Ha ocupado un lugar de excepción en la capilla desacralizada de la Fundación Carlos de Amberes desde que en 1992 esta centenaria institución cambió su carácter asistencial para convertirse en centro cultural. El martirio de San Andrés es, de hecho, un cuadro excepcional en todos los sentidos. Por sus dimensiones (tres metros y medio por dos metros sesenta, con su marco) y por su historia. Pedro Pablo Rubens lo pintó como un encargo directo de la Real Diputación de San Andrés de los Flamencos, creada por Carlos de Amberes en 1594 para albergar a pobres y peregrinos de los Países Bajos, territorio entonces perteneciente al Imperio Español. Ahora, el Museo del Prado incorpora de manera temporal a su colección esta obra maestra tardía del artista flamenco pintada entre 1636 y 1639.
"Depositar el San Andrés en el Prado es un acto de justicia con la importancia de la obra que ahora se integra en el conjunto de las otras obras maestras del autor", ha afirmado el presidente de la Fundación Carlos de Amberes, Miguel Ángel Aguilar. Un cuadro cuyo ADN encaja con la "columna vertebral" de la colección del Prado, según ha explicado este lunes el director adjunto de Conservación e Investigación de la pinacoteca, Alfonso Palacio, en la sala 16B del edificio Villanueva, donde permanecerá expuesto este cuadro de "un artista importantísimo, uno de los grandes artistas de la historia del arte europeo, del que el Museo Nacional del Prado atesora unas 124 obras en total de pinturas y esculturas, de las cuales un centenar son pinturas".
El martirio de San Andrés estará en el Prado hasta 2026, cuando se estima que se acaben las obras de rehabilitación arquitectónica de la sede de la Fundación Carlos de Amberes, y aporta a la colección del Taller de Rubens del Prado una temática diferente, la religiosa. Tal y como ha subrayado Palacio, El Prado atesora muchos cuadros de Rubens de temática mitológica o erótica pintados para el rey Felipe IV, pero escasea la materia religiosa.
Un marco incomparable
"Hay una especie de pacto oficioso de reparto de tareas entre Rubens y Velázquez. Rubens aporta las mitologías para la corte de España, y Velázquez es el pintor que hace retratos y que se encarga de decorar el salón, por ejemplo, justamente en estos años 30" del siglo XVII, ha indicado Palacio. Otra de las características de El martirio de San Andrés es su marco, ya que conserva el original hecho por los ebanistas Abraham Lers y Julien Beymar, criados de Felipe IV.
De hecho, el marco de El martirio de San Andrés es el único del siglo XVII que se expone en El Prado. Casi todos los cuadros de esta época se reenmarcaron en 1750 para dar homogeneidad a la Colección Real. "Un marco es una protección pero también es un vestido que se le pone a un cuadro. Aprendemos sobre el gusto de la época conociendo el marco original", ha detallado el conservador. Es "el resto de algo que hemos perdido".
Casi cuatro siglos de historia
A comienzos de la década de 1630, un agente en Madrid de la Imprenta Plantiniana de Amberes llamado Jan van Vucht encargó a Rubens este lienzo para decorar el altar mayor de la iglesia del Real Hospital de San Andrés de los Flamencos, donde fue instalado en 1639. Se trata, por tanto, de una obra perteneciente a la última etapa de la producción del maestro flamenco, que realizó en los mismos años en los que trabajaba para el proyecto de la Torre de la Parada.
El hospital fue fundado en la calle de San Marcos de Madrid en 1606 cumpliendo la voluntad del difunto Carlos de Amberes para dar cobijo a los pobres y peregrinos procedentes de las diecisiete provincias de los Países Bajos. Se construyó una nueva iglesia en 1621, año de la reversión de la soberanía de estas provincias a Felipe IV.
Es muy probable que el encargo de este lienzo estuviese relacionado con la intención de atraer a esta iglesia la festividad de San Andrés, que se celebraba habitualmente en la Real Capilla de los Austrias y estaba vinculada a la orden del Toisón de Oro, por ser patrono de la Casa de Borgoña y los estados de Flandes.
En 1877 se inauguró el nuevo edificio de la institución, sede actual de la Fundación, reconvertido en espacio cultural después de que en 1988 abandonara su carácter asistencial. El lienzo fue restaurado por el Instituto Real del Patrimonio Artístico del Ministerio de Educación Nacional y de la Cultura de Bélgica en 1977, y el marco, por el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura de España en 1992.
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