Mariano Muniesa, el auténtico “hijo del rock and roll amamantado por sus satánicas majestades”, sufre jet lag. Apenas consigo hablar con él porque acaba de aterrizar exhausto desde Nueva Orleans. Él, que ha recorrido el mundo siguiendo la pista de la primera y número uno de las bandas de su género, ha asistido al último concierto de Jagger y los suyos, dentro del festival de jazz (cualquier excusa es buena) de la ciudad arrasada por Katrina, pronto hará hace 20 años. Otro huracán, esta vez musical, ha sacudido The Big Easy (la gran “facilona”, para este gremio). 

Hablo con Muniesa en el autobús, mientras vuelve a casa después de soltar todo lo vivido en la radio temática Mariskal Rock. “Ha sido increíble. Jagger parecía un chaval en Madrid, pero dos años después parece todavía más joven”, me asegura. Efectivamente, con 81 años de edad, este jovenzuelo se marca dos horas seguidas de concierto, y solamente dos veces por semana, corriendo de un lado al otro del escenario. Esta vez ha sido algo más sencillo, porque el escenario no era del tamaño del Calderón, sino el mismo que tenían el resto de artistas que participaron en el festival. Esto, lejos de ser un problema para las más de 70.000 almas poseídas por el rock, dio al evento “sensación de cercanía”, según Mariano.

Sorpresa, sorpresa: Irma Thomas

El periodista musical no me esconde su entusiasmo sobre el momento culminante del espectáculo. Hace ahora justamente 60 años, los Stones grabaron junto a la cantante Irma Thomas (“la reina del soul de Nueva Orleans”) uno de los temas más emblemáticos de su carrera, “Time is on my Side”. Como si se tratase de un show de David Copperfield, la vocalista, a sus 83 años, apareció por sorpresa en el escenario para acompañar al resto de octogenarios. Y no le faltó oficio ni pulmón.

Yo tenía agendado hoy escribir sobre una de los temas que interpretan ya siempre en sus directos, y que en esta gira norteamericana que acabará en julio ocupa el lugar privilegiado antes de “Jumpin Jack Flash”. Una de esas canciones que para la mayoría de “expertos stonianos” marcó un hito en la trayectoria de la banda. Y no por ser el tema más vendido de su larguísima trayectoria, que no es el caso. Es por tratarse de uno de esos momentos que marcan una época, y lo que vendría después. En el arte no existen fronteras, pero sí obras que diferencian un camino, y tienen el increíble poder de inspirar a otros. En las efemérides musicales del 6 de mayo siempre encontraremos el aniversario del lanzamiento del tema que cambió el rock para siempre. "Paint It, Black" de los Rolling Stones. 

El primer sitar del rock

Por lo visto, Brian Jones, que no firma el tema, andaba jugueteando con un sitar, el ahora famoso instrumento que da un toque hindú y exótico a muchas grabaciones de finales de los 60. Sus devaneos improvisados pusieron las pilas a Keith, que no paró hasta sacar el riff que definió el tema. 

En aquellos psicodélicos años, la banda experimentó hasta con instrumentos hechos de frutas. Jagger y Richards encontraron así una forma de ofrecer un sonido único, algo que les resultaba muy atractivo. Los artistas parecían contagiados de las ganas de innovar. Nacían Cream, Beatles publicaron después Revolver, y los Stones se atrevían con un disco casi experimental. 

“La compusieron para su álbum Aftermath, que realmente marca la diferencia con los anteriores. Además de ser el primer número uno mundial que contiene un sitar, experimenta con sonidos psicodélicos que hasta entonces no habían llegado al rock”, me aclara Mariano.

La vida en negro

No deja de causar vértigo comprobar que estamos hablando del último concierto de la gira de presentación del último disco de la banda que lanzó sus primeros éxitos cuando la mayoría de lectores de estas líneas apenas habían nacido. “Al que veo un poco más tocado, pero solo al principio, es a Keith”, me narra mi compañero. Por lo visto, una vez entra en él ese espíritu del rock and roll, ya desaparecen de su cuerpo los achaques provocados por la edad y los excesos que vivió en la época en la que pintaban todo de negro. Elegante, potente, pero negro.

“Paint it, black” es uno de esos temas que saben explorar el lado oscuro del alma humana con la honestidad brutal de su música. Dicen que captura el deseo de un protagonista deprimido de que todo a su alrededor refleje su sombría visión del mundo. Pero al final todo será seguramente arte y engaño, o errata y azar, como la coma que quedó para siempre en el título del single.