El cantante vietnamita Duc Phuc se embolsó hace unas semanas la nada desdeñable cantidad de 30 millones de rublos tras impresionar al jurado del festival Intervisión. El muchacho se impuso en la primera edición del certamen a China, Sudáfrica, Brasil, Emiratos Árabes Unidos, Serbia, Madagascar, India, Cuba, Etiopía o Venezuela. Vladimir Putin lo impulsó después de que expulsaran a Rusia de Eurovisión y consiguió atraer a toda la parte rumbosa del globo. Estados Unidos iba a concursar, dentro del clima de distensión que convenía en ese momento, pero se retiró a última hora.
Pedro Sánchez, de momento, no ha anunciado su intención de potenciar un certamen de la canción alternativo, pese a que España no participará en Eurovisión. Está previsto que RTVE organice el Benidorm Fest y allí elija a un ganador que no concursará en ningún sitio, más allá de que pueda pasearse por los platós de la corporación y fiestas patronales varias. No comparecerá en Viena porque somos un país de principios recios y consideramos intolerable compartir espacio con Israel, quien utiliza el certamen para blanquear sus acciones bélicas.
Impulsado por esos valores, el Consejo de Administración de la corporación --compuesto por personas sin tacha, como Angélica Rubio-- decidió retirarse del festival, algo con lo que ya había amenazado a principio del curso político, casualmente, cuando a Pedro Sánchez le interesaba revalorizar su figura a través del conflicto de Oriente Medio y decidió prestar apoyo a la Flotilla mientras se organizaban disturbios en La Vuelta a España.
Los principios éticos siempre son útiles en las vidas de quienes no aspiran a ser ricos. Por eso la política española está llena de gente generosa, dado que no les importa renunciar a las prebendas del poder a cambio de mantenerlos. José Pablo López --presidente de RTVE-- ha mostrado una postura inflexible con la cuestión de Eurovisión porque no es de recibo permanecer impasible ante "un genocidio". Hay que respetar los derechos humanos. Hay que dar ejemplo siempre... y hay que cumplir el programa de Gobierno socialista, que incluía, entre otras cosas, el compromiso de despolitizar la televisión pública. Sánchez incluso se colocó en la solapa el lazo naranja que simbolizaba el apoyo a esa causa. Lo primero que hizo, al llegar a Moncloa, fue designar para encabezar ese medio a Rosa María Mateo. Luego ya vinieron los Javier Ruiz y compañía.
La corrupción
Se hablaba en aquellos días de la corrupción porque la moción de censura contra Mariano Rajoy se presentó para eliminarla de las altas esferas del país. El propio José Luis Ábalos subió a la tribuna del Congreso aquellos días para pedir al resto de los partidos que apoyaran la candidatura de Pedro Sánchez para limpiar la vida pública. A los pocos meses, estaba en Barajas, recibiendo a Delcy Rodríguez, mientras en el aparcamiento de la Terminal de Carga, aguardaba Víctor de Aldama, con quien ya compadreaba aquellos días.
En el partido hacía de las suyas Santos Cerdán mientras Paco Salazar ejercía de director General de Análisis y Estudios en Moncloa. La turra de moda estaba entonces relacionada con la intolerancia frente a la corrupción, con la ampliación de derechos y con la igualdad. Desconozco si entonces alguien había acusado alguna vez a Paquito de bajarse la bragueta para ejecutar la porchetta, pero en esos tiempos fue cuando Ábalos grabó aquel vídeo en el que aseguraba eso de "soy feminista porque soy socialista". Y Paco... ya sabemos lo de Paco... Paco, como el PSOE, daba lecciones de Igualdad y, a la hora de la verdad, apoyó la 'primera' Ley del sólo sí es sí, falló con las pulseras contra el maltrato y tuvo que reconocer que se le traspapelaron, por lo que sea, las denuncias de que algunas militantes habían presentado contra quien fuera presidente del Hipódromo de la Zarzuela, en otro ejemplo de rectitud ética en el uso de lo público.
Conviene temer siempre a los idealistas porque detrás de buenas palabras conducen a las sociedades hacia el precipicio. En España, esta izquierda todavía tiene la legitimidad y abandera causas en las que ha fallado una y otra vez, como la lucha contra la corrupción, la igualdad o la defensa de la democracia y, por tanto, de la independencia de los poderes. Por eso, todavía está en tramitación un Plan de Acción por la Democracia con el que Pedro Sánchez --sí, Pedro-- pretende limpiar la vida pública de mentiras. Y, por eso, todavía se arrogan con la potestad de imponer la moral patria y retirar a España de Eurovisión por cuestiones éticas.
Sobra decir que la decisión evidencia el papel de RTVE, que es el de machaca del Gobierno, pero también la inagotable capacidad de ese partido para generar cortinas de humo que resten claridad a lo que realmente son para el país, que vendría a ser lo que Paco Salazar para una oficina tranquila.
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