La reacción en la sala de prensa del Festival de Eurovisión a la victoria de Austria estuvo marcada no solo por la emoción, sino también por una sensación de auténtica liberación entre muchos periodistas presentes. Tras una edición plagada de polémicas y tensiones por la participación de Israel en medio del conflicto en Gaza, la posibilidad de que Israel se alzara con la victoria generaba un temor palpable: varios periodistas consideraban que ese escenario podría haber supuesto “la muerte del festival” o, al menos, un golpe letal a su credibilidad y continuidad.
Durante la votación, la opción israelí fue la más apoyada por el televoto en varios países, incluida España, y estuvo a punto de arrebatar el triunfo a Austria, lo que incrementó la tensión en la sala de prensa. La atmósfera se cargó de nerviosismo, con muchos profesionales expresando su preocupación por el futuro del certamen si la situación política internacional terminaba condicionando el resultado final de manera tan evidente. La tensión en el ambiente es pal pable en este vídeo subido a YouTube por el periodista Xavi Luque.
El desenlace, con la victoria in extremis de Austria, fue recibido con una explosión de aplausos y un suspiro colectivo de alivio. Para muchos periodistas, el triunfo austríaco significó una especie de salvavidas para el festival, evitando así un escenario que consideraban insostenible y que, según se comentaba abiertamente en la sala de prensa, podría haber puesto en cuestión la propia existencia de Eurovisión tal y como se conoce.
Esta percepción se vio alimentada por la sensación de que la candidatura israelí estuvo respaldada por una campaña política y mediática sin precedentes, orquestada desde el propio Gobierno de Israel y amplificada por una red internacional de organizaciones, grupos de presión y comunidades en la diáspora, que movilizaron el voto masivo en trece países clave.
Durante los días previos a la final, la estrategia israelí se desplegó tanto en redes sociales como en medios tradicionales, con mensajes que instaban a votar hasta 20 veces por dispositivo y campañas específicas dirigidas a públicos afines, como la comunidad LGTBI europea. El propio primer ministro Netanyahu celebró el resultado como un logro nacional, subrayando que la segunda posición de Israel se debía al “público europeo” y no a los jurados profesionales, en un claro ejemplo de la utilización política del certamen.
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