¿Sabías que ya existían las guías de viajes en la Edad Media? ¿Que, a pesar de que se pueda pensar lo contrario, la gente del Medievo sabía que la Tierra era esférica? ¿Y que ya en esa época el Camino de Santiago era una de las rutas más transitadas?

En plena Edad Media surgió una auténtica industria del viaje. A partir del año 1200 empezaron a difundirse guías que indicaban rutas y ofrecían consejos prácticos y diccionarios para facilitar la comunicación en distintas lenguas. Se le sumaban también recomendaciones para alojamiento y comida, dependiendo del lugar en el que se encontrara el viajero.

Todas las curiosidades y los aspectos poco conocidos sobre los viajes en la Edad Media están recopilados en la nueva entrega de Anthony Bale, Guía de Viajes por la Edad Media: el mundo visto por los viajeros medievales, que se puede definir como una mezcla entre un libro de viajes y un libro cultural. A partir de documentarse con crónicas de viajeros del año 1000 en adelante y traducciones de relatos y guías inéditas, Bale acerca a los lectores a cómo era viajar en esos años, demostrando que antes de que existiera el turismo tal y como lo conocemos ya había un gran turismo medieval.

A través de mapas antiguos, relatos, guías y detalles concretos como son las oraciones que los caminantes usaban para protegerse, el tipo de equipaje que portaban o cómo funcionaba el cambio de dinero, se ha podido ofrecer otra perspectiva distinta a la que se tiene sobre cómo eran los viajes en la Edad Media. Se demuestra así que el deseo de viajar y conocer mundo no nació hace relativamente poco en las agencias de viajes, sino en el Medievo, cuando el mundo estaba mucho más interconectado de lo que se piensa.

Lejos de ser los que se pueden considerar tiempos en los que reinaba la ignorancia o la inmovilidad, en la Edad Media había una enorme curiosidad por parte de los peregrinos por viajar, que a pesar de que se exponían en muchas ocasiones a experiencias y caminos que desconocían y podían suponer cierto peligro, se adentraban en recorridos que les hacían descubrir mundo.

Venecia fue una de las ciudades pioneras de la industria. Ya era una capital turística en el Medievo, siendo una de las ciudades pioneras de la industria. Lideró mundialmente el desarrollo de los pasaportes, las guías de viaje y las oficinas turísticas, además de subrayar la importancia de las normativas de salud pública, cuarentenas necesarias de viajeros y supervisión y vigilancia de los alojamientos, restaurantes y embarcaciones; cosas que a día de hoy tenemos totalmente normalizadas. Por otra parte, Constantinopla era el lugar al que todos querían ir, siendo el centro del comercio mundial y la ciudad más grande de Occidente.

Viajes en busca de riqueza, fe o información

Viajar era una experiencia tanto espiritual como cultural y política, semejante a como se puede considerar en la actualidad. Monjes, comerciantes, aristócratas, espías y peregrinos de todo tipo viajaban por toda la geografía física e imaginaria, abarcando lugares desde Santiago hasta Constantinopla, Samarcanda o Xanadú. El motor principal para hacerlo era la fe. Recorrían Europa con el objetivo de contemplar reliquias o ser absueltos de sus pecados. Los viajes de este tipo dieron lugar al fomento de posadas, albergues y hospitales para acoger a caminantes, souvenirs o insignias religiosas y hasta guías turísticos como en los free tours que conocemos actualmente. Aunque este motivo religioso era el más común, existían otros como el espionaje o la necesidad de contactos políticos. Por su parte, los comerciantes partían en busca de nuevos productos y mercados para conseguir mejoras en sus negocios.

Una de las rutas más transitadas era el Camino de Santiago, peregrinación que tiene como destino la tumba del Apóstol Santiago el Mayor. Dentro de la literatura de viajes medieval, esta ruta era una de las primeras guías de viaje de la historia, lo que resalta su importancia. A ella acudían peregrinos de toda Europa, por lo que diferentes reyes financiaban infraestructuras como puentes u hospitales para necesidades de viajeros o enfermos. El souvenir de este camino era la concha de vieira, más comúnmente conocida en la actualidad como concha del peregrino, que era y sigue siendo un símbolo de protección, buena suerte e identidad, y que usaban como recuerdo que se enganchaba al sombrero o a la capa.

Peregrinación en Santiago de Compostela, en un grabado del artista Pieter van del Aa | Ático de los Libros

Consejos útiles y trayectos imaginarios: las primeras guías de viaje

Las guías de viaje indicaban el camino, pero también cómo sobrevivir a él. Los viajes en la Edad Media eran más desconocidos y peligrosos que los que se hacen en la actualidad: se invertía más tiempo y los trayectos no eran del todo conocidos, por lo que no se podía ir con plena seguridad. Por ello, las guías incluían advertencias sobre alimentación, posibles ladrones, animales salvajes, actividades peligrosas o enfermedades que pudiera haber en el destino que marcaban.

Los viajeros medievales no solo se interesaban por rutas físicas y reales, sino que hablaban de destinos que hoy se sabe que eran inventados. Para los europeos, el mundo que se conocía terminaba en Próximo Oriente y el norte de África. Pero los exploradores que iban más allá compartían relatos que contenían partes fantasiosas. Esto condicionó que en muchas guías tuvieran cabida esos destinos imaginarios. Por ello se especulaba sobre mitos de lugares que eran irreales, como el País de Jauja, el reino de Preste Juan, el Paraíso Terrenal o la isla de San Brandán.

En la Edad Media ya conocían la forma de la Tierra

Se puede pensar que en ese tiempo -y dando por hecho que fueran ignorantes-, la población pensaba que la Tierra era plana. Lo cierto es que en la Edad Media sabían que la Tierra era esférica. Un joven europeo se embarcó en un largo viaje y terminó llegando a un lugar idéntico al que había dejado. Comprendió que había dado la vuelta al mundo y regresado al punto inicial por otro camino, y no que el motivo hubiera sido llegar a las Antípodas, como pensó en un principio. En 1491 el ayuntamiento de Nuremberg encargó al comerciante Martin Benhaim la creación de un globo terráqueo -dejando claro con este nombre su forma-. Este no era el primero de la historia, ya que hacía siglos que geógrafos y astrónomos los construían. Con estos globos se confirma que la Tierra no se entendía como plana y que tenían conocimientos sobre ella, aunque hubiera ideas erróneas y faltaran territorios que años después serían descubiertos.

Un libro sobre viajes y peregrinaciones medievales, de Anthony Bale

Anthony Bale es un destacado historiador y catedrático de estudios medievales en el Birkbeck College, universidad de Londres. Ha publicado en diferentes ocasiones sobre aspectos del mundo medieval. Es autor de traducciones como el Libro de las maravillas y viajes (The Book of Marvels and Travels), de John Mandeville, y de Libro de Margery Kempe. Instituciones como Harvard, la Huntington Library o la Universidad de Melbourne cuentan con él como investigador invitado. En 2011 recibió el Premio Philip Leverhulme, que reconoce sus logros como investigador.

La editorial Viking Penguin publicó este libro hace dos años. Tras recibir olas de elogios por la obra desde su publicación, esta ha sido traducida y difundida en otros países como China, Alemania o Rusia, llegando a España este 29 de septiembre a partir de la traducción de Claudia Casanova y de la mano de la editorial Ático de los Libros.

Definido por The Times como deslumbrante, único, fascinante y sutilmente divertido, Guía de Viajes por la Edad Media no se reduce a ser un libro de historia, sino a ser una muestra del origen del turismo.