Aitor Albizua (Arrigorriaga, Vizcaya, 1992) presenta Cifras y letras. Cada noche, a partir de las 21.30 horas, más de 700.000 espectadores sintonizan La 2 para ver un concurso cultural –adaptación del original francés– que, desde hace casi dos años, ha revitalizado el segundo canal de TVE. Fue la punta de lanza de un canal cuyo propósito es recuperar relevancia. Las cifras no mienten. "Hello, hello", recibe –telefónicamente– Aitor Albizua a El Independiente, este miércoles 1, durante el parón para comer en las grabaciones de Cifras y letras. El plató está en Ciudad de la Imagen, Pozuelo de Alarcón (Comunidad de Madrid), cerca de los estudios de Prado del Rey (RTVE).

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P.- ¿Tienes camerino?

R.- (Aitor Albizua) Sí, pero es como un cambiador de unos grandes almacenes. No hay glamour. Entro, me pongo el traje, que es el mismo pero otro por el sudor, y ya está. Uso poco el camerino. Estoy, sobre todo, con el equipo.

P.- ¿Cómo reaccionaste la primera vez que te dijeron: este es tu camerino?

R.- (Aitor Albizua) Se vino abajo el concepto de camerino que yo tenía. Me imaginaba ese lujo mitificado de una vedette con sus cosas puestas y me di cuenta que realmente es por practicidad, por tener un sitio privado en el que cambiarse. En ETB tenía una ducha, pero el segundo [camerino], en El comodín de La 1, era como un barracón. Le envié un vídeo a mi padre de mi camerino y me dijo: estás en un garaje.

P.- ¿Cuántos programas de Cifras y letras grabáis al día o a la semana?

R.- (Aitor Albizua) Cada día de grabación grabamos cuatro y solemos grabar dos días aproximadamente Los programas requieren preparación, así que el equipo de guion, redacción, casting y producción trabajan todos los días de la semana.

P.- ¿Cómo te preparas para el día de grabación?

R.- (Aitor Albizua) Para mí es un día normal. Mi preparación es, sobre todo, previa. No suelo hacer mucha cosa la noche anterior. Intento descansar para estar lo más fresco posible. Yo tiro mucho de improvisación, pero es una improvisación preparada. Hay unas preguntas, unos temas que vamos a tratar, un casting hecho para que yo luego pueda improvisar. Yo no sé nada: ni las palabras, ni las pruebas, ni el tema final. Me lo dicen todo en el momento. En el poco espacio que tengo dentro del programa, meto pullitas y anotaciones según surge. Hay una reunión exprés de 5 minutos antes de cada programa con el equipo, pero intento llegar lo más fresco posible para naturalizar el papel de presentador.

P.- El espacio dura 30 minutos. ¿Cuánto tardáis realmente en grabar una entrega?

R.- (Aitor Albizua) Es una especie de falso directo. Paramos entre ronda y ronda para cambiar posiciones, pero tardaremos entre 45 y, si se da mal, 60 minutos en grabar. Tenemos ya la mecánica cogida.

P.- ¿Qué tipo de concursantes ves pasar por Cifras y letras?

R.- (Aitor Albizua) Veo pasar a mucha gente relacionada con carreras y trabajos que tienen que ver con los números. Es un perfil muy habitual, pero a la vez hay diversidad absoluta. Al ser un concurso tan accesible que no requiere –de momento– una preparación casi profesional como otros concursos, viene mucho fan del formato. En el último programa hemos tenido una estudiante de Grado en Matemáticas y una maestra de Primaria. En el anterior habíamos tenido un ingeniero. Hemos tenido policías, algún piloto… Pero muchos se dedican a la educación y los números; es una de las cosas que marcan la diferencia [de Cifras y letras]. Todos podemos tener el vocabulario, pero quien ha triunfado en Cifras y letras es porque lleva bien los números y es un crack en cálculo.

P.- En muchas ocasiones, el punto 'débil' de los concursantes son las letras. De ahí su dificultad para llevarse el bote durante la prueba final.

R.- Suele pasar. Aquí se busca evidentemente [concursantes] lo más competentes posible en ambas facetas. Sí es más fácil practicar el vocabulario que el cálculo.

P.- Tú eres el presentador de Cifras y letras, pero están Elena y David. En pantalla se os ve bromear entre vosotros. ¿Cómo de natural es esa química?

R.- Lo que se ve en pantalla es real. No hay guion. Desde el principio quise, con el apoyo de dirección y producción ejecutiva, convertir Cifras y letras en una sobremesa de amigos que sacan un juego de mesa y en un momento dado se pican y lanzan pullas, y hacer partícipe de esto a la audiencia. El espectador no tiene que ser erudito o catedrático en letras para seguir el ritmo de un programa diario para todos los públicos. Yo, si fuera profesor, pensaría que se puede aprender divirtiéndose y jugando.

P.- Más de 70.000 personas os ven cada noche a las 9.30 pm en La 2. No hay fórmula del éxito y menos en televisión, pero, ¿qué conjeturas has hecho tú estos dos últimos años sobre este éxito más o menos inesperado de Cifras y letras?

R.- Estoy gratamente sorprendido con el apoyo. No sé las claves, pero hay un cúmulo de ingredientes. Había ganas, un cariño especial por este formato sencillo y accesible para la gente. También tiene mucho que ver el tono; no convertirlo en algo vulgar, pero sí hacerlo simpático. Bastantes mierdas tenemos todos en la cabeza y están pasando en el mundo… Nos merecemos esta media hora de positivismo que además educa. Las familias cenan juntas viendo Cifras y letras, las parejas jóvenes se pican viendo la pantalla… Quizás los mayores recuerden viejos tiempos de la sobremesa. Yo intento tomar cierta distancia de los números, los titulares, los éxitos… Lo agradezco porque vivimos de ello.

P.- A raíz de Cifras y letras, ¿quiénes te paran por la calle y qué te dicen?

R.- Tenemos una audiencia cariñosa y bonita. Me han parado en una comisaría de policía al poner una denuncia, un hospital sacándome sangre, un festival de música o una plaza llena de niños. Nunca hubiera imaginado tener un público infantil y joven. A mí, dentro de la humildad, me sale una sonrisilla. Me suelen preguntar si el buen rollo con David y Elena es real.

P.- Estudiaste Periodismo. ¿Tu faceta como presentador fue cosa de la casualidad o un sueño?

R. Yo he terminado aquí de casualidad. Me salvó empezar a hacer prácticas en la cadena Ser. No tenía nada claro, ni era un periodista super-vocacional. Yo estudié Periodismo por hacer algo. Me gustaba la comunicación, pero nunca imaginé que Aitor, un chico de Arrigorriaga, tuviera acceso a ser presentador. Justo cuando iba a dejar la Ser, porque me estaba matando el horario de noche, me salvó un casting de televisión. Puedo decir que he tenido un pase directo como presentador y crucé la pasarela rapidísimo. Con toda la experiencia en radio, nunca imaginé que sería presentador de televisión. Yo siempre he sido muy teatrero, pero mi objetivo no era presentar. Oculto mis defectos como puedo y aprendo sobre la marcha.

P.- Mencionas Arrigorriaga.

R.- Es un pueblo pegadito a Bilbao de 11.000 habitantes. Mi familia es de allí de toda la vida. Yo soy el único que vive fuera.

P.- Por tus venas corre sangre vasca.

R.- Tanto de un lado como de otro. En mi pueblo nos llaman los pajeros. Antiguamente había una ruta ferroviaria y Arrigorriaga era una parada clave para el transporte de la paja.

P.- Pregunta comodín: ¿cómo valoras tu experiencia como copresentador en La familia de la tele?

R.- Fue un auténtico fracaso. Yo ya estoy inmunizado al respecto, pero fue todo tan cristalino que poco hay que contar. Fue una tecla que no funcionó y se notaba mi incomodidad. No sabíamos por dónde tirar. A todo eso se le sumó un fuerte ruido desde el mero anuncio del programa, lo que dificultaba el hecho de hacer un programa en directo. La cadena tomó la decisión que tenía que tomar cuando pudo tomarla. Había que asumirlo y tirar hacia adelante.

Podía haber sorpresa y polémica por que 'Sálvame' llegara a La 1, pero las valoraciones fueron exageradas

Ha habido otros proyectos en otras cadenas y en la misma que no han funcionado y tampoco han tenido tanto ruido. Lo entiendo porque sé cómo funciona el mercado. Yo no estaba acostumbrado y me pareció exagerado porque tampoco somos tan importantes. Puede haber sorpresa y polémica por que Sálvame llegara a La 1, pero las valoraciones fueron exageradas. La familia de la tele no era más que un programa de entretenimiento.

P.- ¿Con quién te quedas de jefa? ¿María Patiño o Àngels Barceló?

R.- Hombre, me quedo con Àngels Barceló por la experiencia, pero me llevo la amistad y el compañerismo de la Patiño. Yo siempre he sido un redactor de Àngels. María era una compañera y admiro a las dos por igual.

P.- ¿Te apetece volver al magacín o estar muy a gusto en el concurso?

R.- Ahora mismo estoy super a gusto en Cifras y letras. Vamos a tener bastantes meses de grabaciones. Ahora bien: yo soy un currante y un tío que se dedica a la tele y a la radio. Bienvenida cualquier aventura. Soy de mojarme. No sé lo que pasará en el futuro más próximo.

P.- Venga, última pregunta: ¿hasta qué fechas grabáis Cifras y letras?

R.- Prácticamente hasta que empiece el verano [de 2026]. Vamos a estar sin parar. Es la apuesta de la casa por ser, muchos días, el programa más visto de La 2.

P.- ¿Cuánto tiempo suele pasar entre grabación y emisión?

R.- Depende. Puede ir desde dos semanas hasta cuatro meses.

P.- ¿Habrá especiales de Navidad? Ahora que sabéis que duráis hasta verano…

R.- Me suena que están hablándolo, pero no puedo confirmarlo porque no estoy dentro de las negociaciones.

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