El 17 de septiembre de 1925, Frida Kahlo sufría un grave accidente que marcaría el resto de su vida. El autobús en el que viajaba junto a su entonces novio, Alejandro Gómez Arias, fue arrollado por un tranvía en la calzada de San Antonio Abad, en Ciudad de México, frente al desaparecido mercado de San Lucas. Tenía apenas 18 años y regresaba del centro de la Ciudad de México camino de su casa en Coyoacán. "A poco de subir al camión, empezó el choque. Antes habíamos tomado otro camión, pero a mí se me perdió una sombrillita y nos bajamos a buscarla. Fue así que subimos a aquel camión que me destrozó". El choque fue descrito por la propia Frida como "extraño, no violento, sino sordo, lento y maltrató a todos. Y a mí mucho más".

"El tranvía marchaba con lentitud, pero nuestro camionero era un joven muy nervioso. El tranvía, al dar la vuelta, arrastró al camión contra la pared". Al principio no se dio cuenta de lo que sucedía. "Mentira que uno se da cuenta del choque; mentira que se llora. En mí no hubo lágrimas". Pero el impacto le provocó heridas gravísimas. El pasamanos del autobús atravesó su cuerpo desde la cadera izquierda hasta la vagina, "como la espada a un toro", ocasionándole fracturas de clavícula, costillas, vértebras lumbares y pierna derecha –rota en once partes–, además de una perforación en la pelvis, lesiones renales y un hombro descoyuntado. Fue trasladada a la Cruz Roja, donde permaneció meses inmovilizada con un corsé de yeso. A lo largo de su vida, pasaría por quirófano más de 30 veces.

La propia Frida dejó memoria visual del suceso. En 1926 realizó un dibujo, con la estética de los exvotos, en el que aparece representada sobre una camilla con el brazo y la pierna izquierda enyesados, mientras el tranvía está a punto de embestir al camión.

La 'viñeta' del accidente dibujada por la propia Kahlo. | Colección Juan Coronel / Museo Dolores Olmedo / Google Arts & Culture

Volver a nacer, comenzar a pintar

Durante su convalecencia, Kahlo pidió a su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo, la caja de óleos que había usado de niña. Su madre encargó un caballete especial y colocó un espejo sobre la cama para que pudiera pintarse boca arriba. A partir de entonces, la pintura se convirtió en refugio y motor de vida. Su primera obra conocida, Autorretrato con traje de terciopelo (1926), marca ese inicio. Después vendrían cuadros como La cama volando o Las dos Fridas, donde el dolor físico y la identidad herida se transformaron en imágenes poderosas. Muchos críticos ven en El camión (1929) una alusión indirecta al accidente: el vehículo de madera, los pasajeros, la tensión previa al choque.

Superada la primera etapa de recuperación, Frida empezó a integrarse en ambientes políticos y artísticos de Ciudad de México. Así conoció a Diego Rivera, con quien se casó el 21 de agosto de 1929. Fue un matrimonio turbulento, marcado por infidelidades, separaciones y reencuentros, pero también por una intensa colaboración artística y política.

Frida pintando en su cama con Miguel Covarrubias a su lado. | Cortesía Museo Frida Kahlo. Archivo Diego Rivera y Frida Kahlo, Banco de Mexico

Frida Kahlo, icono del arte

Nacida en Coyoacán en 1907, Kahlo llegó a pintar alrededor de 200 obras, la mayoría autorretratos o escenas ligadas a su biografía. Hoy es considerada un referente del arte moderno y un icono del feminismo por su independencia, su reivindicación de la identidad femenina y la manera de transformar el dolor en creación. En 1943 comenzó a dar clases en la Escuela de Pintura y Escultura de Ciudad de México, al tiempo que participaba en exposiciones en Estados Unidos y Europa.

Su salud empeoró a partir de 1950. Tras pasar un año hospitalizada, sufrió la amputación de una pierna en 1953. Ese mismo año inauguró su primera gran exposición en México, a la que asistió en una cama de hospital instalada en la Galería de Arte Contemporáneo. El 13 de julio de 1954, a los 47 años, murió en la Casa Azul, el hogar familiar que compartió con Diego Rivera y que hoy acoge el Museo Frida Kahlo. La versión oficial habló de embolia pulmonar, pero nunca se le practicó autopsia, lo que dejó abierta la hipótesis de un suicidio.

Hoy, un siglo después del accidente, el Museo Frida Kahlo conmemora aquel episodio con la exposición Frida Kahlo. Pintar por accidente, instalada en el jardín de la Casa Azul. La muestra recorre tres ejes –el tranvía, el accidente y la pintura– a través de documentos médicos, fotografías, notas y obras que permiten entender cómo aquella tragedia se convirtió en el origen de una de las trayectorias más singulares del arte del siglo XX.