En él todo parece sencillo. No hay artificio. Campechano, cercano y divertido, como en la tele. Karlos Arguiñano es como uno se lo imagina. De conversación fácil, chiste rápido y anécdota fluida. En su conversación la alimentación aflora tanto como la familia. Es la que le ha dado la felicidad, dice. También la que le ha aportado el soporte a todo lo que emprende. Grabar un programa de televisión diario, dirigir un restaurante, un hotel y no pocos negocios, no parece tarea fácil para un hombre con un largo camino recorrido. A sus 77 años asegura que se siente bien y con ganas de continuar.

La clave de Arguiñano es de la sencillez de su cocina. Buen producto, sencillo y económico y algo de imaginación. Sin sofisticación ni aburrimiento. Piensa ya en la cena de Navidad y cree que esta vez tampoco será nada de alta factura. Entre las opciones, la ensaladilla rusa que tanto gusta en su casa, un buen caldo de gallina y un pescado sencillo, incluso congelado, por qué no, "si lo congelas con antelación queda muy bien y es mucho más barato".

En estas fechas de Premio Planeta, Arguiñano no aspira a lograrlo. Pero seguro que en la editorial se lo darían sin mucho problema. El cocinero es una suerte de 'Messi' navideño, un referente que volverá a estar a la cabeza de las listas de los más vendidos. Noviembre se ha convertido en el particular anuncio de Navidad de Planeta. Como el turrón, llega en forma de libro de recetas de Arguiñano. Y van doce. Esta vez el título es Arguiñano en estado puro, 'Cocina para todos'. En la editorial saben que es una apuesta segura, que el público no se ha cansado del cocinero que sale en nuestros televisores desde hace décadas. Los datos lo corroboran. Pocos autores logran alcanzar los 115.000 libros vendidos que logro con su anterior libro.

Esta vez 'Cocina para todos' incluye 560 recetas, todas nuevas. Son las que ha elaborado durante su última temporada televisiva. Y como aperitivo, la editorial ha lanzado una primera edición con nada menos que 100.000 ejemplares. Sus once tomos anteriores se vendieron muy bien, tanto como para sumar ya 1,5 millones de ejemplares de recetas vendidos.

"Los de restaurante diario no me interesan"

El insiste en que su único secreto es la sencillez de sus recetas, la apuesta por la salud y la economía y poder facilitar el trabajo a quienes tienen que enfrentarse cada día con el reto de cocinar y llegar a fin de mes sin el bolsillo ni la salud lastimada: "Me acuerdo mucho de quienes con 1.200 euros de sueldo deben dar de comer cada día a cuatro personas, a mi esa gente no se me va de la cabeza. No pienso en los que comen cada día en restaurante, esos no me interesan".

Escultura de Karlos Arguiñano instalada en su bodega.

Esta vez la presentación tiene lugar en su bodega K5. Ubicada en un paraje idílico, en el municipio de Aia, a medio camino entre Orio y Zarauz, sus 30 hectáreas están en un 50% repletas de bosque y el resto copadas por 50.000 cepas. Con ellas produce ya cinco variedades de 'txakolí': Kaiaren (Del puerto), Kpilota, K5, Kilima (cosquillas) y K5 Vendimia tardía, todas de la variedad Hondarribi Zuri.

Con el ratón de Getaria al fondo, Amaia recibe a los visitantes con una sonrisa. Es la misma que luego esbozará Joseba. Ambos son hijos de Arguiñano. Cuatro de sus ocho hijos le acompañan en sus distintas aventuras gastronómicas y empresariales. Esta mañana padre e hijo no tienen grabación. Ayer tocó hacer dos programas para poder liberarse para la presentación. En esta ocasión su hijo Joseba vuelve a participar del proyecto con algunas recetas. Como todos los anteriores, se trata de un ejemplar voluminoso, de edición cuidada y calidad que hoy saldrá a la venta en todo el país.

Familia, amigos y trabajo

Karlos llega relajado, con una camisa a cuadros azules y blancos como buen aficionado a la Real que es. Agradece en varias ocasiones la presencia de la prensa en su 'octavo hijo', la bodega, "no sabéis la ilusión que me hace que vengáis a verme aquí", asegura. La bodega es probablemente su proyecto más querido, el más personal. Debía haberse llamado K2, en referencia a la cima, pero finalmente optó por K5. La K por Karlos y el matiz en euskera que buscaba, y el cinco por el número de amigos con el que emprendía el proyecto.

Karlos Arguiñano durante la presentación de su nuevo libro de recetas 'Cocinar para todos'.

Pero su pasión son sus hijos. Durante su intervención ante los medios no ahorra halagos hacia ellos. "Joseba tiene una mano... está mucho mejor preparado que yo, estoy orgulloso". De Amaia alaba el modo en el que lleva la bodega y su preparación. Le gusta recordar que toda la familia se reúne los domingos, "somos un montón y ahí estamos todos alrededor de una mesa. La familia numerosa es lo más bonito...", dice: "Si riegas la familia, los amigos y los compañeros de trabajo, todo te irá bien. Es fundamental regar esas tres 'plantas'", afirma.

No oculta que es "de prontos, de genio, pero se me pasa enseguida". Asegura encontrarse bien de salud y con ganas de continuar. Mientras apura un cigarrillo, no para de contar anécdotas. Su pasado en Argentina, donde durante cinco años -un mes de grabaciones allí y otro en España- logró convertirse en un cocinero muy popular, es una fuente inagotable. En particular su pulso televisivo con el hasta que él llegó cocinero más popular en Argentina: Carlos Alberto Dumas, 'Gato' Dumas. Recuerda que los mensajes "algo machistas" que lanzaba le sirvieron para contrarrestar y ganarse a las mujeres: "Recuerdo que un día se me acercó una mujer y quiso un autógrafo y una foto conmigo. Creo que era su cuarta mujer...", recuerda divertido. Más aún una campaña que poco después hizo su canal de televisión: "Allí son unos genios. El lema era, '¡Al mediodía tu mujer está con otro...! y de repente, ¡salía yo!", recuerda entre carcajadas.

Batalla contra la obesidad infantil

De sus 37 años de televisión no tiene mal recuerdo. Reconoce que son los que le han permitido llegar a tanta gente y ganarse el cariño del público. "Piensa que han sido más de 4.000 horas hablando ¡yo sólo por la tele...!". Y sin censura, puntualiza. "Jamás me han dicho qué puedo y qué no puedo decir". Ni siquiera después de anunciar la receta de "manos de ministro" cuando se disponía a preparar unas manos de cerdo, "aquel día llamó la familiar de un ministro para quejarse".

Vinos producidos en su bodega K5 en Aia (Gipuzkoa)

Entre sus preocupaciones hay una que ahora le quita el sueño: la obesidad infantil. "No puede ser que un niño de 5 o 7 años no pueda jugar ni correr por tener diez kilos de más". Hace tiempo que ha puesto la mirada en la reducción de las grasas, "desengrasar los alimentos es importante" y en la reducción del consumo de azúcar, "pero también es importante que los niños coman variado": "Un niño debe comer lo mismo que sus padres pero en porciones pequeñas, nada de menús infantiles. Y es fundamental que coman con ellos, es como se conocen los problemas de los niños".

Aún no ha cedido el testigo, pese a que ha comenzado a situar en puestos relevantes a sus hijos. Además de la cocina, Arguiñano acumula un pasado implicado en muchos otros proyectos. Desde el apoyo a pelotaris y deportistas de balonmano, al equipo de Moto 2, la financiación de películas, una escuela de hostelería, un restaurante, la televisión y ahora la bodega. Afirma que es feliz, que ha hecho muchas más cosas de las que jamás imaginó, "pero todo lo que tengo es fruto de mi trabajo, lo he podido hacer con mis recursos, nunca he vivido de la subvención de nadie". Y así, hasta que el cuerpo aguante.