Moncloa se activó ayer como un resorte tras escuchar a la portavoz de Junts en el Congreso decir: "Hay que hablar menos del cambio horario y más de la hora del cambio".
En otras ocasiones, las amenazas de Junts se recibían en el PSOE y en el Gobierno con displicencia. Pero ayer no. Félix Bolaños hizo pasillos para convencer a los periodistas de que la amenaza de Miriam Nogueras era tan sólo un juego de palabras: "Las cosas van mejor de lo que parecen". Pero la portavoz independentista no amainó y reiteró en una entrevista en Telecinco: "Así no se puede continuar".
El Gobierno se esfuerza por convencer a los medios de que la mayoría de investidura sigue sólida. Hasta la vicepresidenta Yolanda Díaz, cuando fue traicionada por su subconsciente, quiso decir en el Senado que "hay gobierno de coalición para rato", no "corrupción para rato".
Sin embargo, lo que transmite Junts es muy distinto. Esto ya no aguanta más, y no sólo porque Pedro Sánchez no logra que desaparezcan del foco los temas de corrupción que le afectan, sino porque Junts está sufriendo un desgaste electoral sin precedentes por su apoyarle, lo que está aprovechando Aliança Catalana de manera muy eficaz. Aunque Silvia Orriols criticó el vídeo hecho con inteligencia artificial en el que se la ve a ella disparando a Carles Puigdemont, el hecho cierto es que el medio que lo publicó (Girona Notícies.com) es muy próximo a su partido. El nacional.cat, medio casi oficial de Junts, despotricaba ayer contra Orriols por recurrir a una imagen tan agresiva, pero que muestra una realidad que se vive en Cataluña y es que Aliança va a por ellos.
El aviso de Nogueras va en serio: Junts cree que la sangría de votos hacia Aliança sólo se puede cortar dejando de apoyar al gobierno
Sea con vídeo violento o sin él, lo que los líderes de Junts están viendo desde hace meses es que hay un partido que le está ganando la partida siendo aún más de derechas y más independentista que ellos. El peligro lo perciben sobre todo los alcaldes que todavía conserva Junts. Si se llega a las elecciones municipales de 2027 sin que nada cambie, Aliança se podría convertir en la opción más votada de la derecha independentista, arrebatándole a los de Puigdemont el poder en las ciudades medianas y pequeñas de Cataluña. Un partido lo puede perdonar todo, menos que le quiten los votos.
Las noticias que llegan desde Suiza tampoco son halagüeñas para el futuro de la coalición. Rodríguez Zapatero está fracasando como negociador, ya que no puede garantizarle a Junts que se concreten sus peticiones inaplazables, de las que la amnistía para Puigdemont es tan solo una de ellas.
¿Qué puede ofrecer a sus votantes Junts como recompensa por su apoyo a Pedro Sánchez? Muy poco. Lo más importante, la amnistía, ni siquiera ha servido para que Puigdemont pueda levantar su campamento en Waterloo.
Buscando una salida, Antoni Castellá, vicepresidente de Junts, lanzó la pasada semana la idea de una moción de censura técnica o instrumental. Junts nunca respaldaría una moción que tuviera como alternativa a Feijóo, pero sí apoyaría una mayoría que impusiera un presidente de gobierno de consenso, un tecnócrata, que tuviera como única misión convocar nuevas elecciones. La propuesta está muy verde y es casi imposible de poner en práctica. ¿Hay acaso en España alguien que genere suficiente consenso como para poner de acuerdo a Vox, el PP y Junts? Aunque cosas más difíciles se han visto en política, hoy por hoy, esa es una propuesta poco realista. Pero el sólo hecho de ponerla sobre la mesa demuestra que en Junts están ya hasta el gorro de apoyar a Sánchez.
La prueba de fuego para saber si Junts está haciendo postureo, como sostiene Bolaños, o va en serio, la tendremos dentro de unos días, cuando María Jesús Montero presente el techo de gasto, paso previo necesario para llevar los presupuestos al Congreso.
A día de hoy, Junts está muy lejos de dar el "sí" a los números que presente el Ministerio de Hacienda. Parece, ahora sí, que podemos estar ante el principio del fin de esta agónica legislatura.
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