En una columna que publiqué hace unas semanas, explicaba la situación del Acuerdo UE-Mercosur –después de 26 años de negociaciones– recurriendo al experimento mental desarrollado por Erwin Schrödinger del gato encerrado en una caja sellada, que no sabemos si está vivo o muerto por el efecto de un agente externo presente en el mismo contenedor. Por lo que he podido entender (soy de letras), como si fuera una película en la que Marvel tira de multiverso, el gato está vivo y muerto a la vez mientras no abramos la caja porque la teoría cuántica permitiría la existencia de universos paralelos coexistentes. Aunque la finalidad del experimento es la discusión de una paradoja de la mecánica cuántica, sirve para dar protagonismo al agente que observa y desencadena un hecho a partir de una acción: en este caso, abrir la caja.

En aquella columna –perdón por la autocita– decía que "el acuerdo también es otro caso de gato encerrado en una caja que nadie se atreve a abrir para saber si está vivo o muerto". Pero esta semana la caja se abrió y la ausencia de signos vitales indica que está clínicamente muerto. Sin embargo, en consonancia con el voluntarismo que ha caracterizado a los sectores políticos y a las comunidades epistémicas europeas impulsoras del mismo, desde estos ámbitos se han apresurado a señalar que aún quedan algunos multiversos donde el acuerdo puede estar vivo.

Tanto es así que, incluso, existe una dimensión del multiverso caracterizada por el paternalismo hacia América Latina y cuyo sumo sacerdote pontifica a favor de la integración con la misma convicción dogmática que tenían los misioneros en las doctrinas de la administración colonial. Ahora bien, en este caso, se justifica que América Latina deba ir de la mano de la UE por los valores que compartimos, que se convierten así en la argamasa del fundamento doctrinal. De este modo, el acuerdo UE-Mercosur forma parte del "deber ser" de la relación birregional, algo que se complementa con la tutela que ejercerá el viejo mundo sobre el nuevo en su camino hacia las tres transiciones que América Latina tiene que hacer para su propia salvación y la de la humanidad.

No me cabe la menor duda de que un buen acuerdo comercial sería beneficioso para todas las partes; pero el hecho de que no se haya firmado aún, luego de más de un cuarto de siglo de negociaciones, es la evidencia de que no lo es en tanto en cuanto no satisface a todas las partes. En este sentido, hay que reconocer que el gobierno francés ha sido siempre muy claro al decir, por activa y por pasiva, que el acuerdo tal y como está no le gusta, y al advertir que hará lo posible para que no se firme.

Más allá de que esa posición me pueda parecer egoísta o de que, al tiempo, la considere plausible por haber sido lo suficientemente valiente para anteponer los intereses de sus ciudadanos, lo que no deja de sorprenderme es que los demás actores no se hayan tomado en serio las advertencias de Francia, llevando el texto definitivo al Consejo sin su acuerdo y exponiéndose a hacer el ridículo ante sus potenciales socios políticos y comerciales, pues no me cabe duda, todo este proceso de dimes y diretes merma la credibilidad de la UE para los países del Mercosur, tal y como ya lo han señalado los ministros de Exteriores de los países miembros en la reunión que han sostenido este fin de semana.

Abundando en la anterior, que no se hayan atendido las demandas francesas para la protección de la agricultura es más chocante al tratarse de un sector con mucha capacidad de movilización y que, sobre todo, consigue que sus demandas sean reconocidas como legítimas por la opinión pública, los partidos y los gobiernos, temerosos de enfrentarse a un poderoso enemigo. Solo quiero recordar que estamos hablando de los mismos que atacaban en la frontera a los camiones con productos españoles, es decir, amparados por los tratados de la Unión que garantizan la libre circulación de mercancías.

Ahora bien, lo que no se puede aceptar es que toda la posición negociadora de la UE, dependa de los agricultores y sus temores, muchos de ellos infundados o exagerados, otros, matizables. Por ejemplo, se dice que uno de los peligros es que Europa se inunde de productos baratos gracias a que en el Mercosur las regulaciones fitosanitarias y laborales son más laxas; pero lo que no se dice es que el mercado europeo es deficitario en alimentos y que ya comemos productos importados en su mayoría. Les invito a leer la información con el origen de los productos del supermercado para que se den cuenta de que los procedentes de Europa son ya una excepción. Ayer, que bajé al supermercado para preparar la cena del niño, aproveché e hice trabajo de campo: castañas y cebollas de Chile, espárragos en lata y piñones chinos, fruta fresca del Perú, frutos secos de Túnez, patatas de Israel y judías de Marruecos, solo por citar algunos ejemplos.

La agricultura europea tiene otros problemas como la falta de mano de obra, el envejecimiento de los trabajadores, los excesos regulatorios, la falta de infraestructura o el oligopolio de las cadenas de distribución que tienen una política de precios que perjudica a los agricultores. En mi pueblo de Soria, las tres personas que trabajan en el campo, con explotaciones agrícolas y/o ganaderas, tienen de media 60 años y deben gestionar su relación con las autoridades regulatorias y de control a través de una poco amigable administración electrónica, con el agravante de que no hay cobertura de internet en toda la zona. Ya hay un problema con la agricultura europea sin acuerdo con el Mercosur y no creo, sinceramente, que el acuerdo comercial lo empeoraría como para bloquearlo, más aún cuando existen mecanismos para proteger a los sectores más vulnerables.

Para los agricultores y los ganaderos el acuerdo con Mercosur se ha convertido en el símbolo de todos sus males, aunque el tratado comercial no tenga mucho que ver con su realidad actual"

A eso se suman factores socio-culturales, como el hecho de que cada vez menos personas sepan cocinar y, por lo tanto, reduzcan el espectro de artículos que compran; o el cambio de hábitos alimenticios, que ha mermado la demanda de unos productos a favor de otros que, por lo general, no son locales. En las cafeterías cool que están abriendo por todo Madrid, el plato estrella de los desayunos –ahora llamados brunch– son las tostadas con aguacate o yogur ornadas con frutas, tropicales en su mayoría, para que brillen sus colorines en las fotos que hacen los comensales para compartir en las redes. Esto significa que productos como los jamones u otros derivados del cerdo han perdido demanda. Por no hablar de carnes como la del cordero: otra de las causas de la desaparición de los rebaños, cuya ausencia todo el mundo lamenta cuando hay incendios en verano y los tertulianos se vuelven expertos silvopastoriles. Con discursos que convierten a los campesinos en una especie de ONG, no se paran a pensar que el campo es una actividad económica de la que viven y deben obtener rédito. A ellos les preguntaría: ¿cuándo fue la última vez que compraron carne de cordero?

Ante este panorama, tengo la sensación de que para los agricultores y los ganaderos el acuerdo con Mercosur se ha convertido en el símbolo de todos sus males, aunque el tratado comercial no tenga mucho que ver con su realidad actual. El problema es que, al haberse convertido en un símbolo, va a ser muy difícil que cambien de posición. En este caso, recurrir a la pedagogía también será complicado porque, si hemos desembocado en esta situación, ha sido precisamente porque las administraciones públicas, estatales y europeas no han sido nada empáticas con su modelo de vida y su forma de trabajo.

Llegados a este punto, sinceramente, no sé cómo pretenden alcanzar un acuerdo en enero. Espero que el esperpento que está resultando de este largo devenir sirva al menos para que la UE y los países socios se tomen en serio a todas las personas que trabajan en el sector y que, sobre todo, se den cuenta de que están cabreados y eso les llevará a sabotear cualquier proceso.


Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.