El Riyadh Air Metropolitano volvió a demostrar por qué se ha consolidado como uno de los recintos de referencia en Europa para grandes espectáculos musicales. 60.000 personas asistieron al esperado concierto de Natos y Waor, que colgaron el cartel de “sold out” y ofrecieron una noche histórica para sus fans… y completamente tranquila para los vecinos.

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A la potencia del directo se le sumó, una vez más, la precisión de una operativa milimétrica que ha convertido al Metropolitano en ejemplo de convivencia urbana. Ni colapsos, ni quejas vecinales, ni ruidos por encima de lo permitido: solo música donde debía sonar y silencio donde tocaba descansar.

Durante todo el concierto del sábado las mediciones acústicas realizadas por técnicos independientes en los diferentes puntos residenciales más cercanos al estadio confirmaron niveles por debajo de los límites legales en todo momento. Una vigilancia que se mantuvo activa desde la prueba de sonido hasta el último bis. De hecho, el siguiente dato, que se ha repetido en cada concierto desde que empezaron a celebrarse en 2018, habla por sí solo: cero denuncias registradas por ruido, movilidad o seguridad.

Un vídeo grabado durante la celebración del concierto y publicado en la red social X (@barrios2326) muestra en tiempo real cómo la música apenas se percibía en el exterior del recinto, incluso en calles colindantes al estadio, desmontando de forma empírica las críticas que algunos perfiles han intentado agitar desde hace semanas para generar un conflicto inexistente 

El dispositivo especial de movilidad volvió a funcionar a la perfección. La nueva conexión directa del estadio con la M-40, los refuerzos en la línea 7 de Metro, las zonas de aparcamiento anticipado y el área de taxis con salida directa a la autovía mantuvieron en todo momento una movilidad fluida y sin incidencia en el barrio. A ello se sumó la gestión eficaz de la Fan Zone, que absorbió el grueso de la actividad previa al concierto sin afectar a las calles residenciales del entorno.

Además, los vehículos de producción —incluidos los camiones de carga y descarga— accedieron directamente por vías perimetrales, sin invadir en ningún momento el espacio público ni bloquear avenidas. En definitiva, otro despliegue logístico sin errores.

Según documentación gráfica y testimonios vecinales recogidos entre las 19:00 y hasta la finalización del concierto, la normalidad fue absoluta en el entorno del estadio: aceras despejadas, vecinos paseando con normalidad y tráfico fluido. 

A pesar de esta impecable trayectoria, en las últimas semanas algunos perfiles y medios han intentado instalar un relato ficticio de malestar vecinal en torno al estadio. Una narrativa desmentida por los datos: desde su apertura en 2018, y tras el último concierto de Natos y Waor este fin de semana, el Metropolitano ha acogido 48 conciertos sin una sola sanción ni denuncia por parte de los vecinos.

Los hechos contrastan con lo vivido en otros recintos de la ciudad, como el Santiago Bernabéu, donde solo en 2024 se acumularon más de 400 denuncias vecinales y sanciones por valor de 2,6 millones de euros debido al ruido y a los problemas logísticos generados por los conciertos.

La supuesta ola de protestas contra el Metropolitano ha demostrado ser, en realidad, una campaña sin respaldo vecinal, y sin traducción en la vida real. Frente a eso, la noche de Natos y Waor fue la mejor respuesta: el estadio lleno, los accesos ordenados, las mediciones en regla y los vecinos durmiendo tranquilos.

Lo del pasado sábado no fue solo un éxito musical. Fue una nueva demostración de que Madrid puede ofrecer espectáculos de gran formato sin alterar la vida de sus barrios. Una fórmula que no es casual, sino fruto de un diseño urbano consciente, de una planificación exigente y de una voluntad firme de compatibilizar ocio y convivencia.

El Metropolitano no solo hace historia sobre el césped o en los escenarios. También lo hace donde menos se nota: en su capacidad para ser un gran estadio que no molesta. Porque la mejor música no siempre es la que más suena, sino la que deja buen recuerdo… y ningún conflicto.