El rejoneador Diego Ventura y el diestro Enrique Ponce triunfaron con tres y dos orejas, cada uno, en el festejo celebrado esta noche en Osuna (Sevilla), el primero -en paralelo con Estepona- de la nueva normalidad taurina en Andalucía. Javier Conde no tuvo su día.
La cita acaparaba la atención taurina de esta era pos-covid que obliga a reducir el aforo de las plazas de toros en un 50 % y llevaba aparejada, además, el indudable morbillo de contemplar vestido de luces a Enrique Ponce, uno de los protagonistas que han marcado el guión de la crónica rosa en las últimas semanas.
Abrió plaza el rejoneador Diego Ventura, que brindó su primer toro al empresario Antonio Osuna, verdadero catalizador del evento.
El jinete de La Puebla del Río se encontró con un ejemplar manso y rajado, muy difícil de sujetar y de escaso celo, con el que tuvo que hacer un auténtico esfuerzo para calentar el ambiente, especialmente con los caballos "Lío" y "Dólar".
Las cortas cayeron al violín aunque al rejón de muerte le faltó contundencia.
El cuarto, otro toro marcado con el hierro del propio jinete cigarrero, fue otra historia. Ventura se templó a lomos de "Sueño", acortando los terrenos en una labor ceñida y muy entregada que vivió su momento más intenso clavando sin cabezada a lomos de una cabalgadura debutante llamada "Capote". Las cortas cayeron al violín aunque al rejón de muerte le faltó contundencia.
Ponce abrió el turno de los de a pie con un toro corto de bríos que brindó al público. El animal se defendía en la muleta de puro flojo aunque el valenciano acertó a cogerle el aire, especialmente por el lado izquierdo, en una faena templada y dicha de menos a más en la que siempre faltó toro.
El quinto de la noche fue un animal un punto distraído y descompuesto que acabó entregándose en una faena que encontró su mejor trazo en unos muletazos diestros, muy relajados, que metieron al público definitivamente en la canasta. El trasteo, culminado con nota por el lado izquierdo, fue finiquitado con buenos pases por bajo y una estocada entera que no bastó.
El malagueño Javier Conde, por su parte, sorteó en primer lugar un toro suelto y de aire manso con el que no terminó de apostar nunca en una labor deslavazada y falta de confianza en la que acabó cortando por lo sano.
El sexto titular se descordó al salir contra un burladero. Fue sustituido por un sobrero de la misma ganadería después de ser descabellado por Ventura desde el callejón. Conde logró expresarse con el capote aunque su faena, una vez más, careció de la firmeza necesaria y acabó diluida en un mar de dudas y en una demostración de la incapacidad más absoluta hasta escuchar los tres avisos.
Al final de la noche, Ventura y Ponce se marcharon a pie de la plaza, rehusando de salir a hombros por prevención y como medida de seguridad en una "nueva normalidad" marcada por la que la distancia social y el uso de mascarillas.
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