Arturo Pérez-Reverte ha preferido no tomar partido en la disputa que enfrenta al director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y a la RAE tras sus declaraciones sobre su director, Santiago Muñoz Machado. “Las guerras son malas”, ha zanjado el académico este martes en la sede de la RAE, donde se ha presentado el monumento al capitán Alatriste que se erigirá en Cartagena con motivo del 30 aniversario del personaje.

El escritor murciano evitó valorar las declaraciones de García Montero, que la semana pasada definió a Muñoz Machado como “un experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias” y lamentó que la Academia no esté “en manos de un filólogo”. “No tengo opinión” (por una vez, cabría añadir), insistió Pérez-Reverte ante los periodistas. “Esa polémica me pilla muy lejos. Estoy con la nueva novela y realmente no me enteré de nada: soy como un marciano en el mundo”.

Las palabras del escritor, conocido por su capacidad y disposición a meterse en casi todos los charcos, llegan tras varios días de tensión entre ambas instituciones. La RAE respondió con un comunicado firmado por todos sus miembros –incluido Pérez-Reverte– en el que expresó su “absoluta repulsa” ante lo que calificó de “agresión injustificable e inoportuna”. El pleno de la Academia aprobó el texto por unanimidad y reivindicó la trayectoria de Muñoz Machado, recordando que ha sido elegido democráticamente en dos ocasiones y que es “uno de los ensayistas e historiadores más reconocidos de nuestro país”. Otros académicos, como el premio Cervantes Álvaro Pombo, no han dudado en criticar duramente al director del Cervantes.

La polémica ha viajado al Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que hoy mismo inaugura el rey Felipe VI en Arequipa, Perú, y en el que coinciden los responsables de la RAE y del Instituto Cervantes.

Un monumento para Alatriste

El acto en el que intervino Pérez-Reverte ha estado dedicado al anuncio del monumento que recordará a su personaje más célebre. La estatua de bronce, obra del escultor Salvador Amaya a partir de un boceto del pintor y amigo de Pérez-Reverte Augusto Ferrer-Dalmau, se instalará en Cartagena, junto a la Capitanía General, en la plaza de las Casas del Rey, donde se alojaban los soldados de los tercios españoles.

“Que quede algo, no solo en papel, como el monumento de Alatriste, me hace extraordinariamente feliz”, dijo el escritor. “Representa a un siglo corrupto, maravilloso, egoísta y cicatero, lo mejor y lo peor de España”.

Ferrer-Dalmau explicó que concibió la imagen del capitán “de un día para otro”: “Lo tenía en la cabeza, con ese aire de asesino, el mostacho, las botas arrugadas”. Pérez-Reverte asintió: “Tu Alatriste es absolutamente el mío”.

La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, presente en el acto, definió el proyecto como “un triple homenaje”: a los treinta años de la creación del personaje, a los hombres de los tercios y al propio autor.

Mientras la RAE y el Cervantes se cruzan comunicados, el novelista que ha dado vida al soldado más famoso del Siglo de Oro prefiere en esta ocasión esquivar el lance: la de la ficción. “Las guerras son malas”, repitió, y se retiró sin más. Está claro que Pérez-Reverte es experto en elegir las batallas que quiere dar.