El 16 de enero de 1920 fue ratificada la enmienda que prohibía la manufactura y comercio de alcohol en Estados Unidos. La prohibición se hizo efectiva entre la clase obrera pero creció el consumo entre la media. Acabó con la cultura de los salones, pero favoreció la violencia y el "aumento de la criminalidad ligada a la fabricación y el tráfico clandestino de alcohol" cuenta la profesora Aurora Bosch en su artículo Los violentos años Veinte: Gángsters, prohibición y cambios socio-políticos del primer tercio del siglo XX en Estados Unidos.
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Esa extinta cultura de los salones permitió la creación de un submundo criminal, centrado en el juego y la prostitución que creció con el objetivo de conseguir beneficios gracias a la factura y comercio ilegal de alcohol. El tráfico de esta bebida se convirtió en una forma rápida de enriquecerse y fue motivo de enfrentamiento entre bandas criminales rivales, que, durante la vigencia de la Ley seca, provocaron un millar de muertos en Nueva York y unos ochocientos en Chicago.
La prohibición del alcohol no detuvo su contrabando: fueron múltiples las mafias que nacieron a raíz de la Ley seca, las mismas que ya habían trabajado durante la época de los salones y ahora llevaban a la práctica comportamientos ilícitos.
El mafioso Al Capone amasó una fortuna traducida en 60 millones de dólares al año. Pese a ser el más temido del país, él se veía a sí mismo como un hombre de negocios honesto que pagaba religiosamente a los corredores de apuestas, filántropo y con un negocio legítimo en términos humanos.
La Ley seca fue más férrea de lo esperado: no se podía consumir ningún tipo de bebida que tuviese más de 0.5 grados de alcohol. Por ello, personas como la mujer de la imagen se vieron obligadas a llevar su preciado licor en lugares impensables.
Las mafias extendieron sus tentáculos fuera de Estados Unidos y eran constantes las redadas y confiscaciones de alcohol proveniente de Canadá y los países caribeños.
Un dato curioso de las nuevas formas de obtención de alcohol se forjó en los hogares, que se convirtieron en auténticas destilerías gracias a los fabricantes de whisky, que colocaron etiquetas con la receta para su fabricación en las botellas.
La Policía se tomaba las licencias que quería para llevar a la práctica la Ley seca, aunque no todos la cumplían. El auge de las mafias acabó absorbiendo a la autoridad, que fue presa de sus sobornos.
Pese a que el consumo de alcohol se asociaba en un principio a la clase obrera, con la llegada de la Ley seca, los que más tomaban eran las clases acomodadas.
A pesar del triunfo de la Ley seca en su promulgación, esta contó con muy poca financiación, lo que provocó que las prácticas que se llevasen a cabo para su cumplimiento eran cuanto menos higiénicas.
Solo en el año 1926 murieron 50.000 personas. Además de los fallecimientos, algunos acabaron ciegos o paralíticos. ¿Cuál es el motivo de estas muertes y discapacidades? El consumo de alcohol desnaturalizado para uso industrial sin re-destilar, que contenía metanol, una sustancia venenosa.