Ante el aumento de las temperaturas, la elección de alimentos adecuados se convierte en una estrategia clave para mantener el equilibrio térmico del organismo.
Según informa la agencia de noticias, productos con alto contenido hídrico, electrolitos y propiedades termorreguladoras no solo combaten la deshidratación, sino que activan mecanismos fisiológicos para disipar el calor.
Frutas hidratantes: aliados naturales
La sandía destaca por su composición del 92-95% de agua, acompañada de licopeno y vitaminas A y C, que estimulan la sudoración y reducen la sensación de calor. Junto a ella, el melón ofrece un 90% de agua y potasio, esencial para reponer minerales perdidos por la transpiración. Las fresas, con un 91% de agua y alto contenido en antocianinas, facilitan la vasodilatación, mejorando la circulación y la liberación de calor corporal.
Verduras refrescantes y sopas frías
El pepino, compuesto en un 95% de agua, actúa como diurético natural y aporta aminoácidos que favorecen la eliminación de toxinas.
En ensaladas o gazpachos, combinado con tomate (93% agua y licopeno), potencia su efecto termorregulador.
El apio y el brócoli, con alto porcentaje hídrico y fibra, son ideales para preparaciones ligeras que evitan la sobrecarga digestiva.
Cremas frías como el gazpacho de calabacín o el salmorejo integran estos ingredientes, ofreciendo comidas completas que reducen la temperatura interna.
Bebidas y especias con efecto refrescante
El agua de coco emerge como alternativa a las bebidas deportivas, gracias a su concentración de electrolitos como potasio y magnesio, que restablecen el equilibrio hídrico sin aportar calorías excesivas.
Infusiones como el té verde —rico en antioxidantes— y la menta —con mentol que activa receptores de frío en las mucosas— generan una sensación inmediata de frescor.
Para estimular la sudoración sin elevar la temperatura metabólica, especias como el cilantro y el comino pueden incorporarse en platos ligeros.
Expertos recomiendan evitar alimentos procesados, carnes rojas y alcohol, que incrementan la termogénesis y la deshidratación.
En su lugar, priorizar comidas fraccionadas en pequeñas porciones, combinando frutas enteras, verduras crudas y proteínas magras como pescado.
Una dieta centrada en estos principios no solo mitiga el estrés térmico, sino que fortalece la respuesta inmune ante condiciones climáticas extremas. La sinergia entre hidratación, nutrientes y preparaciones frescas constituye la base para mantener el confort corporal durante los meses más calurosos.
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