Las galletas se han convertido en un alimento habitual en desayunos o meriendas. Su sabor, su textura y su variedad las convierten en irresistibles, sobre todo cuando se combinan con café o leche. No obstante, comer galletas todos los días puede tener efectos muy negativos para nuestro organismo. Aunque puedan parecer inofensivas, el hecho de consumirlas de forma habitual convierte su cotidianidad en un problema ya que alteran nuestros niveles de azúcar, provocan enfermedades metabólicas, e influyen en la variación del peso corporal, por citar algunos de sus efectos.
Las galletas y el metabolismo
Las galletas industriales cuentan con altos niveles de azúcar refinado, harinas procesadas y grasas saturadas que aportan un aumento rápido de glucosa en la sangre y un brusco aumento del nivel de energía que decrece rápidamente. El cuerpo responde generando más insulina, lo que puede provocar, a largo plazo, alteraciones en el funcionamiento del cuerpo y la tendencia a acumular grasa. Este funcionamiento diario provoca picos y caídas de la energía que dificultan mantener una dieta equilibrada.
Aumento progresivo de peso
Consumir galletas cada mañana supone meterle al cuerpo muchas calorías extra sin que se aporten nutrientes esenciales; la combinación de azúcares simples y grasas trans ayuda a la formación de grasa del organismo, especialmente en la región abdominal. Por otra parte, la saciedad se mantiene por un tiempo muy corto, favoreciendo a un aumento progresivo en la cantidad de alimento ingerido en el transcurso del día. Con los años, puede traducirse en sobrepeso, obesidad y alteraciones del metabolismo basal.
Galletas y la salud cardiovascular
Las grasas trans y grasas saturadas que se encuentran en las galletas comerciales tienen la capacidad de incrementar el colesterol LDL, conocido como "colesterol malo". Este tipo de grasa se va acumulando en las arterias, disminuyendo su elasticidad y dificultando el flujo de la sangre. El resultado es el riesgo de sufrir hipertensión, arteriosclerosis o infartos que aumenta con el paso del tiempo.
Inflamación y retención de líquidos
El consumo diario de galletas ultraprocesadas también puede provocar inflamación interna por la presencia de aditivos y conservantes en su composición; es una inflamación silenciosa que influye en el funcionamiento del hígado y de los riñones y afecta a la forma de eliminar líquidos y toxinas, de tal forma que la retención de líquidos es un signo visible de una alimentación desequilibrada fundamentada en productos ricos en azúcares e hidratos de carbono simples, como las harinas refinadas.
Alternativas saludables para las galletas
Las galletas industriales se pueden sustituir por galletas caseras y son una mejor alternativa para la salud; si las preparamos con avena, con harina integral, con plátano o con endulzantes naturales, los efectos nocivos que producen las galletas industriales serán mucho menores, ya que las caseras incorporan fibra, energía sostenida y micronutrientes positivos para el organismo.
Control de porciones y consumo consciente
Reducir el consumo nos va a ayudar a evitar posibles efectos negativos no deseables; para el desayuno es mejor optar por frutas, yogur natural o frutos secos, ya que aportan mayor saciedad y nutrientes para comenzar la jornada. Si se consumen galletas, la mejor opción es que sean integrales, sin azúcares añadidos y en cantidades poco elevadas.
Comer galletas en el desayuno puede parecer un hábito inofensivo, pero su efecto a largo plazo afecta al metabolismo, al peso y, finalmente, a la salud cardiovascular; sustituyendo las galletas por alternativas más naturales, más equilibradas y con menos azúcares, (o por galletas caseras) va a suponer grandes beneficios para la salud. El cambio en el desayuno tendrá, por tanto, un impacto importante que reducirá los riesgos del organismo a largo plazo.
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