Cualquier análisis televisivo que se realice en 2025 debería tener presente que el consumo de los canales en abierto se ha desplomado durante los últimos años. Tal es así que, por poner un ejemplo, tan sólo siete programas 'no informativos' superaron el millón de espectadores el pasado jueves, lo que ilustra sobre los gustos cambiantes, y más diversos, de los ciudadanos. Hay franjas de la parrilla, como las mañanas, en las que acumular 350.000 espectadores puede otorgar un liderato claro.

Dentro de este contexto -en el que Telecinco está muy lejos del lugar privilegiado que ocupó-, José Pablo López, presidente de Radiotelevisión Española, ha conseguido algo de lo que no fueron capaces sus predecesores: estabilizar la audiencia de La 1. Sus resultados son notables, dado que durante los primeros 18 días de septiembre la cuota media de pantalla ha sido del 11,8%.

Si se analizan los datos históricos de audiencia del noveno mes del año -cuando se inicia la temporada televisiva-, hay que remontarse a 2011 para encontrar un porcentaje superior (13,9%). A partir del año siguiente, se aplicó un recorte presupuestario a la corporación que llegó a situarlo por debajo de los 950 millones de euros, frente a los 1.200 millones que recomendaba la ley; y los cuales, por cierto, recuperó en 2024.

Es evidente -y fácil de deducir a la vista de todo esto- que el dinero resulta fundamental para explicar aumentos y descensos de audiencia. No lo es todo, pero es el combustible que engrasa el motor de los medios de comunicación.

La segunda cadena más vista

La 1 ocupa actualmente la segunda posición de la lista de cadenas más vistas, por detrás de Antena 3 (13,3%) y por delante de Telecinco (9,2%). No tiene a tiro la primera posición, pero, al igual que le sucedió a LaSexta durante los años de la crisis económica, ha conseguido concentrar una parte de la conversación. Dar que hablar: para bien y para mal.

Porque una buena parte de sus contenidos informativos han sido acusados de presentarse con un sesgo progubernamental que es cuestionable en una televisión pública. Eso sí, no por ello es inhabitual, dado que también se puede observar en canales autonómicos de todo color. Lo que sucede es que en la RTVE actual son especialmente abundantes.

Sus platós son pisados a menudo por colaboradores cuya vehemencia ha hecho que hayan sido criticados con dureza e incluso insultados. Esto último lo denunció con contundencia el Consejo de Administración de la corporación el pasado jueves. Lo hizo a través de un comunicado en el que aprovechó para defender a las dos activistas que más críticas habían sufrido: Laura Arroyo y Sarah Santaolalla.

El texto fue sometido a votación en este órgano, donde se aprobó con los votos de los consejeros designados por los socialistas, Sumar, Podemos, PNV, ERC y Junts.

Estas colaboradoras aparecen en programas como Mañaneros 360 o Malas lenguas, los cuales realizan productoras externas (La Cometa y Big Bang Media) y ofrecen lo que se denomina como info-entretenimiento. Es decir, un debate menos encorsetado y más ideológico del que podría desarrollarse a través de los Servicios Informativos, coinciden en señalar fuentes de RTVE.

¿Cuánto cuestan los programas de RTVE?

El primero ha supuesto una inversión para la corporación de 6,2 millones de euros entre enero y agosto -según sus propios datos- y ha impulsado la audiencia de la franja del mediodía, hasta el punto de superar a LaSexta y a Telecinco en una buena parte de los días. Desde que RTVE fichó a Javier Ruiz para conducir la segunda parte del programa y se introdujo el ingrediente político en su escaleta, su audiencia se ha incrementado desde el 8,8% (abril) hasta el 14% en lo que va de septiembre.

En este tiempo, este espacio ha recibido críticas por difundir mercancía averiada, como la que publicó El Plural, en la que se había manipulado la conversación de un capitán de la UCO para hacer ver que deseaba situar una bomba lapa en el automóvil de Pedro Sánchez. La propia RTVE tuvo que rectificar ese bulo.

Pese a todo, la audiencia ha mejorado de forma progresiva y eso ha permitido a la corporación alardear en sus canales oficiales de que Mañaneros 360 es la referencia informativa de la mañana, donde, cabe recordar, Antonio García Ferreras se mantiene en LaSexta al frente de Al Rojo Vivo.

Refuerzos en la parrilla

La corporación sumaba esta semana dos espacios a su parrilla. Uno es Los archivos secretos del NO-DO, al que también se puede atribuir cierta carga ideológica, y que se estrenó en horario de máxima audiencia con una cuota de pantalla del 15%, muy por encima de la media de la cadena.

En la sobremesa, Marta Flich y Gonzalo Miró encabezan desde el pasado lunes el programa Directo al grano, producido por los antiguos socios de La fábrica de la tele -con buena relación con José Pablo López- y el cual conseguía durante sus primeros días de emisión audiencias por encima del 10%. Durante la tarde, también es creciente la cuota de pantalla de Jesús Cintora, con un resultado parcial en septiembre del 9,9%.

La evidente cercanía progubernamental de RTVE, bajo la batuta de López, con Maribel Sánchez-Matoro al frente de sus informativos; y con Sergio Calderón -ex de La Fábrica- de sus programas, ha generado un fuerte debate con respecto al papel que desempeña la corporación en la más reciente etapa de la historia de España, con Pedro Sánchez en el Gobierno. Pese a todo, sus directivos pueden alardear de conseguir una buena audiencia, también, por cierto, impulsada por el fútbol, por clásicos como MásterChef o por programas como el de David Broncano.

Este último espacio lo produce El Terrat, perteneciente al Grupo Mediapro y la cual es la productora cuyos ingresos más han crecido durante los últimos tiempos desde RTVE. Actualmente, también realiza Futuro imperfecto (6,5 millones), de Andreu Buenafuente. Próximamente, se encargará de Cuánto, cuánto, cuánto (6,2 millones), un concurso que seguramente se emita en el horario de máxima audiencia de los viernes y que será una reedición de aquel Qué apostamos.

Podría decirse que La 1 ha enganchado a un mayor porcentaje de la audiencia, en un momento en el que cuenta con un presupuesto significativamente mayor al de los años de la crisis económica -y en plena caída del mercado de los anunciantes en la TDT- y en el que ha sido criticada por dureza por su papel parcial dentro de la batalla política que vive este país, de creciente intensidad.