Así es la isla de Nurai, el exclusivo enclave de Abu Dabi donde vive el rey emérito Juan Carlos I

En medio de las aguas cristalinas del golfo de Arabia, a pocos minutos en lancha rápida desde la costa de Abu Dabi, emerge la isla de Nurai. Este enclave privado fue creado para quienes buscan lujo, tranquilidad y un alto grado de anonimato. Conocida por algunos como la "isla de los ricos" en el emirato, Nurai ofrece lujosas villas y acceso exclusivo por barco o helicóptero. El rey emérito Juan Carlos I ha elegido este lugar para fijar su residencia fuera de España.

"Para ayudar a mi hijo, busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran encontrarme fácilmente", explica en la entrevista que ha concedido a Le Figaro en vísperas de la publicación de sus memorias. Todo ello lo ofrece Nurai: un refugio alejado y extremadamente privado, ajeno por completo al escrutinio mediático.

Ubicación y acceso, exclusividad al máximo nivel

Desde el centro de Abu Dabi hasta la isla, el trayecto se realiza en aproximadamente media hora, incluyendo unos diez minutos en lancha rápida. No hay carreteras que comuniquen directamente con la ciudad. Nurai sólo es accesible mediante barco o helicóptero, lo que refuerza su carácter de escondite reservado.

La isla ha sido diseñada como una extensión de ultra lujo y residencia privada de la isla de Saadiyat, epicentro de los resorts turísticos de alto standing de Abu Dabi. Las villas cuentan con piscinas privadas, ventanas de suelo a techo con vista al mar y amplias terrazas al aire libre.

Para quienes no sólo buscan un retiro sino una residencia permanente o vacacional, Nurai ofrece villas de lujo que se venden por decenas de millones de dirhams. Una comunidad llamada "Beachfront Seaside Estate" propone villas de 4 a 6 dormitorios. Los precios de venta parten de los 11 millones de euros, según fuentes del mercado. Este nivel de inversión confirma que la isla no es simplemente un destino vacacional de lujo, sino un enclave reservado para un público muy exclusivo.

La elección de Juan Carlos I

Que el rey emérito haya fijado allí su residencia encaja con al menos tres dimensiones: privacidad, seguridad y simbolismo. Primero, la isla le ofrece un escenario en el que no es fácilmente localizado por el periodismo, como él mismo ha admitido. Segundo, al tratarse de un enclave manejado por los Emiratos Árabes Unidos, dispone de un entorno regulado, tranquilo y adaptado al estilo de vida de un exjefe de Estado. Tercero, el hecho de que haya sido puesto a su disposición por el jefe del emirato refuerza la idea de una residencia con trato especial, casi institucionalizado.

Además, su elección supone también un alejamiento físico (y simbólico) de España, en un momento de su vida en el que prefiere un perfil más bajo, o al menos más controlado. En sus propias palabras: "…estoy fuera, lejos del país que amo".

El rey emérito Juan Carlos I ha pagado "el precio" de una serie de escándalos que erosionaron su figura pública en España, y este traslado a un entorno tan exclusivo es a la vez su refugio.