La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ha presentado este miércoles una nueva exposición dedicada a Oriol Maspons, uno de los nombres centrales de la fotografía española del siglo XX. La muestra, integrada en la serie Maestros de la fotografía en la Academia –de la que constituye su décima entrega–, ofrece hasta el 12 de abril de 2026 doce obras del fotógrafo barcelonés pertenecientes a los fondos de la institución, adquiridos gracias a la herencia de Fernando Guitarte –benefactor de la institución que donó su fortuna íntegra a la Academia tras su muerte en 1978–, acompañadas por un notable conjunto de material bibliográfico y hemerográfico.
Oriol Maspons (Barcelona, 1928–2013) fue uno de los miembros más activos e influyentes de la llamada Escuela de Barcelona. Ingresó en 1951 en la Agrupación Fotográfica de Cataluña y, dos años después, inició una amistad decisiva con Francesc Català-Roca. Entre el salonismo dominante en la Agrupación y el talento directo de Català, la elección fue clara. En 1953, enviado a París por una compañía de seguros, entró en contacto con los grandes nombres de la fotografía europea —Robert Doisneau, Henri Cartier-Bresson, Brassaï, Guy Bourdin— y con el influyente grupo Les 30 x 40.
Cuando regresó a Barcelona en 1956, Maspons tenía ya definido su rumbo: no sería un aficionado ilustrado, sino un profesional capaz de moverse con naturalidad entre el reportaje, el retrato, la moda y la publicidad. Durante casi medio siglo trabajó de forma ininterrumpida para la prensa, las editoriales, el cine y las nuevas agencias publicitarias, construyendo una obra extensa que comenzó a recibir reconocimiento público a partir de los años setenta. Su presencia fue constante en exposiciones, antologías y encuentros fotográficos en España, Europa y América, y su ciudad le reconoció en numerosas ocasiones.
Maspons y los libros
Uno de los ejes de la exposición es el contexto editorial y mediático en el que Maspons desarrolló buena parte de su trabajo. Procedente de la colección Pedro Melero / Marisa Llorente, el material expuesto –cubiertas de libros, revistas y discos– da cuenta de la intensa circulación pública de sus imágenes y de su papel decisivo en la configuración del imaginario visual de varias décadas. En la exposición de la Academia se exhiben algunos de sus fotolibros más significativos –de Caminando por las Hurdes (1962) a L’instant perdut (1995) o Personajes de compañía– junto a volúmenes hoy icónicos ilustrados por él, como Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos o Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, para la editorial Seix Barral. El conjunto se completa con revistas especializadas, como Afal, y con otros soportes menos habituales, entre ellos cubiertas de discos y publicaciones musicales, que dan cuenta de una obra no especialmente extensa en títulos propios, pero sí ampliamente difundida y decisiva en la configuración visual de la cultura editorial española de su tiempo.
La sala de fotografía del Museo de la Academia, aún de dimensiones contenidas, se ha consolidado como un espacio estable dentro de la institución, con la voluntad expresa de ampliarse en el futuro. Iniciado con los fondos de Alberto Schommer, el conjunto de fotografía moderna ha ido creciendo hasta conformar una colección excepcional, presentada de manera monográfica por autores y centrada en hitos clave de la historia fotográfica española.
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