La esperanza es lo último que se pierde y con And Just Like That…, continuación de Sexo en Nueva York, uno siempre esperaba que el siguiente episodio, la siguiente temporada, mejorara lo presente y se aproximara a un pasado, este sí, glorioso. No ha sido así, aunque hubiera, a lo largo del camino, destellos de lo que un día fue Sexo en Nueva York –ácida y desternillante comedia romántica con diálogos afilados, personajes sensacionalmente construidos y tramas a velocidad de crucero– y lo que podría ser And Just Like That…, un drama ligero, sexy, sobre mujeres al borde de los sesenta, sobre las amistades de toda la vida y sus viejas rencillas, sobre el matrimonio y la crianza de adolescentes, sobre la soltería a los cincuenta y tantos en el loco mundo de las apps para ligar y, por qué no, sobre la vejez y la enfermedad.

Big y Aidan, dos piedras en el zapato

Tres son los puntales de una vida: la muerte, el sexo y el dinero. Míster Big muere de un infarto al inicio de la primera temporada de And Just Like That... por exigencias de guion; el mismo de la tercera película de Sexo en Nueva York que nunca se rodó (Kim Cattrall se negó a que su idolatrado personaje, Samantha, tuviera un idilio con Brady, el hijo adolescente de Miranda). Sin embargo, una vez trascendió el abuso sexual de su intérprete –Chris Noth– a varias mujeres décadas atrás, hubo un borrado de su personaje e historial.

¿Por qué sostiene Carrie haber mantenido una relación de 22 años con Aidan? ¿Por qué no, debido a las circunstancias extra-televisivas, abordar el tabú del fallecimiento de un ser querido? De acorde con el folclore de Sexo en Nueva York, Big –John– era todo para Carrie, y el proceso de duelo por su repentina muerte fue lo más fructífero del primer e irregular año de And Just Like That (2021-22). Su desenlace, con Carrie volviendo a las andadas (el terrorífico mundo de la soltería y las citas), fue puro Sexo en Nueva York. Había implícita una promesa (la Carrie soltera siempre había dado grandes momentos), aunque lo más probable es que el público, tras casi dos años de pandemia, hubiéramos perdido el juicio.

Sin embargo, a mitad de la segunda y mejor temporada de And Just Like That...(2023), Carrie dejó de estar en el mercado tras reencontrarse con Aidan. Lo que debía haber durado un par de episodios (quién no se ha dado un pipazo con un ex) se alargó durante una temporada y media.

Santa Carrie Bradshaw

Quizás el problema residía en el público y sus –altas– expectativas. No tenían motivos, pues las dos películas de Sexo en Nueva York fueron –y son– un insulto por abrazar la falacia de que la serie de HBO era un mero escaparate de modelitos, una ficción aspiracional. Quien viera la original sabe que no es así. ¿Quién querría ser la Carrie de su grupo de amigas?

He ahí la madre del cordero. Michael Patrick King, director y guionista supremo de And Just Like That…, ha intentado sin éxito reescribir la historia. ¿Por qué redimir a Carrie hasta el punto de santificarla? ¿Por qué, de repente, Miranda es lesbiana y no sabe interactuar con su alrededor? Da la sensación de que sus actrices, Sarah Jessica Parker y Cynthia Nixon, han moldeado los personajes a su imagen y semejanza. Parafraseando a un personaje de otra magnífica serie de HBO, A dos metros bajo tierra, la gente no cambia, sólo se hace más vieja.

La forzada diversidad

Si a Sexo en Nueva York, hija de su tiempo, se le afeó ser una serie 'blanca' sin apenas representación de mujeres negras o asiáticas, por ejemplo (y si lo hacían, reproducían estereotipos); And Just Like That… se ha excedido en la inclusión para ser una serie 'diversa'. La corrección política es aburrida y no es buen abono para la ficción. Sin venir a cuento, en la recta final de esta tercera y última temporada (2025), Charlotte (Kristin Davis) se emociona al ver a su hije Rock caracterizade como mujer durante la representación de un musical en el instituto.

El exacerbado conservadurismo de Charlotte fue siempre su mejor baza, pues los guionistas siempre le daban de bruces con la realidad (no hay matrimonio ideal ni maternidad perfecta), lo que, a su vez, daba otra dimensión al personaje. Charlotte y Samantha fueron los personajes más 'ricos' durante las últimas temporadas de Sexo en Nueva York precisamente por no caer en la caricatura y rascar en su superficialidad.

Cierto que a la ficción seriada, incluso a la comedia de situación, se le pide cierta progresión; si no, el público se cansa, se frustra y abandona el barco. ¿Para qué crear tres nuevas protagonistas racializadas y luego arrinconarlas en cada episodio con tramas estúpidas y no hacerlas interactuar con el reparto original? ¿A quién le importa la serie documental sobre pioneras afroamericanas de Lisa? ¿A quién le importa la carrera política de Herbert? ¿Qué fue de Che? ¿Y de Nya?

Seema, la nueva Samantha

¿Para qué darle mayor protagonismo al único personaje gay, reducto de la incorrección política de la serie original, y no ofrecer una perspectiva única sobre una generación de hombres homosexuales que vivió la pandemia del sida? La menos trascendental Clásicos modernos (2025), reverso gay de Las chicas de oro en Disney+, le da sopas de ondas. Los guionistas de And Just Like That… ni siquiera son capaces de sacar todo el potencial a Seema, cuya independencia –personal, profesional– choca constantemente con su deseo de enamorarse locamente y casarse. Era Seema Patel el relevo natural de Samantha Jones.

Que si no binarismo, que si poliamor… A Charlotte, como a la republicana y religiosa Bree Van de Kamp de Mujeres desesperadas, le toca adaptarse a los nuevos tiempos a través de sus hijas. Pero en And Just Like That…, parece que sus tres protagonistas han estado en coma durante más de una década y, de repente, despiertan y se encuentran con otro orden mundial.

El final explicado de 'And Just Like That...'

Quien espere un milagro del final de And Just Like That… tropezará por enésima vez con la misma piedra. Lo que en 2004 hubiera sido un desenlace atrevido (Carrie corta por lo sano y se queda soltera), en 2025 es predecible y deprimente, aunque sus guionistas lo vendan como un final feliz. Con Big muerto, Aidan en Virginia y Duncan en Londres, Carrie asume que, por primera vez en su vida, no hay ningún hilo –hombre– del que tirar; una reflexión que comparte con Charlotte en la mejor escena del episodio y de la temporada. ¿Por qué Carrie no viaja a Londres para reencontrarse con Duncan... y Samantha?

Sin embargo, carece de tensión la resolución del resto de tramas: Lisa no es infiel a Herbert (¿por qué no sincerarse con su marido sobre la atracción que siente hacia su compañero de trabajo?), Seema y Miranda continúan con Adam y Joy a pesar de su alergia al compromiso y la familia; Harry recupera la libido tras su cáncer de próstata para alivio de Charlotte... Y Carrie baila sola en su mansión al son de Barry White, y cambia el final de su primera novela: "La mujer se dio cuenta de que no estaba sola. Estaba consigo misma".