Seguramente existen muchas formas de definir lo que ocurrió en España mientras estuvo gobernada por Mariano Rajoy, pues la realidad no es monocromática y cada cual la interpreta en función de lo que dictan sus meninges, su experiencia y sus expectativas. Sin embargo, Pablo Motos se ha tomado este martes una cerveza con el expresidente y se ha producido uno de esos momentos en los que, involuntariamente, aflora el subconsciente y basta un pequeño gesto para explicar grandes cosas con una cristalina claridad.

Estaban el presentador y el político sentados en una mesa, en un bar, con una caña de cerveza a su lado y un cestillo con chucherías y maíces. Entonces, Motos ha preguntado a su entrevistado. “¿A ti te gusta más el dulce o el salado?”. La respuesta ha sido memorable: “Pues me gusta más esto”.

¿Y qué es el esto? Nadie lo sabe, nadie lo ha visto. Así es el marianismo: algo que impregnó al país durante 7 años y que tuvo un importante componente de antimateria. Presente, pero indetectable. Condicionante, pero invisible. Fueron cientos de ocasiones los que Rajoy se expresó delante de las cámaras, pero, ¿quién ha podido extraer alguna verdad irrefutable del alma de este hombre?

Pablo Motos le ha preguntado por lo que ocurrió el día de la moción de censura, en aquel restaurante. “Francamente, no me acuerdo”, ha respondido Rajoy.

Decía el político uruguayo Wilson Ferreira Aldunate que aquella nación es un “conjunto espiritual”. En realidad, la frase podría aplicarse a gran parte de los grupos humanos. También a esa España de entre 2011 y 2018, que se entumeció en no pocas ocasiones por sus propios errores y por las acometidas del enemigo interno; y que estuvo liderada por el precursor del marianismo. Un tipo sencillo en apariencia, pero que no suele abrir las ventanas al exterior. Y alguien que practicó el escapismo en algunas ocasiones en las que se esperaba que permaneciera y que actuara. O, al menos, que mostrara empatía.

Una de ellas fue durante el debate de la moción de censura, en aquella tarde en la que decidió alargar la sobremesa hasta una hora imprudente para aplazar lo máximo posible su regreso al Parlamento, donde el PNV acababa de dictar su orden de desahucio del Palacio de la Moncloa. En esas condiciones, pronto surgieron los rumores acerca de la abundante presencia de espirituosas en la mesa del restaurante, aprovechando que la negociación del brexit iba a alargarse y aún no se habían establecido aranceles con Escocia. Pablo Motos ha decidido preguntarle por lo que ocurrió en aquel comedor. “Francamente, no me acuerdo”, ha respondido Rajoy.

Posteriormente, ha añadido: "Lo único que recuerdo es que me lo pasé muy bien (…). Hay gente a la que no le gusta que te lo pases bien (…). A mí me gusta ver a la gente feliz. Comprendo que la vida a veces no da motivos para eso, pero hay que procurar tener una actitud positiva".

Buena vida

El expresidente ha aparecido en el plató de El Hormiguero poco antes de las 22.00 horas y lo ha hecho sin corbata y con un tono desenfadado, dentro de lo que cabe. Con el botón de la chaqueta abrochado, aunque sufriendo para mantener unidos los dos flancos, prueba que el oficio de registrador requiere menos dedicación que el de presidente.

Rajoy ha presentado su libro (Una España mejor, Plaza & Janés), que ha negado que sea “una colección de chistes, cotilleos y maldades”. Lo ha definido como un compendio de los momentos más importantes de su presidencia, entre los que evidentemente se encuentran las negociaciones con la Comisión Europea para evitar el rescate financiero, el auge de los populismos en España, el proceso soberanista y la moción de censura que le apartó del Palacio de la Moncloa.

Rajoy no es especialmente autocrítico. Todo lo contrario

La conclusión es que dejó una España mejor de la que encontró. Está en el título de su libro y no se puede decir que sea contraria a los argumentos que defiende en sus intervenciones públicas. Porque Rajoy no es especialmente autocrítico. Todo lo contrario: justifica sus medidas económicas, su actuación en Cataluña (sólo se recrimina el haber hecho poca pedagogía) y sus políticas ante la Unión Europea. También defiende la pureza de su Gobierno frente a los escándalos de corrupción que afloraban en su partido. “Las críticas en muchas ocasiones exageradas que se hicieron. Hubo gente que tuvo comportamientos y discursos absolutamente inquisitoriales". Ni más, ni menos.

No da Rajoy nunca un titular rotundo, pero tampoco deja impasible a nadie, pues al personaje se le conoce bien y siempre suelta alguna perla que es digna de mención. Ha ocurrido esta noche, cuando Pablo Motos y el expresidente caminaban hacia el bar de la madrileña calle de Alcalá donde tenían pensado tomar una cerveza, ante las cámaras. Entonces, Motos le ha preguntado si tiene contratado Netflix.

-Tengo Netflix, he visto hace poco Fariña. También Vivir sin permiso.

-En Fariña te nombran

-En Fariña me nombran (...) y luego es muy buena la de Kevin Spacey, House of Cards.

El programa ha terminado con el entrevistador y el entrevistado alrededor de una mesa, con una caña en la mano y un partido de fútbol en el televisor. “Joder, está jugando el Barcelona con el Inter”, ha dicho Rajoy al entrar al bar. “¿Qué te gusta más, lo dulce y lo salado?”, ha preguntado Motos. Y nunca lo sabremos. Es el encanto y, a la vez, la perdición del marianismo. Que, de tanto jugar al despiste, es imposible muchas veces adivinar por dónde van los tiros. Y quiénes somos y hacia dónde vamos. De ahí que todo haya acabado así.

Seguramente existen muchas formas de definir lo que ocurrió en España mientras estuvo gobernada por Mariano Rajoy, pues la realidad no es monocromática y cada cual la interpreta en función de lo que dictan sus meninges, su experiencia y sus expectativas. Sin embargo, Pablo Motos se ha tomado este martes una cerveza con el expresidente y se ha producido uno de esos momentos en los que, involuntariamente, aflora el subconsciente y basta un pequeño gesto para explicar grandes cosas con una cristalina claridad.

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