Freír un huevo no parece una tarea complicada dentro de la cocina, pero llegar a ese equilibrio ideal entre la yema cremosa y la clara, firme y también sin los bordes quemados, requiere más precisión de la que uno cree. En la cocina, los pequeños gestos marcan la diferencia, y hay uno que basta para que los resultados cambien radicalmente. Se trata de añadir unas gotas de vinagre al aceite antes de freír el huevo. Este truco que te traemos tiene su explicación científica.

El secreto del vinagre y el huevo

El vinagre, además de utilizarse como condimento o conservante, contiene ácido acético, un componente que puede afectar al comportamiento de las proteínas del huevo. Al combinarse con el aceite y el calor, el vinagre produce un cambio en la estructura de la ovoalbúmina, la proteína más abundante de la clara, provocando que dicha coagulación tenga lugar rápidamente, de forma que la clara no se extienda más allá de la yema, y también ayuda a que no se queme de forma desproporcional.

Un resultado más limpio y uniforme

El efecto es inmediato, ya que el huevo se cocina de forma más uniforme, con una clara blanca, lisa y brillante. A su vez, el vinagre produce una salpicadura de aceite menos agresiva, limitando así el riesgo de quemaduras y ayudando a que la superficie de la sartén queda mucho más limpia. En cantidades reducidas, el sabor no se ve alterado, dado que el ácido se evapora con el calor, dejando sólo una textura más cuidada y un punto de cocción más ajustado.

Cómo usar el vinagre al freír un huevo

No es necesario echar mucho vinagre: con unas gotas es suficiente para notar la diferencia, una media cucharadita de un vinagre suave justo antes de incorporar el huevo al aceite caliente. De este modo, la proporción provoca la reacción química suficiente para mejorar la textura sin perder nada de su sabor original. En el caso de añadir más de la cuenta, el sabor del vinagre podría ser perceptible, pero si no se añade lo suficiente tampoco se produce el efecto deseado, así que la medida debe ser la justa.

Cuándo incorporarlo a la cocción

El momento en el que se echa el vinagres es clave para una ejecución perfecta. Se debe incorporar al aceite cuando se comience a calentar, antes de que llegue a la temperatura máxima, ya que en este caso, será más difícil que pueda mezclase correctamente y su efecto será menor. Así, el ácido se combina mejor e, incluso, comienza a actuar desde el primer momento del contacto con la clara. Si se aplica de la manera correcta, se pueden obtener unos huevos fritos mucho más definidos, sin la necesidad de moverlos demasiado ni de elevar la temperatura para que la yema no se seque.

Un truco versátil en la cocina

El mismo principio se aplica para los huevos escalfados o también conocidos como huevos poché: se debe mezclar un 25% de vinagre con un 75% de agua, y de esta forma se mantiene la clara unida y rodea a la yema, formando un contorno firme que evita que se disperse en el agua y que mejora la presentación (sin necesidad de moldes ni técnicas complejas).

Un recurso útil y económico

Este sencillo gesto hace que una buena cocina no dependa de utensilios extraordinarios ni de un gran conocimiento culinario. Utilizando un ingrediente tan común como el vinagre, se puede conseguir un huevo frito más vistoso, más sabroso y más equilibrado. Un consejo muy básico que convierte un gesto sencillo en una preparación de restaurante; el huevo tendrá una textura suave, un color limpio y un resultado atractivo.