Barcelona ha establecido la prohibición total de las rutas de consumo de alcohol organizadas, conocidas popularmente como pub crawls, en todo el término municipal a partir de este miércoles 29 de octubre. La entrada en vigor del decreto municipal amplía y unifica las restricciones que hasta ahora solo afectaban a los distritos de Ciutat Vella –desde 2012– y del Eixample –desde el pasado 1 de junio– y que se aplicaban solo en horario nocturno, de 19.00 a 7.00 horas.
El Ayuntamiento de la Ciudad Condal ha informado de que la norma prohíbe, en toda la ciudad y durante las 24 horas del día, “organizar, vender o realizar circuitos o itinerarios por varios establecimientos de pública concurrencia o locales de ocio de la ciudad con la finalidad principal que las personas que participen consuman bebidas alcohólicas de forma continuada, y también trasladar o devolver estas personas”. El decreto también veta la promoción de estas actividades por cualquier medio de difusión, incluidas plataformas digitales y redes sociales.
La medida responde, según el consistorio, a la necesidad de “proteger el descanso de los vecinos, la convivencia ciudadana y la salud de los participantes”. El Ayuntamiento ha señalado que esta práctica comercial se orienta principalmente a turistas y que su dinámica –consumo rápido y en cadena de bebidas, normalmente de baja calidad, antes de pasar al local siguiente– genera efectos negativos sobre el espacio público y puede derivar en situaciones de riesgo, desde molestias por ruido hasta infracciones de seguridad vial.
Una práctica vinculada al turismo
Según el Ayuntamiento, las rutas de alcohol se consolidaron en Ciutat Vella –el distrito que comprende casi todo el casco antiguo de la ciudad, incluidos el Raval, Ramblas, el Born o el Barrio Gótico– hace más de una década, favorecidas por la elevada presencia de visitantes y por la concentración de locales dispuestos a integrarse en estos recorridos. La disponibilidad de ocio nocturno posterior para los participantes reforzaba la continuidad del consumo más allá de los itinerarios organizados.
Con la restricción en este distrito, parte de la actividad se desplazó hacia el Eixample, que antes del verano ya había adoptado una prohibición similar en horario nocturno mediante un decreto propio. La extensión al conjunto de la ciudad pretende evitar ese efecto desplazamiento y establecer un marco único.
El Ayuntamiento sostiene que las limitaciones parciales adoptadas en los últimos años han tenido impacto: según los datos aportados por la Guardia Urbana, la prohibición en Ciutat Vella y, más recientemente, en el Eixample, ha contribuido a reducir de forma significativa el número de rutas detectadas. La policía local ha señalado que el control preventivo –mediante el rastreo de ofertas publicitadas en redes y plataformas turísticas– ha permitido anticipar la organización de algunos recorridos y evitar su celebración.
Prohibición permanente y con alcance general
La comunicación oficial municipal difundida en agosto ya adelantaba que el nuevo decreto tendría carácter permanente, sin limitarse a temporadas de alta afluencia. La norma establece que la prohibición se mantendrá vigente durante cuatro años desde su entrada en vigor.
La definición incluida en el texto identifica estas rutas como una actividad económica organizada, y no como una práctica espontánea de ocio: se trata de acciones comerciales destinadas a “promocionar el consumo de alcohol a través de un recorrido por una serie de establecimientos adheridos a una oferta de precios”. La actividad incluye la captación de participantes en puntos concurridos, la venta o promoción conjunta de consumiciones y el acompañamiento del grupo a lo largo del itinerario, así como eventuales servicios de recogida y retorno.
El decreto no afecta al consumo individual en locales autorizados ni a la celebración de actividades hosteleras que cumplan con la normativa vigente en materia de licencias y horarios. El foco se sitúa en la organización de circuitos con incentivo explícito al consumo sucesivo y rápido de bebidas. Tampoco modifica los reglamentos ya existentes sobre venta y consumo de alcohol en la vía pública.
Conciliar turismo y vida ciudadana
La aprobación definitiva del decreto se produce en un contexto de debate en la ciudad sobre el impacto del turismo en los barrios centrales y sobre el equilibrio entre la oferta de ocio y el bienestar residencial. En los últimos años, Ciutat Vella y el Eixample han concentrado buena parte de las quejas vecinales por ruido nocturno y uso intensivo del espacio público.
El Ayuntamiento insiste en que la prohibición busca preservar la convivencia y reducir las dinámicas que, en su opinión, contribuyen a la saturación turística y a la percepción de inseguridad en determinadas zonas. Con la medida ahora en vigor, la actividad de pub crawling queda vetada en cualquier punto de la ciudad y a cualquier hora, con posibilidad de sanciones tanto para organizadores como para empresas que promocionen o faciliten estos itinerarios.
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