilidad y el aprendizaje y el crecimiento continuos. El resultado es el desempleo entre los jóvenes, mientras que las industrias informan de dificultades para encontrar trabajadores y directivos cualificados de nivel medio. Las escuelas y universidades marroquíes fracasan en ambos frentes: no ofrecen una base académica sólida ni se ajustan a las necesidades del mercado laboral actual. Esto refleja una coordinación inadecuada entre el desarrollo industrial y la política educativa, agravada por la realidad de que la industrialización exitosa por sí sola no puede absorber la mano de obra joven de Marruecos. Para complicar aún más el problema, el desarrollo industrial se concentra en unas pocas ciudades —Casablanca, Rabat, Tánger— mientras que las zonas rurales y las ciudades más pequeñas ven limitados los beneficios directos.
El nuevo modelo de desarrollo y el limitado crecimiento económico
Lo más grave es que el crecimiento económico no ha generado los ingresos necesarios para financiar adecuadamente los servicios sociales. La recaudación de impuestos se enfrenta a retos persistentes, la economía informal sigue siendo importante y los beneficios del crecimiento fluyen hacia sectores específicos sin traducirse en servicios públicos eficientes. El resultado es una economía que atrae inversiones en industrias selectas, mientras que los servicios públicos siguen sin contar con la financiación necesaria. Surgen nuevas zonas económicas libres y fábricas automatizadas, mientras que los hospitales y las escuelas carecen de infraestructura y personal.
El rey y su Gobierno tienen mucho trabajo por delante para abordar las protestas de una manera creíble
Esto ayuda a explicar por qué el modelo de desarrollo de 2021 asumía unas tasas de crecimiento del 6 % del PIB que Marruecos no podía sostener. El plan necesitaba un crecimiento que generara simultáneamente ingresos fiscales, creara puestos de trabajo accesibles, financiara los servicios sociales y distribuyera los beneficios geográficamente. Para Marruecos, el reto se ve agravado por varios errores de las autoridades: políticas proindustrialización que se esperaba que generaran muchos puestos de trabajo en el sector manufacturero, pero que no tuvieron en cuenta las tendencias actuales de rápida automatización; el desarrollo de industrias que atienden a los mercados europeos en lugar de aquellas que tienen en cuenta las necesidades y los recursos del país; y la falta de coordinación de la política industrial y las reformas educativas sistemáticas, al tiempo que se mejoran los servicios públicos.
Brecha de credibilidad
Cuando los jóvenes marroquíes ven la construcción de nuevos estadios para la Copa del Mundo de 2030 (que Marruecos coorganiza con España y Portugal), trenes de alta velocidad y fábricas a las que no pueden acceder, la frustración se acentúa. La infraestructura de la Copa del Mundo se ha convertido en un símbolo de una tendencia más amplia. El Gobierno argumenta, no sin razón, que estos proyectos crean puestos de trabajo durante la fase de construcción, impulsan el turismo y muestran las capacidades de Marruecos. Pero para los jóvenes que han salido a las calles, esto ignora los hospitales disfuncionales y las escuelas en ruinas de sus barrios. El rey y su Gobierno tienen mucho trabajo por delante para abordar las protestas de una manera creíble.
Intissar Fakir es investigadora principal del Instituto de Oriente Medio.
El artículo se publicó en inglés en la página web del Middle East Institute.
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