Queda poco para la llegada de San Isidro Labrador, el patrón de la capital española. Madrid se llenará de espectáculos, música y tradiciones, como el bocata de calamares, uno de los más populares de su gastronomía.
Este conjunto de moluscos rebozados estrujados en pan es objeto de recetas tradicionales y modernas. Sin embargo, en ocasiones los calamares pueden confundirse con la pota, una especie parecida pero más grande, dura y barata.
Para la receta básica se necesita pan, medio vaso de leche, unas dos cucharadas de harina para rebozar, sal, unos 10 aros de calamar, una o dos cucharadas de mayonesa, uno huevo batido y aceite de oliva virgen extra. Además del tradicional, el bocata puede elaborarse según el tipo de calamares empleados -finos o gruesos-, el tipo de pan, la utilización de mayonesa o alioli, etc.
Aunque el uso de los calamares en el bocata parece imprescindible, lo cierto es que en ocasiones el uso de la pota puede pasar desapercibido. Debido a su dureza, las anillas de pota se someten a un procesado de agua y fosfatos para blanquearlas y hacerlas más tiernas, tal y como explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
En el año 2017, Pescanova cambió el etiquetado de uno de sus productos congelados para señalar que las anillas que vendían eran de pota y no confundir a los consumidores.
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