Míriam Nogueras, con zapatilla en la mano o cara de zapatilla, se ha dedicado estos días a escenificar la ruptura con Sánchez como la ruptura con el novio de la moto, aunque no terminábamos de saber si la cosa era realmente ruptura, estratagema o carácter. A la hora de votar, sin embargo, se han olvidado de los pucheros agrios, de la mano levantada y azapatillada, y de la cara tensa y azapatillada (las zapatillas, de madre o de socio de gobierno, acechan afelpadas y temibles igual que tigres y se retiran afelpadas y piadosas igual que nazarenos). Nogueras había llamado “cínico e hipócrita” a Sánchez (una perla, como en lo de Rosalía, nuestro presidente), que se levantó dolido y no sé si dijo otra vez lo de la mano tendida, ese gesto ya un poco vacío, no como si le faltara voluntad sino como si le faltara la mano. El caso es que la mano o muñón han sido tomados, entibiados o acariciados un poco morbosamente por Junts, que ha tumbado con una seca abstención la enmienda del PP sobre la prórroga de las nucleares. Uno no tiene claro que Junts se haya vuelto ahora verde, antinuclear y yolandista, así que la ayuda suena a ayuda, no a interés. Y es que la amnistía, que se está volviendo bizantina por las cúpulas acebolladas de Europa, aún puede ser posible para Puigdemont y aún puede ser vendible para Sánchez.

Puigdemont lleva toda la legislatura rompiendo y dejándose seducir sucesivamente, que quizá no puede hacer otra cosa con Sánchez que bailar ese tango extraño o ridículo con sombrero tirolés. Sánchez, por su parte, también lleva toda la legislatura con una mano tendida y la otra en el bolsillo, entre Pedro Navaja y el Pichi. Pero los dos se necesitan y se sustentan, y uno ya dijo aquí que no iban a romper en serio, que toda esta cosa pimpinelesca, dramática y bailonga era paripé y bisoñé. Nos dimos cuenta ya en la misma ceremonia de la ruptura, con Puigdemont llorando como en playback y regalándole a Sánchez un olvido sin venganza, un divorcio sin sangre y casi una canción de Sabina o un poema de Neruda de despedida. Sí, nos dimos cuenta de que Sánchez no iba a caer y de que Puigdemont no iba a dejar de suspirar al compás del abanico, del tequila reposado, de las estrellas titilantes y de la cursilería del enamorado que está entre despechado, rendido, gondolero y mariachi. Nogueras ha ido poniendo en el Congreso un poco de estreñimiento mañanero, o un poco de proctología en general (su poco tacto es casi tacto rectal). Pero ha bastado que llegara el cartero en bicicleta, con carta perfumada, para que se retomen las relaciones, que estas cosas pasan a veces, de telediario a telediario como de verano a verano.

Los dos se necesitan y se sustentan, y uno ya dijo aquí que no iban a romper en serio, que toda esta cosa pimpinelesca, dramática y bailonga era paripé y bisoñé

Lo de la prórroga de las nucleares era ideal para el desaire de Junts, ni muy grave ni muy nimio. Además, Junts ya se ha pronunciado en contra de un cierre apresurado y sin alternativas de las centrales, y la “soberanía nuclear” de Cataluña, de la que Puigdemont hablaba con tono y esperanzas como de ayatolá, entre lo energético, lo religioso y lo armamentístico, estuvo dentro de la negociación de los presupuestos. Las centrales catalanas no entraban en la enmienda del PP, pero seguía pareciendo un desquite o una demostración fácil que, además apuntalaba simbólicamente ese portaviones nuclear de Puigdemont, simbólico o no. Todo, sin embargo, se ha quedado en una desconcertante y rendida abstención, más desconcertante después de que Nogueras se haya trabajado tanto la cara de zapatilla y la mano del zapatillazo, la cara de hechicera y el dedo de maldición, que ella subía ya a la tribuna como un Zeus tormentoso con rayo de pantufla o como una gorgona sin desayunar. Pero todo el olvido se olvidó y todo el abandono se abandonó, y es como si una canción de Sabina se curara con otra canción de Sabina, que no sé si eso anula el ridículo o lo multiplica. Yo creo que ha sido el abogado de la UE el que ha prendido la llama, como un criado con librea.

Han sido muchas mojigangas, muchos desplantes, mucho lagrimeo de Puigdemont y muchos retortijones de Nogueras para que ahora Junts salve a Sánchez en esos veredictos como taurinos o romanos que parecen las votaciones del Congreso ahora. Y la única explicación que ve uno es ese informe del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que no es que haya santificado la amnistía sino que la ha devuelto a la confortable ambigüedad. Hay en él afirmaciones sobre jurisprudencia europea que uno no ha podido encontrar, hay suposiciones que el abogado ha convertido en hechos, pero claro, uno no es ni mucho menos un especialista en esto. Pero sí hay la suficiente ambigüedad, frases que unos han tomado como aval y otros han tomado como grave reparo, y esto me parece la clave, porque es en la ambigüedad donde Sánchez y Puigdemont se pueden reencontrar, como en un café parisino. Quizá la reconciliación no depende tanto del olvido o el perdón como de la ambigüedad que haya en lo olvidado o lo perdonado.

Todo eran caras largas en el Congreso, como esos desayunos con caras largas de los enfadados, la cara de tostada quemada de Nogueras, que ahora se ha quedado con la cara partida y a ver con qué cara vuelve a amenazar a Sánchez, a apuntarle con ese dedo como un sonajero de bruja o una cuchara con ricino. Yo creo que Puigdemont lo ha olvidado todo, el casting como de zombi de Nogueras, la ruptura de bolero con Sánchez y hasta la guerra con Alianza Catalana por el espacio ideológico o por la mala leche. Todo lo ha olvidado cuando ha visto la posibilidad, la esperanza de su amnistía. Y es que antes que la supervivencia política estuvo siempre la supervivencia personal, su retorno y rehabilitación como los de un heredero. Uno ya lo dijo, pero ahora lo ve más cerca. Todo estaba roto, con Puigdemont sólo ensayando caras de novicia, como Rosalía, y Nogueras sólo entrenando caras de kungfú. Y ahora, ya ven, estamos esperando otra vez que venga Puigdemont en cabalgata, como un astronauta de Gerona, e incluso que Sánchez presente los presupuestos que no necesita ante un Congreso que tampoco necesita, para fingir una gobernanza que nunca le ha importado. Están ellos y estamos todos, la verdad, como siempre.